El caos político francés es tal, que el presidente Emmanuel Macron, luego de pasado casi un mes de las elecciones legislativas, todavía no ha podido formar gobierno.
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Los Juegos Olímpicos: una pausa en el caos político francés
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Desde Europa, en exclusiva para Cambio, el corresponsal Eduardo Sánchez hace un análisis del caos político francés, bien disimulado por los Juegos Olímpicos no obstante que, después de que ha pasado casi un mes de la segunda vuelta de las elecciones legislativas, el presidente Emmanuel Macron no ha encontrado el suficiente consenso político, siquiera, para designar Primer Ministro.
Por: Eduardo Sánchez
La extraordinaria ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Paris, realizada en pleno centro de la ciudad, dándole valor sus principales sitios turísticos, fue una nueva muestra, audaz y ambiciosa, del genio creativo y artístico de los franceses, así como de los principios de inclusión e integración que rigen la República desde la Revolución Francesa (“liberté, égalité et fraternité”). Genio que será muy necesario para que el presidente Emmanuel Macron logre resolver el enorme rompecabezas político que él mismo creó convocando elecciones legislativas anticipadas, acto que nada ni nadie le obligaba a hacer, y que, como estaba previsto, fueron ganadas por la izquierda y la extrema derecha.
¿Dos ganadores de la elección? Efectivamente, la ausencia de un único vencedor es una de las claves del problema. Comencemos entonces por los resultados.
Los 577 diputados elegidos el 7 de julio, en la segunda vuelta de las elecciones, pueden dividirse en tres grandes bloques:
La izquierda, que bajo el nombre Nuevo Frente Popular (NFP) reúne 4 partidos, consiguió 193 sillas, 49 más que en la anterior legislatura, repartidas así: la extrema izquierda Francia Insumisa (FI), 72; Partido Socialista (PS), 66; Ecologistas (EELV), 38; Partido Comunista (PC), 17.
Los macronistas, que cambiaron el antiguo nombre Renacimiento por el nuevo Juntos por la República (Ensemble): 99 sillas. Se les pueden añadir dos formaciones de derecha, Demócratas, 36, y Horizontes, 31, para un total de 166 sillas, 82 menos que en la anterior legislatura.
La extrema derecha del Reagrupamiento Nacional (RN), forma “desdemonizada” del Frente Nacional (FN) fundado por Jean-Marie Le Pen, nostálgico del nazismo, negacionista, xenófobo, nacionalista antieuropeo, racista y torturador durante la guerra de Argelia, dirigida por su hija Marine: 126 sillas, a los que pueden añadirse los 16 elegidos del partido A la derecha, disidentes de los republicanos gaullistas, para un total de 142 diputados, 54 más que en la anterior legislatura.
Por fuera de estos tres grandes bloques, quedan 76 escaños, repartidos en tres partidos, de los cuales el más importante es la Derecha Republicana, con 47 sillas, heredero en decadencia de los partidos gaullistas que gobernaron Francia durante muchos años.
De estas cifras, se deduce entonces que hay un gran perdedor, los macronistas, y dos vencedores: la izquierda del NFP, grupo con mayor número de elegidos, y la extrema derecha del RN, tercer grupo en número de diputados, pero con el mayor crecimiento y, sobre todo, con el mayor número de votos. En efecto, si se mira el número de votos y no los diputados, los resultados son: RN, 10,1 millones; NFP, 7 millones; Juntos, 6,6 millones; Republicanos, 2,6 millones.
Dos vencedores, entonces, pero virtuales: ninguno logra la mayoría de 289 diputados. Lo cual complica el siguiente paso: la selección, por el presidente Macron, de su Primer ministro. En pleno acuerdo con el carácter “jupiteriano” de Macron, la Constitución francesa le da total libertad para esta selección: ninguna directiva, ni siquiera un plazo a respetar. Todo lo que se espera es un respeto de la voluntad popular, que obligaría democráticamente a ofrecerle el puesto a un miembro del grupo con mayor número de escaños. Y, una vez nombrado, el primer ministro puede comenzar a trabajar, sin necesidad de una aprobación por el Parlamento. Con un pequeño inconveniente: una moción de censura la puede votar en cualquier momento el Parlamento que, en el caso de triunfar, conduce a su destitución.
En ausencia de un grupo mayoritario, la única manera de evitar la moción de censura es haciendo alianzas entre grupos, algo de por si difícil en la cultura política francesa y casi imposible en la situación actual, donde el centro y la derecha se oponen a toda alianza con el NFP y, del otro costado, la izquierda se opone a toda alianza con el RN.
Macron logró una primera alianza victoriosa entre los grupos de centro-derecha para la elección de la presidenta de la Asamblea, donde logró imponer a su candidata, Yaël Braun-Pivet, que ocupaba ya esta función en la legislatura precedente. Pero, seguramente, le será imposible imponer un candidato de su campo como Primer ministro, lo cual será considerado como una negación de la voluntad popular, originando seguramente un clima de descontento y de desafío hacia la clase política tradicional, dándole un impulso adicional a los extremos. Confrontado a este rompecabezas, Macron decidió … no decidir, aprovechando la pausa que le ofrecen las dos semanas de los Juegos Olímpicos y las tradicionales vacaciones de verano, donde la mitad del país se dedica al farniente.
Entre tanto, luego de 15 días de difíciles discusiones, los 4 partidos del NFP lograron ponerse de acuerdo en una candidata para el puesto de Primer ministro: Lucie Castets, joven (37 años), alta funcionaria de la alcaldía de Paris, desconocida del gran público, economista con excelentes diplomas (Sciences Po Paris, Universidad Fudan de Shanghai, London School of Economics, ENA), próxima del ala izquierda del PS, sin experiencia política pero con larga trayectoria de militantismo, especialmente en la defensa del servicio público y contra la evasión fiscal. Un acuerdo también fue logrado sobre el programa que aplicaría el NFP en el poder, donde aparece en buen lugar la anulación de la ley de reforma de la jubilación impuesta por Macron en 2023, sin votación, que hace pasar de 62 a 64 años la edad de jubilación. Es importante señalar que el RN también incluye esta abrogación en su programa. Otros puntos del programa anunciado por Castets son: una gran reforma fiscal; una mejora del poder de compra, gracias a una revalorización de los salarios; fin de la disminución de los servicios públicos.
¿Qué pasará después de esta pausa? Difícil saberlo, todas las apuestas son posibles y la misión parece imposible. Y unas nuevas elecciones legislativas, con una nueva disolución de la Asamblea, solo son posibles después de un año, en junio de 2025, como lo exige la Constitución. Y del manejo de esta crisis por Macron, ignorando el voto de protesta de los franceses, puede resultar un aumento del descontento popular, con una mayoría, esta vez no virtual, de la extrema derecha. Un pequeño consuelo para la izquierda fue proporcionado por el éxito de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, especie de victoria cultural de los principios combatidos por el RN. Y no hablo aquí únicamente de la presencia de travestis o la utilización de la simbología de la Ultima cena, actos que escandalizaron a conservadores de todos los pelambres, sino de la actuación de Aya Nakamura, la cantante francesa de mayor proyección internacional, actuación cuyo valor simbólico, más local, pudo escapar a muchos observadores colombianos. En efecto, el RN se había opuesto con gran firmeza a la representación de Francia por una artista negra, nacida de la inmigración y que canta mezclando el francés con palabras del argot utilizado por las juventudes populares, salidas igualmente de la inmigración africana. Colmo de la afrenta al RN, no solo Nakamura participó a la ceremonia: lo hizo saliendo del edificio de la venerable Academia Francesa, acompañada por una banda de la Guardia republicana, unidad militar de élite. Habrá que creerle a Gramsci cuando decía que la conquista del poder pasa primero por la conquista de las ideas.
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