Crédito: Colprensa.
¿Hay maltrato contra los residentes e internos?: radiografía de un sistema de salud que les falla a los estudiantes de medicina
- Noticia relacionada:
- Ministerio de Salud
- Ministerio de Educación
- Medicina
En Colombia el maltrato y abuso laboral que sufren los residentes e internos de medicina es una realidad. La ola de denuncias públicas a raíz del suicidio de Catalina Gutiérrez, residente de cirugía de la Universidad Javeriana, deja ver la falta de garantías que tienen las instituciones y programas de medicina para los estudiantes que anhelan convertirse en doctores.
Todos los días, los residentes de medicina les recomiendan a sus pacientes dormir bien, comer sanamente, tomar descansos, evitar el estrés y tener buenos hábitos. Las mismas recomendaciones que ellos no pueden seguir, pues su trabajo supone sacrificios como no dormir, no comer, vivir en una presión constante e incluso no ir al baño por horas. Por eso, es irónico que el sistema de salud, que tanto promete cuidar a otros, le esté fallando a sus futuros médicos.
La situación se conoció con la imagen de una carta en la que la residente de cirugía de la Universidad Javeriana, Catalina Gutiérrez, se despedía de sus compañeros antes de cometer un acto suicida. El mensaje fue la punta del iceberg de una serie de maltratos que se registran en múltiples programas e instituciones del país.
Con la publicación de la carta y la noticia de la muerte de la residente, los testimonios de muchos otros doctores salieron a la luz: las denuncias por las extenuantes horas de trabajo, la humillación de los superiores, los castigos psicológicos e incluso físicos dentro de las instituciones y los programas médicos.
Frente a esto, la Universidad Javeriana emitió un comunicado, donde anuncia que se adelantarán reuniones con profesores, espacios de diálogos son diferentes especialidades y se acompañará dicho proceso con el apoyo de la Vicerrectoría del Medio para establecer la mejor ruta de acción.
Si bien es cierto que la Universidad Javeriana es la directamente implicada en el caso específico de la muerte de Catalina Gutiérrez, la realidad es que las denuncias que han compartido los residentes mencionan a muchas otras instituciones educativas que no se han pronunciado al respecto.
“Lo que aconteció, como profesionales de la salud, es un nuevo llamado al gremio para unirnos en una causa que desde hace mucho tiempo venimos trabajando: lograr que la salud mental sea una prioridad en los espacios donde nosotros nos formamos. Esto debe verse como un problema de salud pública que afecta a la sociedad en general”, menciona Leonel Vega, médico residente y jefe de residentes del programa de anestesiología de la Fundación Universitaria Sanitas, quien también fue presidente de la Asociación Nacional de Internos y Residentes (ANIR) durante el periodo de 2023 a 2024.
Las denuncias de los residentes por maltrato y abuso laboral
María Rey Salamanca, médica egresada de la Universidad Javeriana y residente del programa de cirugía general en 2020, compartió una carta en sus redes sociales donde expone las condiciones de trabajo inhumanas a las que se someten los residentes en los hospitales.
“Era normal tener horarios de 20 horas, no comer, no ir al baño, no compartir tiempo con nuestros familiares y ni mencionar tener espacios de ocio”, afirma.
Algo similar compartió María Alejandra Ocampo, egresada de la Universidad del Bosque y residente del programa de cirugía general de la Universidad del Rosario hace unos años. “Descansar, comer y dormir, son signos de "debilidad " y de "falta de carácter", expresa Ocampo en una carta difundida en redes sociales.
Según la experiencia del expresidente de Anir, las quejas por parte de los estudiantes son usuales. De hecho, menciona que en su periodo como presidente la asociación asesoró a estudiantes que habían sufrido acoso durante su residencia; “algunos de ellos tuvieron que retirarse de los programas y otros fueron expulsados por no tolerar este tipo de maltratos. Lamentablemente es algo muy frecuente”, expresa Vega.
Por su parte, Mauricio Torres Tovar, director del departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), asegura que el maltrato “es constante y cotidiano; se ve en la degradación verbal, en la formas de descalificar, ridiculizar y colocar cargas laborales. Esto se sintetiza en no reconocer al estudiante como un igual, sino como alguien inferior”.
Sin embargo, esto no solo pasa en algunas instituciones privadas y centralizadas; de hecho los testimonios de los programas rurales y las experiencias de los estudiantes en sus internados resultan ser igual de inhumanos y riesgosos para la salud física y psicológica de los médicos.
Frente a esto, en una investigación de CAMBIO, Catalina Cerón, médica egresada con honores de la Universidad Icesi y quien realizó su internado rural en el hospital de Quimbaya en Quindío, habló de su experiencia y denunció que durante su internado rural se registraban casos de estudiantes que trabajaban hasta 300 horas mensuales, sin derecho a días de descanso.
Por su parte, ni la Universidad ni el hospital se pronunciaron al respecto en aquel momento. Frente a la situación actual tampoco han emitido ningún comunicado.
Los tipos de maltrato que se registran en los programas médicos
Un estudio de Factores psicosociales en residentes de especialidades médicas en Barranquilla, publicado por la Revista de Salud Pública en 2022, muestra que para 2021 el riesgo de que la población de médicos residentes presentará burnout (respuesta inadecuada al estrés crónico laboral) era del 70 por ciento más que en el resto del personal médico.
Entre las principales causas, el estudio menciona el número de horas de trabajo, la poca libertad percibida para realizar actividades designadas, las cargas excesivas de trabajo y el elevado número de pacientes atendidos diariamente.
Frente a esto, Vega explica que “el maltrato físico no es muy común hoy en día, pero eso no quiere decir que no exista. En la actualidad el maltrato verbal, la sobrecarga laboral, las sobreexigencias a los profesionales que se dan por el abuso de poder, donde se asignan labores que no corresponden a los residentes, y el sobrepaso del número máximo de horas semanales son los tipos de maltrato que llevan a afectar más la salud mental de los residentes”.
Un estudio publicado por la Revista colombiana de cirugía, realizado con 238 residentes, determinó que en 2023 el 35,3 por ciento de los estudiantes sufrió acoso laboral y el 18,1 por ciento denunció acoso sexual en sus espacios laborales.
Frente a esto, la Federación Médica Colombiana (FMC) ha manifestado su rechazo sobre las denuncias de violencia y maltrato hacia los médicos internos y residentes. La entidad mencionó en un comunicado que “no son casos aislados, sino problemas estructurales que afectan a los profesionales en formación”.
Las afectaciones en la salud mental de los médicos
Una de las principales afectaciones que presentan los residentes e internos de los programas de medicina están relacionadas con la depresión.
En su testimonio, María Rey Salamanca, en su carta, habla de cómo los docentes reconocían que los estudiantes podían deprimirse o terminar con medicación psiquiátrica. En sus palabras, “hoy entiendo que en ningún sitio, en ningún programa, en ningún idioma eso es una charla de bienvenida; es una charla de advertencia”.
Según Torres Tovar, de la Universidad Nacional, quien ha investigado las consecuencias en la salud mental de los residentes, "en los estudiantes se manifiesta el síndrome del Burnout, y otro tipos de cuadros de afectación de la salud mental relacionados con depresiones e incluso suicido”.
El miedo a denunciar
Muchos estudiantes han realizado denuncias anónimas que se comparten en las páginas estudiantiles de las universidades. Sus testimonios son anónimos por el miedo a las posibles represalias que podrían ejercer los encargados de los programas o los médicos a cargo de su formación en las instituciones.
“Se trata de un asunto poco cuestionado donde las voces que protestan o denuncian esta situación son excluidas y castigadas”, expone Torres Tovar.
Ante esta situación, los residentes de cirugía pediátrica de la Universidad Nacional han publicado las cartas de quejas que le han enviado al programa, donde denuncian las múltiples situaciones de maltrato que viven los estudiantes.
“Hemos tenido que ser testigos de situaciones poco éticas que erróneamente hemos callado por miedo o impotencia ante comentarios como: “se quejan por todo” y “usted no sirve para esto”, entre otros. Todo lo anterior ha ocurrido en presencia de pacientes, familiares, enfermeras y otros trabajadores de la institución”, denuncian los residentes.
En los castigos que se registran dentro de los testimonios y las investigaciones realizadas por Torres Tovar, figuran el aumento de la carga laboral y la exclusión de procesos terapéuticos durante su formación.
¿Quiénes son los responsables del problema?
El entramado de acoso y abuso laboral resulta ser un asunto que se ha perpetuado de generación en generación. Los mismos médicos que hoy están a cargo de los programas sufrieron abuso físico, verbal o psicológico durante sus residencias. Lo que hace del problema una red compleja de violencia a nivel institucional.
“Es una situación histórica que tiene que ver con las maneras en que se organiza la formación al interior de los hospitales universitarios, donde el maltrato se va dando en cascada”, expone Torres Tovar.
Desde la perspectiva del director de Salud Pública de la Unal, el sistema se conforma por un conjunto de modos de actuar en la formación médica que tiene unas relaciones de poder verticales, autoritarias, patriarcales y machistas, con expresiones de violencia de género y de acoso laboral, que no tienen los controles adecuados por parte de las instituciones educativas ni de los hospitales.
Frente a esto, en teoría, el Ministerio de Educación es quien debe regular y certificar que un programa académico cumple con las leyes, entre ellas la ley de residentes de 2018, donde se estipulan los horarios y carga laboral que deben tener los estudiantes.
Sin embargo, según Leonel Vega, expresidente de Anir, esa vigilancia no basta para que se cumpla con el bienestar de los residentes e internos de los programas médicos.
En la perspectiva de Vega, uno de los principales problemas del sistema es que al ser programas de residencias, en donde los médicos se forman primordialmente en hospitales o centros de salud, la mayoría de las veces los estudiantes no están tan vinculados a la institución educativa.
En ese sentido, cuando ocurren situaciones de acoso o abuso, los residentes e internos deben acudir a las rutas de atención que brindan las instituciones de los programas a los que están inscritos, pero las instituciones muchas veces no están al tanto del funcionamiento interno de las clínicas o no se logran implementar medidas de prevención y atención efectivas.
Es decir, el estudiante se vincula al centro médico a través del programa de la institución educativa, quien debe velar por el bienestar del residente, pero realmente los futuros médicos pasan más tiempo en las clínicas que en la universidad y no hay una vinculación efectiva entre ambas entidades.
Según el director de Salud Pública de la Unal, ”un estudiante puede presentar quejas en algunas instancias, pero es difícil que eso tome trámite o que lo que plantea el estudiante pueda ser reconocido frente a la voz y el argumento del profesor”.
Por su parte, Vega expone que “a pesar de que existen las leyes en las instituciones educativas, estas no son acogidas por las instituciones hospitalarias”.
¿Cuál podría ser la solución al problema?
Ante lo acontecido esta semana en la Universidad Javeriana, Anir compartió en sus redes sociales un comunicado donde hacen una invitación a los decanos de las facultades de salud de Bogotá a iniciar un diálogo.
Sin embargo, Vega considera que “al ser un problema estructural tiene que plantearse una solución de raíz. El Ministerio de Educación y el Ministerio de Salud deben ser más rigurosos a la hora de otorgar los registros calificados a los programas de formación y que, dentro de estos requerimientos, se exija que los profesionales que forman a los estudiantes tengan las competencias para enseñar sin maltrato”.
Además, el médico hace un llamado a denunciar cualquier tipo de maltrato, acoso o abuso de poder en las entidades correspondientes, para que los funcionarios de la salud dejen de ser cómplices y se pueda tratar el problema de fondo.
Por su parte Torres Tovar, director de Salud Pública de la Unal, plantea que se debe implementar un protocolo a nivel nacional donde los estudiantes puedan informar y denunciar estos tipos de casos sin que haya repercusiones. En sus palabras, “para salir de esa situación se tendría que impulsar un movimiento de denuncia como un mecanismo para visibilizar todas las situaciones de maltrato y crear estrategias efectivas de prevención y atención”.
Por el momento, frente al caso particular de la Javeriana, fuentes de la Fiscalía confirmaron a CAMBIO que ya conformaron una mesa de trabajo élite, con funcionarios especialistas en este tipo de casos, para determinar si los hechos que rodean la muerte de la médica pueden ser investigados más allá del suicidio.
Apoya el periodismo que te gusta
Puedes cancelar en cualquier momento