30 Julio 2022

Koki Nakano y las músicas acuáticas

Desde hace seis años Koki Nakano, un pianista y compositor japonés, está en el centro de las miradas. Su último álbum, dedicado al mar, invita a hacer relaciones y comparaciones con otros músicos que han navegado en esas mismas aguas.

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Koki Nakano.
Koki Nakano.

Por Juan Carlos Garay
Hace apenas seis años el mundo empezó a conocer la obra del compositor japonés Koki Nakano. Sus presentaciones en centros culturales de París y su primer álbum, publicado por una casa disquera francesa, conmovieron a un sector de la prensa que alabó “su trabajo ecléctico y enriquecedor”. Su instrumento es el piano, que interpreta con mucha delicadeza y algo de misterio: uno se deleita, pero también se pregunta si esas melodías van hacia algún lado en concreto o son simples pensamientos errantes. En eso se asemeja mucho a la música del compositor francés Erik Satie, con quien han sido inevitables las comparaciones.
Solo que Nakano tiene a su favor un recurso adicional, propio de su tiempo. Al sonido del piano le suma algunos efectos electrónicos, logrados a través de computadores y que utiliza con sutileza. A veces un eco que puede resaltar el espíritu nostálgico de unos acordes; otras veces unas notas agudas se transforman en gotas de agua. Son trucos muy efectistas, desde luego, pero dejan en el aire una buena pregunta: si un compositor del Romanticismo, por ejemplo, hubiera tenido acceso a ellos, ¿no los habría utilizado también?
El nuevo disco de Koki Nakano se llama Oceanic feeling y está integrado por doce piezas cortas para piano y electrónica. El título surge de una carta que el escritor Romain Rolland le envió a Sigmund Freud en 1927. Rolland le confesaba al padre del psicoanálisis que había experimentado “una sensación de eternidad, como si me hiciera uno con el mundo exterior, con la totalidad”. A ese fenómeno lo llamaba la sensación oceánica.
https://www.youtube.com/watch?v=VU0WwRO8gF0

Ocean feelings
El disco de Nakano es la búsqueda de esa armonía ideal. El músico ha dicho que entre las cosas que más siente cuando toca el piano están la tensión corporal y la fuerza de gravedad ejercida sobre el teclado, que después se traducen en notas flotantes. La música de Oceanic feeling transcurre en una especie de oleaje; esas cascadas de notas que van y vienen podrían representar aquella idea de Rolland, la del individuo navegando y tratando de compenetrarse con su entorno. Pero, por otro lado, también ubican la obra del compositor japonés en algo así como un subgénero de la música clásica: las piezas que han buscado representar el mar.

El título de 'Ocean feelings' surge de una carta que el escritor Romain Rolland le envió a Sigmund Freud en 1927. Rolland le confesaba al padre del psicoanálisis que había experimentado 'una sensación de eternidad, como si me hiciera uno con el mundo exterior, con la totalidad'. A ese fenómeno lo llamaba la sensación oceánica.

La primera que viene a la mente es una suite sinfónica: El mar, del compositor francés Claude Debussy, que se escuchó por primera vez en concierto en 1905 y cuyas primeras grabaciones datan de 1928. Es una triada en la cual Debussy plasma sus recuerdos de infancia, cuando iba con frecuencia a la playa, y está llena de efectos en los cuales la orquesta evoca sensaciones como el vaivén de las olas, el agua salpicando a todos lados y el viento interactuando con el mar.
https://www.youtube.com/watch?v=3o8uUP0lS9c
Pero la más grandilocuente de las músicas marinas es la menos conocida Sinfonía del océano, del compositor ruso Anton Rubinstein. Es anterior a Debussy y hace parte de una estética diferente, la del Romanticismo. Rubinstein le dedicó media vida a esta composición. Fue creciendo y creciendo, como si hiciera cada vez más conciencia de la inmensidad del tema elegido. Una primera versión, fechada en 1851, representaba al mar en la forma de una sinfonía dramática pero convencional, con los acostumbrados cuatro movimientos. Luego, en 1863, la amplió para poder incluir los aspectos más calmados y contemplativos del océano, e incluso parece que camufló dentro de la partitura un antiguo canto de marineros. Pero no fue la última ampliación. En 1880 presentó una nueva versión, todavía más compleja. Ahora la sinfonía tenía siete movimientos (se dice que representan los siete mares) y una duración superior a los 70 minutos.

Me parece que esa versión definitiva comparte un mismo espíritu con un álbum emblemático del rock progresivo: Tales from topographic oceans del grupo británico Yes, que estaba estructurada en cuatro bloques gigantes de evocaciones espirituales y acuáticas que ocupaba dos discos completos.

Tales from topographic oceans

La misma intensidad, más condensada, la encontramos en un disco de 1995 grabado por el músico noruego Ketil Bjornstad. Con un título breve y suficiente, The Sea, está pensado para un ensamble poco usual de piano, violonchelo, batería y guitarra eléctrica, que la ejecuta el destacado guitarrista Terje Rypdal, también noruego. El punto de partida es un texto sobre las sirenas que, a su vez, remonta a los mares navegados por Ulises en La odisea. El mar que representa Bjornstad es entonces el mar de las aventuras y los peligros, de lo misterioso y lo desconocido.

Lo cual nos trae de regreso al presente, a la música del japonés Koki Nakano. En una entrevista en la que explicaba algunas partes de su obra, Nakano contó que quería representar el movimiento del cuerpo humano dentro del agua; no la natación olímpica que parece perfecta, sino la ralentización de nuestros músculos, la densidad líquida, la manera como el medio nos condiciona.
Eso, y también la manera en que cambia nuestra percepción auditiva cuando estamos debajo del agua. Algunos pasajes del disco recurren a ese efecto sonoro y el resultado es inquietante, en el mejor sentido. Son aspectos de la música que solo se pueden lograr gracias a la tecnología actual y a un talento particular, esa capacidad de fijarse en el detalle, en las sutilezas del mundo, que se asocia tanto con la cultura japonesa. La mirada en la minucia. Y también la audición, en este caso.

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