Alfonso Hernández. Museo de América.
El Tesoro Quimbaya: la historia del ‘regalo envenenado’ que Colombia quiere que España le devuelva
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Una colección invaluable de piezas de orfebrería de la cultura colombiana ha estado en poder de España desde el siglo XIX cuando el entonces presidente la entregó a ese país sin consultarle a nadie. Ahora Colombia la quiere de vuelta. Esta es la historia de las piezas y por qué son tan importantes más allá del precio que hoy día puedan tener.
Por: Paula Bravo
Lo encontraron en el año 1891, cuando por encargo excavaban terrenos en busca de guacas, sepulcros indígenas, en la zona de Filandia, Quindío. Estos guaqueros, como se llamaba a quienes saqueaban los yacimientos arqueológicos, tuvieron que cavar unos dos o tres metros para hallarlo. De entre la tierra, en dos tumbas contiguas, empezaron a emerger estatuillas antropomorfas, narigueras, colgantes, collares, brazaletes, cascabeles, orejeras, un silbato y una trompeta que, tras siglos dormidos como ajuares funerarios, volvían a ver la luz.
Se cree que eran unas 433 de piezas de oro y tumbaga (aleación de oro con cobre), esculpidas con precisión y maestría. Se le conoce como el tesoro Quimbaya y es una colección invaluable de objetos de orfebrería de la cultura colombiana, tanto por el dominio de la técnica de la cera perdida como por la complejidad de la iconografía quimbaya.
Desde que fue desenterrada, la colección pasó de intermediario en intermediario, hasta que, al menos parte de él, terminó embarcada hacia España. Estas piezas son protagonistas de un capítulo polémico en la historia política y diplomática del país. Ahora vuelven a estar en la opinión pública porque Colombia quiere que vuelvan al territorio de donde nunca debían haber salido.
El entonces presidente Carlos Holguín Mallarino se lo regaló en 1893 a la reina española María Cristina de Habsburgo en agradecimiento porque en 1891 ella intervino en una disputa territorial del país con Venezuela. Holguín, sin permiso del Congreso, lo entregó a España como un “presente diplomático”.
En 2017, la Corte Constitucional de Colombia falló a favor de “amparar los derechos colectivos a la moralidad pública y defensa del patrimonio público” y ordenó al Ministerio de Relaciones Exteriores y al Ministerio de Cultura hacer todas las gestiones “diplomáticas, administrativas, jurídicas y económicas, necesarias ante el Estado español, con la finalidad de lograr la repatriación del patrimonio cultural” de la Colección Quimbaya. Pero hasta ahora no había habido un intento real, al menos público, por traer de vuelta el que ha sido reconocido como el más completo conjunto de orfebrería americana.
“Es un regalo envenenado”, dice el actual ministro de Cultura, Juan David Correa, en conversación con CAMBIO. En una carta del 9 de mayo, Correa y el canciller Luis Gilberto Murillo le piden al Gobierno de España que estas piezas retornen a Colombia.
“Nosotros no le decimos ‘tesoro’, lo llamamos colección. La idea de ‘tesoro’ es patriarcal”, aclara Correa en conservación con este medio. El ministro espera que la decisión de la sociedad española conceda que es necesario devolver el tesoro de los quimbayas al pueblo colombiano.
“Nos importa poco el precio, nos importa mucho el valor. Y el valor es inconmensurable, un valor cultural más allá de cualquier precio económico. En ese sentido, cuando uno le quita ese estrés de la posibilidad de rédito económico a la conversación, seguramente empieza a comprender que lo que hoy son unas piezas que se pueden exhibir en España, para nosotros pertenecen a una cultura que fue expoliada, que fue agredida por unos guaqueros colombianos, por un presidente colombiano que se saltó las leyes y tomó una decisión de espaldas a la Constitución”, le dice Correa a CAMBIO.
Este medio se puso en contacto con el Ministerio de Cultura de España para obtener comentario. “Informaremos cuando haya novedad el respecto”, respondieron vía correo electrónico.
La historia de la colección Quimbaya
El fallecido historiador Pablo Gamboa Hinestrosa describe el tesoro Quimbaya original como “exquisitas obras de arte de la más refinada orfebrería–, con un número indeterminado de piezas, constituidas como símbolos religiosos o emblemas jerárquicos precolombinos”.
Según el historiador, comprendía desde pequeñas piezas, “hasta un poporo de 35,5 cm de altura y 1.710 gramos” y pesaba más de 200 libras.
Pero de eso quedó poco.
A manos de la corona española llegaron solo unas 123 piezas. Muchas se perdieron en el camino del tesoro desde Filandia hasta Bogotá. Era usual en la época que los intermediarios reclamaran una quinta parte de los hallazgos.
“Hay distintas versiones de la historia del tesoro Quimbaya. Ser guaquero era un oficio particular y este fue un hallazgo intencionado. En efecto, hubo varios intermediarios y se habla de uno puntual, que sería el dueño del terreno, y a veces se mencionan funcionarios, mercaderes”, explica Héctor García Botero, director del programa de Antropología de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario.
Finalmente, el tesoro llegó a manos del Gobierno, quien lo compró por 70.000 pesos. Según Gamboa, el 20 de julio de 1892, Holguín anunciaba al Congreso que regalaría el tesoro.
“Es la colección más completa y rica de objetos de oro que habrá en América, muestra el grado de adelanto que alcanzaron los primitivos pobladores de nuestra patria. La hice comprar con ánimo de exhibirla en las exposiciones de Madrid y Chicago, y obsequiársela al Gobierno español para un museo de su capital, como testimonio de nuestro agradecimiento por el gran trabajo que se tomó en el estudio de nuestra cuestión de límites con Venezuela”, dijo el presidente.
En 1893, según escribió Gamboa, la colección fue exhibida en la Exposición Histórica, Natural y Etnográfica. Allí fue entregada a la reina regente María Cristina, quien a su vez lo entregó al Museo Etnográfico. En 1929 se presentó en la Feria Internacional de Sevilla y en 1945 llegó al Museo de América, en Madrid, donde permanece hoy día.
“La forma como salió esa colección arqueológica es triste y habla de nuestra convicción colonial, de las colonias sobre la ‘Madre Patria’, que seguramente era como el presidente Holguín le decía”, le dice a CAMBIO Nicolás Loaiza, arqueólogo y exdirector del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icahn).
“Los presidentes no pueden disponer de las cosas nacionales como quieran. El patrimonio, incluso el que no hemos excavado todavía, es inalienable e imprescriptible y pertenece a la nación”, agrega Loaiza.
¿Podría regresar el tesoro Quimbaya?
“Aunque el regalo fuera voluntario, ha afectado las formas en que la ciudadanía puede interactuar con el patrimonio arqueológico, las formas en las que imaginamos nuestra identidad, nuestro futuro y presente”, señala García Botero.
Loaiza coincide: “Los museos del mundo deben pensar si esos objetos y colecciones les fueron regalados en unas condiciones de inequidad y con unos pensamientos muy diferentes y que el mundo ya no está para eso”.
En términos estrictos, el Gobierno español no tiene la obligación de devolver la colección. Pero más allá de si el regalo fue “legal” o “ilegal”, según a quien se le pregunte, en la carta que envió el Gobierno colombiano al español se invita a tener una conversación sobre la descolonización de los museos y del patrimonio cultural, que es un proceso que ha avanzado en todo el mundo.
Para García, el foco no debe estar tanto en lo que pasó en el siglo XIX, sino en el hoy.
“¿Por qué insiste España en conservarlos ahí? ¿Por qué Colombia los quiere aquí? Esto es un problema de ahora, es una discusión abierta, compleja, no hay un procedimiento establecido que haya funcionado en estos casos. Hay unas normas y lineamientos internacionales, pero también hay una dimensión cultural que ambos países comparten”.
El ministro Correa tiene fe en los frutos del diálogo con España. Y, si la colección regresa, ya sabe dónde la exhibiría.
“Sería en un museo en Quindío, un museo concertado con las comunidades de los pueblos comunitarios. No haríamos nada desde el Estado central para apropiarnos de algo sin reconocer el valor regional que eso tiene”.
El significado del tesoro de los Quimbayas para Colombia no lo describe nadie mejor que el fallecido profesor Gamboa.
“Es lo que la Nefertiti, del Museo Egipcio de Berlín, representa para Egipto; lo que los frisos del Partenón, del Museo Británico, son para Grecia. O lo que para España significó la Dama de Elche, antes de ser devuelta por los franceses, en 1936; o el Guernica de Picasso, como símbolo de identidad y patrimonio nacional, mientras estuvo en el exterior”.
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