Lo veían mis ojos y no lo podía creer: unas horas antes de las elecciones en Venezuela, varios políticos del petrismo se regaron en elogios sobre el sistema electoral de la patria en que nacieron Miranda y Bolívar, Mau y Ricky. No mencionemos a mi tío Ernesto, a quien imagino caminando en círculos en la sala de su casa mientras piensa estrategias para mejorar sus índices de aceptación en las encuestas: “¿y si me opero los párpados, como Santos? ¿Y si me pongo pelo, como Petro?”, cavila… Hasta que al fin se le prende el bombillo:
—¡Ya sé! ¡Seré veedor internacional de Maduro!
No mencionemos el caso de mi tío, digo, sino el de un Gustavo Bolívar que escribió: “Qué extraña la dictadura de Maduro: la gente puede hacer manifestaciones, ir a las urnas a votar en paz”. O Clarita López, para quien el sistema venezolano es “de los más confiables del mundo”. Para no hablar de Mafe Carrascal, aquella congresista propensa a debatir con una antorcha en una mano y una piedra en la otra, que esta semana en el momento de referirse al régimen de Maduro parecía la versión femenina de Henry Kissinger: la reina de la moderación y la prudencia.
Por si faltaran sorpresas, Berto redactó un trino prudente en que invocaba la paz mundial, era amable con Maduro y a la vez clamaba por una verificación internacional de los resultados.
Lo que hay que ver. Ahora el petrismo resultó tibio. Con la misma mano con que Berto insulta a los directivos de las empresas de energía —y los compara con Pablo Escobar—, redacta equilibrados comunicados mientras las barras bravas que lo siguen aplauden su nueva capacidad para sopesar las palabras y analizar matices. Es el nuevo Fajardo: el “Petardo”. En cualquier momento se deja crecer las greñas paisas, se viste con bluyines sin cinturón y publica en sus redes post its de colores con mensajes de superación personal, mientras Isabela Zuleta trata de quemarlo y él afirma que se siente contento, triste y tranquilo.
La única estridencia del trino de Berto fue aquel pedacito en que invocaba al espíritu de Chávez: por culpa de esa ligereza mi tía uribista está segura de que Berto no solo conoció al fantasma del comandante, sino que el comandante mismo tomó posesión de su cuerpo. Me imagino la escena: Chávez se hace presente como siempre en forma de pajarito, esta vez de perico: aletea sobre Berto durante uno de sus paseos al casco histórico de Panamá, y súbitamente se sostiene en el aire a la altura de la cara, lo llama Míster Danyer, le expropia los zapatos Ferragamo y le enseña a bañarse en tres minutos. Luego le dice:
—Gustavo Francisco: soy Hugo Chávez y hoy tomo posesión de tu cuerpo…
A lo que Berto responde:
—Sí, comandante, pero yo duermo desnudo.
—No importa, compañero —responde Chávez a través del periquito—: me arropo con el edredón de plumas de ganso.
—Tome mi cuerpo, jefe —le dice Berto, como si le estuviera pidiendo un masaje a Nerú.
Acomodado el comandante dentro del cuerpo del tribuno de Ciénaga de Oro, ordena al vacilante canciller Murillo no firmar la resolución de la OEA; organiza un Zoom con Lula y López Obrador que pudo haber sido un chat y elabora con ellos un comunicado a seis manos y 29 dedos en que olvidan condenar la violencia del régimen y conminan al pueblo a tener calma y a marchar por el andén.
Pero, por encima de todo, desde el cuerpo ajeno de Berto el comandante Chávez continúa impulsando una asamblea constituyente, o un proceso constituyente, o un fast track, o como quiera llamar al mecanismo que le permita absorber las instituciones para quedarse en el poder, tal y como mi tía uribista lo ha pronosticado en todos los chats, contra todo escepticismo. Ella ahora podrá decir, además, que contemporizar con Maduro en la semana más represiva de su régimen, como lo hizo el petrismo, es la prueba reina de que caminamos hacia el mismo destino: ¿tiene razón mi tía? ¿Nos convertiremos en otra Venezuela? ¿Escaparemos a pata por el Darién mientras el petrochavismo se instala por 25 años? En ese caso fue una tontería remodelar la cocina.
Imagino el escenario. Para entonces será el año 2049 y un delegado de la firma Thomas Greg & Sons notificará ante la tumba de Álvaro Leyva el fallo de indemnización en contra del gobierno, pero el doctor Leyva se encontrará más vivo que nunca: estará organizando los juegos intercolegiados que Berto prometió desde el lejano 2024. Hugo Ospina trancará la carrera 26 en protesta contra los nuevos Uber voladores, conducidos con inteligencia artificial: atrincherado con treinta de los suyos, les disparará con caucheras. El alcalde Juan Pablo Galán impondrá pico y placa todos los días, por 24 horas, mientras entra en funcionamiento el metro, cuya construcción ya va por su tercer pilar. Mau y Ricky inaugurarán su propio geriátrico. La décima esposa del veterano embajador en la FAO Armando Benedetti lo denunciará por maltrato. Nicolás Maduro estará viviendo en Marte con Elon Musk.
Y el propio presidente Berto hibernará en una recámara especial de Palacio desde la que se pondrá en modo privado cada dos meses, y gobernará a sus anchas: expropiará a todo empresario que no sea amigo de Laurita Sarabia; pedirá a Gustavo Bolívar que reparta cajas CLAP con alimentos que incluyan mermelada, en honor al ministro Bonilla; nombrará como registrador a Daniel Rojas para que retire las matemáticas del marco cognitivo de las elecciones y el petrismo obtenga por siempre la victoria, o desconozca la derrota con el respaldo del hijo de Maduro, el nieto de López Obrador y el bisnieto de Lula.
Y mi tía uribista, cuya cabeza sobrevivirá en un acuario gracias a la tecnología del momento, me lo reprochará de mala manera:
—¡Bienvenido al petrochavismo! ¡Y tú decías que eran ideas mías!
—¡Pero el ministro Cristo nos juró que Petro no se quedaría!
—¿Quién es el ministro Cristo?
—¡Un ministro de esa época! Salió exiliado. Ahora vive en Francia: tiene facilidades para el francés.
En ese momento, el comandante Chávez abandonará el cuerpo de Berto, pero los implantes capilares al fin habrán pegado, y lucirá una melena grande. Aunque no tan grande como la aceptación de mi tío Ernesto en las encuestas.
CIRCOMBIA VUELVE A BOGOTÁ EN AGOSTO
BOLETAS ACÁ
Apoya el periodismo que te gusta
Puedes cancelar en cualquier momento