La derecha en las elecciones europeas: ¿El rapto de Europa?

Crédito: Colprensa

16 Junio 2024 03:06 am

La derecha en las elecciones europeas: ¿El rapto de Europa?

El politólogo y político colombiano Gabriel Silva Luján trae un análisis para CAMBIO sobre las elecciones en Europa y la seducción que logró la derecha en la voluntad ciudadana.

Por: Gabriel Silva Luján

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Según la mitología griega, Zeus enceguecido por la pasión que le despierta la hermosa Europa, decide raptarla. Para ello se transforma en un manso y agraciado toro blanco que se camufla en el hato familiar. Atraída por la mansedumbre y belleza del animal, Europa le acaricia los costados y finalmente se monta sobre su lomo. Zeus aprovecha la oportunidad huyendo con ella hacia el mar para nunca regresar.

Para muchos analistas eso fue lo que ocurrió en las elecciones parlamentarias de la Unión Europea. Se han prendido todas las alarmas porque -según los opinadores y muchos políticos- la “derecha” y su ala extrema lograron seducir la voluntad ciudadana. Ahora poseerán a Europa a sus anchas. Según ellos está en peligro el sueño de libertad, unidad y democracia que ha guiado a los europeos prácticamente desde la posguerra. ¿Es esa una lectura correcta de lo que ocurrió en Europa?

Todos meten la cucharada

Los resultados para el Parlamento Europeo han despertado una erupción de análisis no solo en los veintisiete países que concurrieron a las elecciones. A lo largo y ancho del planeta se le ha querido dar a esos resultados toda clase de alcances y consecuencias. Naturalmente, inspirados en lo que pasó, algunos se rasgan las vestiduras y otros se frotan las manos. Unos ven horizontes nublados, otros un mañana brillante.

Por ejemplo, la periodista/candidata Vicky Dávila -una buena representante de la derecha poco ilustrada- dijo al respecto en su cuenta de Twitter que “En Europa también se cansaron de la izquierda que arruina y arrasa con todo. En el mundo los ciudadanos quieren y necesitan seguridad, prosperidad, orden y valores… Georgia Meloni arrasó en Italia y Emmanuel Macron sucumbió ante Marine Le Pen y llamó a elecciones anticipadas. Alemania, España, Austria también celebran el avance de la derecha. Aquí, Milei, Noboa y Bukele, empiezan a marcar una tendencia en América Latina”.

No solo los políticos de derecha nutren sus aspiraciones y esperanzas con los resultados de las elecciones legislativas europeas. El presidente Petro, con su usual hipérbole maximalista, nos habla de que el resultado electoral anuncia que estamos ad-portas de que el nazismo se tome a Europa. Y, obvio, ante esa tragedia le corresponderá a él llevar sobre sus hombros la misión histórica de la salvación de la democracia en el mundo.

Dice Petro que “La extrema derecha gana [en] Europa. El siglo de las luces se apaga: es lo que llamo el 1933 global; la riqueza distribuida por el estado del bienestar ha anestesiado a los pueblos europeos y como en el pasado, reaccionan contra los éxodos que ellos mismos han provocado con sus guerras de conquista, convocando a los nazis. Reaccionan contra los pobres para defender la riqueza y el poder. No se han dado cuenta del ascenso del fascismo al poder. El faro de la democracia está, ahora, en América Latina”. Si uno se queda con la lectura del presidente de Colombia, Hitler ha reencarnado en la señora Le Pen o la ministra Meloni.

Ni tan tan, ni muy muy

Al analizar agregadamente los resultados electorales se puede observar la fuerza relativa de las tendencias ideológicas a nivel europeo. Aunque existen diferencias muy significativas considerando los países individualmente, estas se diluyen en el total ofreciendo así una mejor representación del verdadero sentimiento político que hoy inspira a los europeos.

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A pesar de toda la cantaleta sobre el gran ascenso de la derecha y la ultraderecha, las mayorías en el Parlamento Europeo para el periodo 2024-2029, siguen siendo conformadas con amplitud por la derecha moderada, el centro y los socialdemócratas. Además, esas mayorías son fuertemente europeístas y defensoras del proyecto político de la unidad y la supranacionalidad. El bloque centrista pro-europeo tendrá entre el 55% y el 65% de los escaños, una mayoría que les permitiría reelegir a la actual presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von de Leyen y comandar el proceso legislativo.

Es cierto que los partidos más nacionalistas, extremistas y de derecha mejoraron su desempeño, y tendrán incidencia en las comisiones y en el debate de iniciativas específicas. Sin embargo, están lejos de constituirse en una “marea negra” que transforme fundamentalmente la realidad comunitaria. El impacto de este ascenso no se puede despreciar pero quizás su principal relevancia se observa a nivel de algunos países cuyo giro hacia la derecha sí tuvo y tendrá un impacto significativo.

La señora Von de Leyen, presidenta de la Comisión Europea, resumió bien la situación cuando le dijo a CNN que "El centro se mantiene. Pero también es cierto que los extremos de la izquierda y de la derecha han ganado apoyo, y por eso el resultado conlleva una gran responsabilidad para los partidos de centro".

Midiendo fuerzas

En las elecciones parlamentarias europeas los electores llegaron a las urnas con un ojo puesto en Estrasburgo [sede del Parlamento Europeo] y con el otro mirando hacia sus propias capitales. Las elecciones europeas son mucho más que la elección de los representantes nacionales en el legislativo comunitario. De hecho en muchos casos son más importantes como escenario para medir fuerzas entre los diferentes partidos nacionales. Es cierto que lo que ocurre en las elecciones europeas es usualmente un buen indicador de para dónde va el agua al molino.

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En esta ocasión hubo un verdadero terremoto político en algunos de los principales países de Europa con ocasión de las elecciones europeas. Quizás fue Francia el país en el que se experimentó el impacto más significativo. La derecha radical liderada por Marine Le Pen obtuvo una victoria significativa al doblar en votos a la coalición del presidente de Francia, Emmanuel Macron. Esta situación llevó a Macron a jugarse el todo por el todo y convocar anticipadamente a elecciones parlamentarias para el próximo mes de julio. También se han sentido las réplicas en Alemania, Austria y Bélgica en los que se sintió un avance significativo de la derecha y de su ala extremista.

¿Quieren los europeos acabar la Unión?

Hay una fuerte discusión entre los analistas para determinar realmente qué quieren decir estos resultados. ¿Cuál es el mandato que surge de las elecciones parlamentarias europeas? Para algunos -particularmente en la derecha no europeísta- el mensaje es que llegó la hora de la soberanía nacional y el fin del experimento comunitario. Esa interpretación es bastante simplista.

Las elecciones europeas amalgaman las angustias políticas de los ciudadanos sobre la suerte de su propio país; los sentimientos sobre el desempeño de sus gobiernos y también sus frustraciones por los desaciertos de las políticas comunitarias, entre ellos los desafueros regulatorios de la burocracia en Bruselas. No son un veredicto definitivo sobre la Unión Europea como lo quieren presentar algunos o un juicio sumario a las políticas del progresismo centrista.

Las elecciones mandaron un fuerte mensaje de cambio dentro de la continuidad. Aquello que se dio es más una señal, una alarma, un llamado de atención, que le permitirá a Europa ajustar las políticas para preservar el espíritu comunitario. La ruptura con Europa, después del estruendoso fracaso del Brexit, no es una posibilidad en el horizonte cercano.

Cambios ineludibles

No es tan difícil saber qué cosas nuevas y qué cambios quisieran ver quienes emitieron un evidente voto castigo. El pobre desempeño del Partido Verde tiene un claro mensaje de que el extremismo ambientalista ya no está de moda en Europa. La montaña de regulaciones, prohibiciones y limitaciones que impone la legislación ambiental europea tiene saturados a los agricultores y a muchos otros empresarios. El costo de la burocracia europea también ha despertado una creciente inquina entre amplios sectores de la población.

Se ha destacado con demasiada frecuencia que las elecciones de junio las caracterizó un poderoso sentimiento xenófobo y de rechazo a los inmigrantes. Sin duda hay un malestar creciente con la llegada masiva de refugiados económicos y políticos a Europa. La actitud xenófoba está alimentada por la insatisfacción profunda con la situación de empobrecimiento y pérdida de empleos que afecta particularmente a los jóvenes. Está muy arraigada la sensación de que son los migrantes los que le están robando el futuro a las próximas generaciones.

Todo eso es cierto y obligará a la Unión Europea a revisar profundamente muchas de sus prácticas y de sus políticas. Y harían bien las autoridades europeas en escuchar con cuidado el mensaje más importante de todos, que se hizo evidente a lo largo y ancho de Europa.  Los europeos defienden su experimento colectivo, pero no quieren que ser parte de Europa signifique mayores restricciones y cortapisas a su libertad.
 

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