La despensa está en riesgo
22 Diciembre 2022

La despensa está en riesgo

Crédito: Adobe Stock

A principios de 2022 una noticia encendió las alarmas en Colombia. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (conocida como FAO) incluyó a nuestro país dentro de la lista de los 20 países en riesgo de enfrentar hambre aguda.

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Paradójico, por lo menos, si se recuerda las cualidades de la geografía colombiana para producir alimentos: agua incesante, tierras ricas y variadas, diferentes climas sin estaciones y una riqueza extraordinaria de ecosistemas.

“Se ha dicho mucho que Colombia tiene el potencial de ser una despensa mundial, porque tenemos oferta de suelos y de microclimas, y esto nos permite producir todo tipo de alimentos en cualquier época del año, lo cual es una ventaja competitiva frente al mundo”, afirma Miguel Anderson Salazar, especialista en gerencia y gestión del riesgo para el sector agropecuario en Seguros La Previsora. “El reto hoy es que el campesino sea reconocido como un actor principal en Colombia, para que nos consolidemos en el objetivo de ser una despensa mundial y darles valor agregado a nuestros productos primarios”.

Un campo sembrado de retos

Para el especialista, actualmente son numerosos los desafíos que enfrenta el agro colombiano en su ruta hacia el desarrollo. Para empezar, el hecho de que “el universo de productores agrícolas está compuesto en su mayoría por pequeños productores, es decir, aquellos que tienen menos de cinco hectáreas”. 

De hecho, según Oxfam Colombia, nuestro país está entre los de mayor concentración de tierras en Latinoamérica: el 1% de las fincas más grandes ocupa 81% de la tierra. Esto, además de otros riesgos, implica que alcanzar metas de desarrollo entre un número tan alto de pequeños productores es difícil, y toma tiempo y recursos.

Por otra parte, dice Salazar, está la paradoja del agua: “Somos ricos en recursos hídricos, pero a pesar de eso no tenemos la suficiente infraestructura a nivel país para llevar el agua a donde se necesita para consumo humano o para los requerimientos de agro. Como ejemplo está el caso del arroz en el Tolima, que tiene los mejores rendimientos precisamente porque el departamento cuenta con distritos de riego para llevar el agua a los cultivos. Ese desarrollo de la infraestructura del agua debería replicarse a nivel país”.

El campo se debe pensar de manera integral, como es de integral la agricultura, explica Salazar. Pero, la pregunta que surge es cómo llevar al agricultor a ese nivel tecnológico para que pueda ser más eficiente, disminuir sus costos, mejorar su ingreso y ser más competitivo en un mercado global. “Falta una pieza clave y es que no está ocurriendo un adecuado relevo generacional, nuestra ruralidad está envejecida, y esto es porque los jóvenes piensan que no tienen futuro en el campo, más cuando han visto el ejemplo de sus padres, que han tenido que luchar tanto y no se ven recompensados”. 

Campo
Foto: Adobe Stock

Entonces, la revolución debe pasar por allí, para que la siguiente generación tenga educación enfocada en valorar la actividad agraria, “para pasar de pensar ‘tengo una finquita para cultivar’ a ‘tengo un negocio que debe ser rentable’. Esta educación no solo debe cubrir todos los aspectos técnicos, sino además los financieros, para que el productor vea su proyecto agrícola como una empresa”. 

Otro aspecto necesario que señala Salazar es la asistencia técnica, que debe llegar a los distintos tipos de cultivo y de explotación de animales. “Tenemos ejemplos buenos que se deberían replicar en toda Colombia, pero que son resultados de desarrollos particulares o sectoriales, como la asistencia técnica de la Federación de Cafeteros a través de su Servicio de Extensión”. 

La clave está en la reducción del riesgo

Para el experto, el desarrollo no llegará al campo sin herramientas financieras y de aseguramiento diseñadas específicamente para el negocio agrícola y sus particularidades, y acá surge un punto que está empezando a tomar relevancia en este sector de la economía colombiana: el riesgo.

Aparte de la inseguridad –el campo colombiano ha recibido históricamente los embates de la violencia–, actualmente existen riesgos crecientes para las actividades del campo, que dificultan al agricultor hacer planeación y predicciones sobre el rendimiento de sus proyectos.

El clima es el principal riesgo, y se evidencia en los diversos impactos que está enfrentando nuestro país por cuenta del Cambio Climático: “Sequías, inundaciones, heladas, vientos y su variabilidad… Estos fenómenos siempre han existido, pero antes se presentaban con una periodicidad muy espaciada y esto permitía que los cultivos fueran más resilientes para recuperarse. Hoy los fenómenos climáticos extremos están ocurriendo con mayor frecuencia y duración, y este cambio en las tendencias del clima se está convirtiendo en el mayor riesgo para la actividad agropecuaria. A este se suman las plagas y enfermedades, así como otros riesgos emergentes como el ingreso esperado por los productores y los vaivenes del mercado”.

El clima está dejando de ser relativamente estable a convertirse en un factor impredecible, y esto afecta de forma creciente al sector agro. “Los cultivos semestrales o de ciclo corto son los más propensos a enfrentar riesgos por variabilidad climática, es decir, el arroz, el maíz, la soya, la papa, el algodón… Los demás cultivos de ciclo largo son más resistentes a los riesgos del clima. Una sequía va a afectar terriblemente un cultivo de papa si no tiene riego garantizado, afectando sensiblemente su rendimiento y hasta ocasionando una gran mortalidad de plantas, mientras que lo hará en menor medida en un cultivo de café, donde la planta difícilmente llegará a morir pero sí se verá afectado su rendimiento, por ejemplo”, explica Salazar. 

Miguel Anderson Salazar
Miguel Anderson Salazar, especialista en gerencia y gestión del riesgo para el sector agropecuario en Seguros La Previsora
Foto: Seguros La Previsora

Cada sector agrícola tiene sus propias contingencias inherentes, así que el reto es mejorar en la gestión del riesgo. “En esta tarea es necesario que los agricultores se apoyen con las pólizas que ofrecen las aseguradoras, especialmente diseñadas para cubrir los factores que pueden afectar la actividad agrícola, como las que ofrece La Previsora”. Entre la oferta de pólizas de la aseguradora estatal están los seguros tradicionales de muerte de plantas o animales y rendimiento, seguros masivos por afectaciones a nivel región o país y pólizas de coberturas paramétricas basadas en un índice que se relaciona con la afectación al cultivo. 

Trabajar el campo es difícil, pero necesario. Sin una adecuada gestión agrícola, nuestra despensa, la de todos los colombianos, está en peligro, y de allí la necesidad perentoria de prevenir, de atenuar el riesgo y de hacer más eficiente el sector. 
 

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