El regreso de Barbra
26 Noviembre 2022

El regreso de Barbra

Crédito: Reuters

Tras un milimétrico esfuerzo tecnológico, la cantante Barbra Streisand rescata su primer álbum, grabado en 1963, y lo transforma en el que será, sin duda, uno de los mejores discos de 2022.

Por: Manolo Bellon

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La jovencita de 18 años quería ser actriz. Era el sueño de esta neoyorquina hija de una soprano que decidió no hacer carrera en la música y nieta de un cantor entrenado en técnica vocal que lideraba las oraciones en la sinagoga. Pero Barbara Joan Streisand –pese a tener una magnífica voz y a que cantaba en eventos familiares y del colegio– tenía como sueño las tablas. La música era solo un camino que la llevaría a cumplir su meta. Hizo de todo hasta que un amigo le sugirió entrar en un concurso de talentos en Lion, un bar gay en el Greenwich Village de Nueva York. Nunca había estado en un club nocturno. Es que apenas tenía 18 años en ese 1960. Sorpresivamente para ella, en medio de un atronador aplauso del público, ganó el concurso. El caso es que gracias a ese logro, un club a la vuelta de la esquina, el Bon Soir, que ya tenía algunas comodidades como un escenario con luces, la invitó a cantar allí. Por la acogida que tuvo, su contrato de dos semanas se extendió y se extendió y se extendió. Poco después, eliminó la segunda “a” de su nombre –que no le gustaba– y se convirtió en Barbra. La prensa se interesó en ella y, luego de dos años de estar allí, la disquera Columbia Records la firmó.

La idea inicial era grabar una de sus presentaciones para convertirla en su debut en el disco. Entonces, entre el 5 y el 7 de noviembre de 1962, se grabaron sus shows. Para Barbra el tema era claro: esa naciente carrera como cantante iba a ser el puente para llegar a la actuación.

"No resistí y me fui directo a Cry Me a River (...) una interpretación exquisita, casi a capella, donde saca todo el recurso vocal que luego la hizo famosa".

El columnista Robert Ruark dijo en 1963, luego de verla en el Blue Angel, otro club: “Su nombre es Barbra Streisand. Tiene 20 años y una voz de tres octavas y tiene más potencia dinámica personal que cualquier otra cantante desde Libby Holman o Helen Morgan. Puede cantar con más potencia que Ethel Merman, con más persuasión que Lena (Horne) o Ella (Fitzgerald), o con el desparpajo de una Sophie Tucker. Solo Barbra Streisand puede convertir Cry Me a River en algo comparable con Enrico Caruso en su primera fiesta con Pagliacci”.

Pues sí. Streisand había conquistado al público, como lo siguió haciendo por muchos años hacia adelante.

Pero su primer álbum no fue una de esas presentaciones en el Bon Soir, sino que la disquera hizo un disco, digamos, más normal, grabado en estudio y que llegó al mercado en febrero de 1963. The Barbra Streisand Album contiene ese mencionado Cry Me a River y Happy Days Are Here Again, que no figuraron en listas, pese a tener algo de difusión radial. La grabación en vivo dormía el sueño de los justos.

Es que la disquera vio que había problemas con la grabación. El sitio no tenía una acústica adecuada para hacer una grabación y en la pista de la voz de Streisand se filtraban los instrumentos, lo cual dificultaba una buena mezcla que permitiera lucir la voz. Las cintas de la grabación estuvieron guardadas durante casi sesenta años en los archivos de la galardonada cantante y actriz. Pese a esto, en 1991 algunas canciones se filtraron en Just for the Record, caja recopilatoria de cuatro discos.

El rescate de un álbum colosal

Pese a que hace años se pueden tratar las grabaciones análogas con tecnologías digitales, cuando se procesan esas viejas cintas se pueden hacer trabajos de limpieza y rescatar algunos elementos que la tecnología análoga esconde. Ha sido un trabajo de amor que ha rescatado infinidad de discos de miles de artistas que, gracias al proceso digital, suenan frescas, prístinas y como nunca se pudo imaginar que podrían sonar.

"El resultado final es un fascinante viaje al pasado para escuchar a una Barbra Streisand natural, cantando sin esfuerzo, con el único fin de entretener, sin preocupaciones y una maravillosa interacción con el público".

Esas cintas archivadas por tanto tiempo fueron analizadas por la propia Barbra y el compositor, ingeniero de sonido, programador, multinstrumentista, arreglista holandés Jochem van der Saag. Básicamente, lo que han hecho es suprimir algunos sonidos por medio de la eliminación de algunas frecuencias que corresponden a esos sonidos que se han “entremetido” de canales donde “ensucian” la calidad del resto. Artistas como el trompetista Herb Alpert, el tenor Andrea Bocelli, el cantante inglés Cliff Richard, Seal, Michael Bublé y otros han aprovechado su talento, gracias a la genialidad de Van der Saag para producir y manejar la consola en una grabación. El uso de cuatro estaciones de trabajo, una de ellas el cubase, le permite limpiar y procesar grabaciones, no solo crear música en ellos. Es esa habilidad, ese talento, que aplicó a esas viejas cintas de Streisand para recuperarlas.

El resultado final es un fascinante viaje al pasado para escuchar a una Barbra Streisand natural, cantando sin esfuerzo, con el único fin de entretener, sin preocupaciones y una maravillosa interacción con el público. La banda que la acompaña, liderada por el pianista Peter Daniels, incluye a un fantástico guitarrista Tiger Haynes, el bajista Averill Pollard y en la batería John Cresci. Es un conjunto discreto que apoya a la cantante, le da el soporte para que ella pueda entregar todos lo que su impresionante voz ofrece.

El recorrido por las 25 canciones tiene que arrancar por el corte 6, por aquello de la cantidad de comentarios que se han hecho sobre ella. No resistí y me fui directo a Cry Me a River. Sí, es una interpretación exquisita, casi a capella, donde saca todo el recurso vocal que luego la hizo famosa. Es una de las mejores versiones del clásico con cientos de covers.

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