Los cien años de “Despedida a Patillal” o “Muchacha patillalera”
5 Julio 2022

Los cien años de “Despedida a Patillal” o “Muchacha patillalera”

A destacar, que la versión de “Muchacha Patillalera”, Colacho Mendoza la tituló, “Recuerdos de Patillal”.

Crédito: archivo particular

“Despedida a Patillal” o “Muchacha patillalera”, además de ser una de las más famosas creaciones musicales de Tobías Enrique Pumarejo Gutiérrez, Don Toba, fue una de sus primeras composiciones. Y bien vale la pena resaltar, que de esa, su primera etapa como compositor, fue uno de los pocos temas que lograron sobrevivir a la desidia a la que este magno compositor vallenato, sometió a su inmensa obra musical.

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Por Ricardo López Solano

Y rememorando entre las marañas de sus recuerdos más antiguos, Tobías Pumarejo me comentó en una de las tantas entrevistas que tuve la oportunidad de hacerle, que en sus vacaciones de colegio, cuando regresaba de Medellín donde se encontraba estudiando el bachillerato, a él lo iba a buscar a Patillal su padrino Rafael Lacouture. Y de Patillal se iban a caballo hacia San Juan del Cesar (Tobías Enrique se consideraba medio guajiro) en donde se la pasaba feliz con su hijo Erasmito. En San Juan donde cosechó muchas y buenas amistades, lo quisieron mucho los familiares de su abuelo Tobías Gutiérrez Romero, los Lacouture, entre ellos su madrina de bautizo y esposa de su padrino Rafael, María C. de Lacouture, y otros amigos, como el viejo Pedro Romero que también vivió en esta población antes de mudarse para El Copey, Cesar, donde le sirvió de alcahuete cuando se fugó con Doris del Castillo Altamar, la musa de “La víspera de año nuevo”.  Y es así como en su muy sentido tema “Muchacha patillalera”, en una de sus estrofas no solo incluyó a su musa, a sus amigos y a sus amigas de Patillal, sino que, por igual, extendió su despedida a sus amigos y a sus amigas de San Juan. Esta estrofa dice así: “Adiós queridas amigas/ adiós queridas mujeres/ adiós queridos amigos/ adiós queridas sabanas// me voy de Patillal/ me voy adolorido/ y esto a mí me está matando/ y esto a mí me parte el alma/”.

Y al seguir escrudiñando entre sus más remotos recuerdos, algunos de ellos perdidos para siempre, Pumarejo me comentó, que cuando compuso “Muchacha patillalera” él aún estaba tierno. Por ese entonces se encontraba estudiando en Medellín, de donde, había traído ropa nueva y buena. Y lo de su inspiración para componer este tema, de acuerdo con las pistas que me dio, y que más adelante recibí de otras fuentes, como el viaje a Medellín duraba de unos nueve a diez días, y como las matrículas del Colegio de la Universidad de Antioquia se abrían el 2 de febrero y las clases se iniciaban el 2 de marzo, que era un día, este último, al que le apuntaban como fecha límite para llegar a su destino, ojalá un poco antes. Así las cosas, con once días de anticipación, de Valledupar con sus amigos, queriendo pasar el domingo en familia, debieron salir el lunes 20 de febrero de 1922. Y de Patillal hacia la ciudad de los Santos Reyes, Tobías debió partir un día antes, el domingo 19. En ese orden de ideas, “Despedida a Patillal” o “Muchacha patillalera”, este joven despechado, debió componerla el sábado 18 de febrero ese año.   

¿Y por qué 1922 y no otro año? Por varias razones de peso. Una de ellas, porque Tobías Enrique Pumarejo me dijo que cuando compuso este tema él estaba muy tierno. Y porque, como complemento me refirió, que el viaje de Patillal a Valledupar, donde se iba a reunir con sus amigos para partir hacia la capital antioqueña lo hizo a caballo, ¿Y cuál fue razón que me dio?, porque, en ese entonces, por esa región no había carros. Lo que me direcciona al año 1922 que fue cuando llegó el primer carro a Valledupar, tal como lo precisa el respaldo de una foto que me facilitó el doctor Álvaro Castro Socarrás y su hija Laura, nota que al respaldo de esta foto escribió el padre de Álvaro, Rafael Castro Tres Palacios, quien, entre otros jóvenes vallenatos, fue compañero de estudios de Tobías Pumarejo en Medellín. Esta nota dice lo siguiente: “El primer carro que llegó a Valledupar en 1922 frente a la casa de Pedro Castro Monsalvo”. Por supuesto, este vehículo debió arribar a Valledupar, después que Tobías Pumarejo y sus compañeros de colegio, se encontraban en Medellín.

Y como para darle un mayor sustento a la fecha que tomó como inspiración de “Muchacha patillalera”, en una entrevista que en 1995 le hice a Ovidio Palmera Baquero, compañero en Medellín en 1921, le pregunté sobre las novias que ellos tuvieron en ese primer año de estudio. Y lo que me contestó es que ellos no habían tenido novias, porque en ese año los que tenían novias eran los mayores, José María y Rafael Castro Monsalvo de unos 20 a 25 años. Ellos eran unos pelados. Ovidio tenía 13 años y Tobías Enrique 14. 

Por el lado de Tobías, las pistas que de él tengo, se encuentran en línea con lo que me contó Ovidio. La Orquesta Magdalenense, de acuerdo con lo que me refirió este imberbe compositor, además de que no la organizaron con fines lucrativos, ellos eran unos jóvenes juiciosos: nada de alcohol, cigarrillo o cervezas. Por medio de la orquesta lo que sí consiguieron fue cierta influencia y muy buenas amistades. Los amigos e igualmente las amigas los llamaban para dar serenatas. Y en cuanto a novias, que también les sirvió como acercamiento a sus futuras conquistas, los integrantes de menor edad, entre ellos Tobías, lo que se puede deducir por lo referido por Ovidio Palmera, su actividad en este sentido se dio a partir de 1922.

En Medellín, en su primer año de estadía, buena parte de los estudiantes vallenatos, más un caleño, conformaron la Orquesta Magdalenense, lo que llevó a Tobías Pumarejo a componer su primera canción, “Mi Cabaña”, de la que no pudo recordar ni la letra ni su melodía, Y la que por supuesto, el año pasado cumplió cien años. Y como quien dice, aún que no existan rastros de su letra y de su melodía, fue su primera obra musical centenaria. A “Mi Cabaña” debió seguirle, no he encontrado otra composición a la vista, “Muchacha patillalera”. Y después de “Muchacha patillalera”, su siguiente composición debió ser “Morena dame un consuelo”, pieza musical, que al igual que “Muchacha patillalera”, se encuentra cumpliendo cien años, en la que además de expresar que se la dedicó a su primer amor: “En el mundo pasan cosas/ que parecen y no son/ cómo quieres que te olvide, mi vida/ siendo mi primer amor/”. 

A resaltar que en este tema, por primera vez utilizó el artilugio, que después, con algunos cambios, integró a otras tres de sus creaciones, “Pacha Rosado”, “9 de mayo” y “3 de marzo”, también conocida como “La muerte de Pedro Castro”: “Si yo pudiera volar/ bajo el azul de los cielos/ volaría hasta Patillal, oye mi vida/ para ver a quien yo quiero/”. Lo que tiene sentido, no solo por lo del primer amor del que adolorido se despidió con el tema “Muchacha patillalera”, sino que encontrándose ese primer amor en Patillal, y él en Medellín, para cubrir esa enorme, y por lo inhóspita, casi infranqueable distancia, un trayecto que recorrían en un promedio de diez días a lomo de mula, a pie, en canoa, en barco y en ferrocarril, solo volando como vuelan los pajaritos es que Tobías Enrique, en su febril imaginación, podría cubrir una distancia de tal magnitud, como para visitar a ese, su primer, pero no muy confiable amor, tal como se traduce de su letra. Y ese primer amor, al que Tobías se refiere en este tema, no podría ser otro que el de la muchacha que lo dejó adolorido y nostálgico esa noche de finales de enero de 1922, tal como lo manifiesta en este tema que acaba de cumplir los cien años de haber sido creado. 

Las musas de "Muchacha patillalera"

Cuando le pregunté a Don Toba que quién había sido la musa de “Muchacha patillalera”, me dijo que lo que recordaba era que a su musa le decían “la China Ochoa”, y que era una muchacha muy bonita a la que había conocido en el festejo de sus 15 años. Por ese entonces, 1932, aproximadamente, Tobías Enrique Pumarejo con unos 32 años, me comentó, que visitaba a Patillal montado en un caballo que por su color completamente blanco lo llamaba Papelito. Con la China Ochoa no llegó a nada serio porque, según me refirió él, se demoró en su propósito de conquistarla, y ella por su parte, terminó casándose con Silvio Buelvas con quien tuvo tres hijos, Leonor, Ruby y Garly. Finalizadas sus vacaciones Tobías volvió a Medellín a seguir con sus estudios tras dejar como recuerdo y para la eternidad, además de “Morena dame un consuelo”, una de sus mejores composiciones, “Muchacha patillalera”. 

Con la escueta información que Tobías Pumarejo me dio sobre su musa, me puse a la tarea de localizar a la China Ochoa o algunos de sus hijos o parientes. Y después de varios años de indagar por aquí y por allá, le pedí a una de las sobrinas de Pumarejo, Teresa Pumarejo Valle, Tere, que se encuentra residenciada en Patillal, que me ayudara a buscar algún contacto que me pudiera llevar a la musa de este clásico del vallenato. Y casi de inmediato, Tere me tenía ese contacto, Harold Molina, un primo segundo de la China Ochoa. Harold, muy gentil, me facilitó el número del celular de una de las hijas de la musa, Ruby, quien me comentó que su mamá se llamaba Margot Julia Ochoa Maestre, oriunda de Patillal, que había nacido el 11 de junio de 1917, y que con ella se encontraban residenciadas en Valledupar. En esa oportunidad hablé largo y tendido con Margot quien me ratificó lo que me había dicho Tobías Enrique. Un par de días después Ruby me envió a mi correo varias fotos de su madre, una de ellas de la época en que Tobías le dedicó “Muchacha patillalera”, y la verdad es que quedé sorprendido por su belleza y lozanía. 

Una nueva musa sale al ruedo

Por su parte, Iván Gil Molina, investigador de la música vallenata, hace algún tiempo me contó, que en 1966 él iba con su mamá, Julia Elena Molina Maestre, a llamar a la Bolivariana, antigua Telecom, para averiguar sobre el cupo de estudiante de su hijo, y cuando pasaban por el atrio de La Concepción, escucharon unos llamados de Julia, Julia, y era Tobías que se acercaba a saludar a su madre.  A lo que Julia le contestó, “ve sinvergüenza, qué es de tu vida”. Y acto seguido me presentó a Don Toba como su hijo mayor. Cuando Iván le dio la mano, Tobías Enrique Pumarejo le dijo, que él debía llamarse Iván Pumarejo, pero que su mamá prefirió al Cachaco Gil y no le paró bolas, a pesar de que le hizo un paseo muy bonito, y prosiguió a cantarlo: “He sacado este paseo para una dama del valle/ para una mujer bonita de la que de dudar no cabe/”. Con las Molina no tuvo suerte, continuó lamentándose Tobías Pumarejo, ya que Olga Molina Monsalvo, 1921-1925, (tía de Mono Quintero y prima de Iván Gil), tampoco le paró bolas, lo que de pronto fue por su timidez, por esa condición de mujer. Y ya para terminar sus vacaciones, continúo Pumarejo, quiso quemar el último cartucho y le compuso uno de sus mejores paseos, “Muchacha patillalera”. Para darle una serenata buscó a Arturo Molina, el papá del Cocha Molina, a Juan Manuel Martínez Molina y a Lucho Celedón, guitarrista de Patillal, al igual que llevó a varias amigas de Olga, y hasta Graciela, su hermana, y no hubo manera de que con 20 años, por ese entonces se asomara, lo que le dio mucho sentimiento y guayabo. Y un tiempo después de esa decepción, dijo que a “Muchacha patillalera” le había agregado un estribillo que dice: “Me voy de Patillal adolorido/ no hallo cómo coger ese camino/”. El encuentro se hizo tan largo, remató Iván, que terminaron donde Don Tito, hermano mayor de Tobías Enrique, y la cita en Telecom la perdieron. Años después, el 9 de abril de 1972, en las bodas de plata de Luis Enrique Martínez, se volvieron a encontrar con Tobías. 

Aparecen otras dos musas de “Muchacha patillalera”

Pero en lo que a las musas se refiere, las anteriores no fueron las dos únicas musas a las que Tobías Enrique Pumarejo les dedicó esta inmortal composición. 

Además de la primera musa de “Muchacha patillalera”, cuyo nombre hasta hoy se desconoce, musa de la que nos referiremos más adelante, hubo otras dos musas más que hasta el momento habían pasado desapercibidas, a pesar que desde 1995 se dieron a conocer en el LP, 201966, sello Fuentes, “La música Inédita de Guillermo Buitrago”, y en el CD, también del mismo sello y nombre, D10311, en las que figuran como autores de estas canciones, Andrés Paz Barros, Abel Antonio Villa, Esteban Montaño, Julio Bovea y Tobías Pumarejo, trabajos discográficos en los que se incluían dos de sus creaciones musicales más icónicas, “Muchacha patillalera” y “La cita”.  Temas estos que en acetatos, Isaac Villanueva y Mario Rincón, dos acreditados funcionarios de la casa disquera Fuentes, en unas de las visitas que hicieron a José María, Curro y Pedro Fuentes, tuvieron la oportunidad de llegar a los más antiguos archivos musicales de esta editora, en donde les fue posible rescatar joyas musicales de las que no se tenía noticias de que hubiesen sido grabadas por el inmortal Guillermo Buitrago, el Jilguero de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Cuando escuché por primera vez la versión de “Muchacha patillalera” interpretada por Guillermo Buitrago y sus muchachos, lo primero que pensé es que lo de Rosa Manuela de Patillal y Rosa Manuela de Pueblo Bello era inventos suyos, como para rellenar estrofas que se le habían olvidado, cuando Tobías Pumarejo en “El Rey de los Bares” de Valledupar, primero, y luego en El Club de la Paz, mediados de marzo de 1948, donde amanecieron cantando, entre otros, con Eloy Quintero Baute, abuelo del ingeniero agrónomo Rodolfo Quintero Romero.

Así siguieron las cosas hasta que el 26 de diciembre de 2021, el maestro Alberto Fernández me comentó de la realidad de estas musas, ya que él conoció a Rosa Manuela de Patillal, que se llamaba Rosa Manuela Celedón Daza (enero 10 de 1921- septiembre 5 de 1999) a quien conoció el 15 de mayo de 1937, aproximadamente, en las festividades del Santo Patrón de esta próspera población, San Isidro Labrador. Rosa Manuela se encontraba con una amiga, Meche Molina, con el hermano de Meche, el famoso guitarrista Arturo Molina, padre del Cocha Molina, y con Nel Martínez quien cantaba a dúo con Arturo. A Rosa Manuela de unos 15 a 17 años, una pelada bonita, según su concepto, el maestro Fernández volvió a verla en varias oportunidades en Patillal. Así que cuando Tobías Enrique le dio este tema para que lo grabara, el maestro no recuerda en qué sello lo grabó, y que contenía las mismas estrofas que las que grabó Guillermo Buitrago, ya sabía de cuál Rosa Manuela se trataba.

Un tiempo después, con la información que me suministró el maestro Fernández, llamé en Patillal al investigador y escritor de música vallenata, Juan José Corso Duque, y le pregunté si él conocía algún hijo o pariente de Rosa Manuela Celedón. Y lo que me dijo es que él tenía el número del celular de una de sus nietas, Lucy Álvarez Celedón. A Lucy la llamé y me Informó que ella se encontraba enterada de la mención de su abuela en el disco que grabó Guillermo Buitrago, y a continuación me tarareo apartes de algunas de las estrofas de ese tema que no grabó el Jilguero de la Sierra, y de paso me facilitó el número del celular de una de las amigas de su abuela, Hilda Martínez de Mindiola, que con 90 años se encontraba más enterada de estos pormenores.

Hilda, que según me contó, por ese entonces, tenía de 12 a 14 años, unos años menor que Rosa Manuela, recuerda que en Patillal, por lo pegajoso del tema de Pumarejo, todo el mundo la cantaba. Las siguientes son las estrofas que Hilda alcanzó a recordar y que no fueron grabadas por Buitrago: “Adiós Rosa Manuela la de Cobo Celedón/ que yo no me merezco entrar a ese salón// Le hice la visita/ que me pertenecía/ para que después no digan/ que yo no la quería//”.

Entre otros detalles, Hilda me refirió que Cobo Celedón se llamaba Jacobo Celedón Martínez, y que ella nació el 21 de septiembre de 1932. Si a este año le agregamos la edad probable que tenía Hilda por la época en que estas estrofas se hicieron populares en Patillal, podríamos asegurar que entre 1944 a 1946, Tobías Enrique cortejaba a las dos Rosa Manuela, la de Patillal y la de Pueblo Bello. Información que se alinea con el encuentro que se inició en “El Rey de los Bares” de Valledupar, entre Guillermo Buitrago, Tobías y Eloy Quintero Baute, y que terminó en el Club de La Paz.

En cuanto a la otra musa, Rosa Manuela de Pueblo Bello, hablé con Silene Palomino, esposa de José Antonio Pumarejo uno de los hijos de Tobías Enrique Pumarejo con Ruth Ladrón de Guevara, quienes viven en Valledupar. Pero como el padrino de bautizo de Silene vive en Pueblo Bello, y es un señor de edad, le pedí el favor que me averiguara con él si tenía conocimiento de una muchacha que por la década de los años cuarenta se llamaba Rosa Manuela, y que, en caso contrario, me averiguara con personas de edad de esa población, para en lo posible contactar a algunos de sus hijos o familiares. Pero infortunadamente por este lado no hubo avance al respecto. Sin embargo, pasado un tiempo Silene me puso en contacto con un profesor de Pueblo Bello de nombre Wilfrido Teherán. Wilfrido por su parte, contactó a un pariente de la familia Pumarejo de Valledupar oriundo de Pueblo Bello de nombre Pompeyo Villazón. Y el señor Pompeyo, de 90 años, le comentó que por ese entonces conoció en esta población a un muchacha morena clara, muy bonita que se llamaba Rosa Manuela Daza, afirmándole a Wilfrido que esa era la Rosa Manuela a la que él se refería. Unos días después, una amiga del profesor Wilfrido contactó a una hija de Rosa Manuela Daza de nombre Mercedes. Pero Mercedes muy tajante, le respondió vía WhatsApp que no le parecía que su mamá fuera la musa de “Muchacha patillalera”, porque por los años cuarenta ella se encontraba casada y con hijos. No dio más detalles ni quiso facilitarnos el número de su celular para contactarla. Por lo que supongo, que lo que Mercedes no quiere es que su madre se vea envuelta en una relación amorosa con Tobías Pumarejo, lo que no sería así, ya que en una de las estrofas de este inmortal tema que interpretó Guillermo Buitrago, Pumarejo deja claro que ninguna de las dos Rosa Manuela les respondió a sus pretensiones: “Adiós Rosa Manuela la de Patillal/ que tú no te mereces/ lo que yo te quería dar/ adiós, Rosa Manuela la de Pueblo Bello/ tampoco te mereces/ que te dé mi amor sincero//”. Esperamos que más adelante Mercedes me permita conversar con ella, con el fin de aclarar esta duda, ya que dos fuentes diferentes afirman que Rosa Manuela Daza es la otra musa a la que Tobías Enrique se refiere en la versión que el Jilguero de la Sierra Nevada de Santa Marta grabó en 1948 en el sello Fuentes. 

Muchacha patillalera

(Versión Guillermo Buitrago)

“Muchacha patillalera/ vengo a decirle una cosa/ estoy enamorado/ cuésteme lo que me cueste (bis)// Sí esa muchacha me quiere/ sí es verdad que ella es sincera/ aunque sus padres no quieran/ es maldad que se molesten (bis)// (Coro I)/ Adiós Rosa Manuela la de Patillal/ que tú no te mereces/ lo que yo te quería dar/ adiós, Rosa Manuela la de Pueblo Bello/ tampoco te mereces/ que te dé mi amor sincero// Adiós queridos amigos/ adiós queridos paisanos/ que yo viajo mañana/ y dejo solo la sabana// Adiós queridos amigos/ adiós queridos paisanos/ yo viajo mañana 
y dejo solo la sabana// Yo me siento entristecido/ de verdad me duele el alma/ consideren mi guayabo/ cuando yo parta mañana (bis)// (Coro II) / Adiós Rosa Manuela la de Patillal/ tú no te mereces/ lo que yo te quería dar/ adiós, Rosa Manuela/ la de Pueblo Bello
tampoco te mereces/ que te dé mi amor sincero// Adiós queridas amigas/ adiós queridas paisanas/ porque viajo muy pronto/ para la ciudad querida (bis)// Por esa morena linda/ por esa morena linda/ por esa morena linda/ son las quejas de mi vida (bis)// (Coro I) //”.

Lo que dice Consuelo Araújo Noguera, la Cacica, en su libro Vallenatología, página 125-Primera Edición, 1973, sobre  “Las sabanas de Patillal” o “Muchacha patillalera”:


Y el otro es “Las sabanas de Patillal”, donde Tobías Enrique pasó su mocedad y de las que se despide entristecido, al emprender viaje, a lomo de mula, hasta Valledupar, para seguir rumbo a Medellín, a continuar sus estudios de Bachiller”.


La siguiente es la versión de “Las sabanas de Patillal”, que la Cacica publicó en su libro de Vallenatología:


Adiós, queridas amigas, adiós, queridas mujeres/ adiós, queridos amigos, adiós, querida sabana:/ yo me voy de Patillal, yo ya voy adolorido,/ y esto a mí me está matando, y esto a mí me parte el alma.// Yo les digo a mis paisanos el profundo sentimiento/ que yo parto mañana para la ciudad querida;/ cuando de verdad se quiere, es/ verdad que hay sufrimiento,/ y es por eso que yo sufro y es triste mi despedida.// (Coro)/ Cuando uno se aleja, el corazón
vive lleno de pena y de dolor,/ si sabes que te quiero morenita,/ dame como recuerdo una caricia// Muchachas patillaleras, muchachas patillaleras,/ muchachas patillaleras, adiós queridas paisanas;/ es verdad que me entristecen los recuerdos de esta tierra,/ consideren mi guayabo cuando yo parta mañana.// Muchachos vengo a decirles, quiero decirles una cosa:/ que yo estoy enamorado, cuésteme lo que me cueste;/ si esta muchacha me quiere y es verdad que ella es sincera,/ aunque los viejos no quieran, es maldad que se molesten.// Cuando uno se aleja, el corazón/ vive lleno de pena y de dolor,/ si sabes que te quiero morenita,/ dame como recuerdo una caricia.//”.


¿Y quién podría ser la musa original de “Muchacha Patillalera”?

Por su parte, Tobías Enrique Pumarejo me comentó, que el nombre de este tema no era como en su libro lo tituló la Cacica, sino “Despedida a Patillal”, y que después se empezó a conocer como “Muchacha patillalera”. Y en cuanto al nombre de esa primera musa, de momento es una incógnita, lo que quizás, a estas alturas, sea muy difícil de resolver. 

Tanto en la entrevista que le hice a Pumarejo, como lo que dice la Cacica en su libro Vallenatología, y lo que me dijo sobre Margot Julia Ochoa Maestre, la China Ochoa, y sobre lo que le me refirió Iván Gil Molina, al igual que la Cacica, sobre Olga Molina Monsalve como la musa de “Muchacha patillalera”, es que después de componer este tema, Tobías Pumarejo partió hacia Medellín para continuar con sus estudios de bachillerato. Lo que aconteció a partir del lunes 21 de enero de 1922. Y como un refuerzo extra a lo referido con anterioridad, en una entrevista que Tobías le concedió en Radio Guatapurí a Jaime Pérez Parodi, aproximadamente en 1985, le refiere que su primera composición fue “Muchacha patillalera”. Lo que tiene mucho sentido, ya que parece que como de “Mi cabaña” ya no recordaba ni la letra ni la melodía, dejó de considerarla como su primera composición. Y como dice el dicho popular, todos los caminos conducen a Roma. Y Roma, para el caso que nos ocupa, no puede ser otra que Patillal, en el período en el que Tobías Enrique Pumarejo estudiaba en la capital de Antioquia.

Pero sucede que la China Ochoa, que aún vive, nació en 1917, y este tema Tobías Enrique se lo dedicó en 1932 cuando apenas cumplía los 15 años. Y por su parte, Olga Molina quien nació en 1921, por igual, Pumarejo se lo dedicó en 1941, cuando Olga tenía 20 años. Lo que quiere decir, que ninguna de las dos fechas encaja con lo de la época de estudiante de Pumarejo en Medellín, 1921-1925. Pero lo que sí cuadra con la China Ochoa son las visitas que Tobías hizo a Patillal montado en el caballo Papelito, que, aunque fue un poco anterior a el Alazanito, terminó por cederle su posición preferencial entre 1934 a 1938. Dato este último que también concuerda con la información que me dio Manuel Rodolfo Pumarejo, su sobrino e hijo mayor de Tito, su hermano, que con 96 años cumplidos me comentó que cuando estuvo, aproximadamente en 1936, con su tío Tobías en la finca Santa Elena en Camperucho, además del Alazanito, los otros caballos más cercanos a su tío se llamaban Papelito y el Oscuro.

Eso sí, lo que no cabe la menor duda es que en diferentes años Tobías le dedicó, como musas, “Muchacha patillalera”, a la China Ochoa, 1932, a Olga Molina, 1941, y a Rosa Manuela Celedón, como a Rosa Manuela la de Pueblo Bello, 1944-1946, con las que además de no haber llegado a buen puerto, con todas ellas se inspiró para agregarle nuevas estrofas a este clásico de la música vallenata. En cuanto al fracaso con la China Ochoa y con Olga Molina, así lo refirió Tobías Enrique Pumarejo, de manera independiente, a mí y a Iván Gil. Y en cuanto a que también fracasó con las Rosa Manuela, se deduce de la siguiente estrofa lastimera: “Adiós Rosa Manuela la de Patillal/ tú no te mereces lo que yo te quería dar/ adiós, Rosa Manuela/ la de Pueblo Bello/ tampoco te mereces que te dé mi amor sincero//”. 

Pero en el caso de Tobías Pumarejo, lo que si mostró fue una clara confusión con una de sus musas, la China Ochoa, con la que reconoció, en mi caso, como su musa original, pero ubicando los acontecimientos en el periodo en el que compuso este sentido e inmortal paseo. En el caso de la China Ochoa, de Olga Molina, al igual que el de las dos Rosas Manuela, como fue costumbre en este eterno conquistador de corazones de mujeres hermosas, aplicó en sus bellísimas pretendientes, la misma estrategia que utilizó con éxito con muchas de sus potenciales conquistas a las que le daba a entender que ellas eran la primeras musas de sus composiciones.

Lo de confundir y trastocar los hechos y las fechas de los acontecimientos, no fue algo esporádico en Tobías Enrique. Así se lo hice saber al escritor y periodista Alberto Salcedo Ramos, quien lo entrevistó en mi residencia en Cartagena, entrevista que publicó inicialmente en El Universal de Cartagena el 24 de febrero de 1991, “Don Toba Recuerda”, y que posteriormente incluyó en el libro Los diez juglares en su patio que escribió a dos manos con Jorge García Usta, entrevista que de mi parte le hice un listado de los aciertos y de desaciertos de lo que su entrevistado en esa oportunidad le refirió. De vuelta de correo esto fue lo que al respecto me contestó Alberto Salcedo:


“Hermanazo gracias por enviarme este texto y por esas anotaciones al margen tan ricas, tan autorizadas y generosas. Ponen claridad en muchos puntos. Yo te lo agradezco. Sé por experiencia que una de las mayores dificultades cuando uno entrevista a juglares ya mayores es lidiar con las imprecisiones que cometen al hablar. A veces te dan dos o tres versiones de la misma historia. De modo que tu texto, como te dije, es tan autorizado como certero. Te mando un fuerte abrazo. Agosto 23 de 2020”.


Revisemos la estrofas que sirve de coro en “Despedida a Patillal” en la versión que nos entrega la Cacica en su libro, Vallenatología, y dos de las estrofas contenidas en el tema, “Morena dame un consuelo”:

Coro de “Las sabanas de Patillal”


“Cuando uno se aleja, el corazón/ vive lleno de pena y de dolor,/ si sabes que te quiero morenita,/ dame como recuerdo una caricia.//”.


Lo interesante de esta estrofa que hace parte del coro en “Las sabanas de Patillal”, es que Tobías le dice a su amada, que si lo quiere que le dé como recuerdo una caricia. Lo que pareciera decir que eso era lo único que faltaba para sellar el amor entre ellos dos, lo que de pronto en esta época sería muy difícil de entender por cualquiera de nosotros, y en especial por los jóvenes, en donde las libertades que hoy en día se dan las parejas de enamorados son diametralmente diferentes. 

Al respecto leamos, en dos de los apartes de la entrevista de Diez juglares en su patio, lo que Tobías Enrique Pumarejo le cuenta a Alberto Salcedo Ramos:


“Lo dicen lo que saben, desde el sabio Salomón para abajo: no hay amor como el que se consigue con los ojos.

Los únicos que creen que esto es embuste, o asunto de viejos, son mis hijos.

Yo los entiendo: pueden arrimarse a las muchachas, salir con ellas a cualquier hora del día o de la noche, besarlas en público. Cuando quieren hablar con ellas, las buscan y hablan con ellas. Sin problemas.

En cambio, nosotros teníamos que hablar con los ojos para comunicarnos con las muchachas que nos gustaban. Era la única manera de conseguirlo, porque las tenían encerradas en sus casas, como protegiéndolas de un ventarrón, y no las dejaban asomar por las ventanas.

A veces pasaban meses sin que las pudiéramos mirar a los ojos. Y si no le mirábamos los ojos, ¿cómo iban a saber ellas que nos gustaban?

No es para darme fama, pero la verdad es que yo era el más experto del grupo en encontrarle la mirada a las mujeres. Esa era mi gracia. Les mandaba razones con alguien, silbaba debajo de las ventanas, organizaba peleas frente a sus casas para que ellas tuvieran el pretexto legitimo para asomarse y pudieran ver lo que decían mis ojos”. 


Y un poco más adelante, Tobías Pumarejo remata este aparte de la referida entrevista de la siguiente manera:


 “Para amar a las mujeres de mi tierra, hace 60 años, había que tener mucha paciencia. Que es lo que no tienen los muchachos de ahora. Imagínese usted un joven en estos tiempos esperando que una brisa le mueva la pollerona a su dama para tener la dicha de verle el pie ¡Imposible!”. 

¿Y qué tal una minifalda en 1932? ¡Ese hubiera sido mucho desbarajuste grande! Cada cosa en su tiempo, eso es todo. A mí, por ejemplo, me gusta mirar las muchachas con minifalda, porque parece que todo lo que por allí fuera a explotar. Ah, pero no crea que la pollerona de nuestras mujeres es insípida. No señor: esa también friega. Despacito, pero friega”.


Analicemos ahora las diferentes estrofas de “Morena dame un consuelo” que grabó en diciembre de 1950, Bovea y sus Vallenatos en la voz de Alberto Fernández Mindiola, sello Lyra, formato 78 RPM, serial 172, y que al igual que “Despedida a Patillal” está cumpliendo cien años de haber sido compuesta por Tobías Enrique

“Morena dame un consuelo”

(Paseo)

“Coro/ Morena dame un consuelo/ antes que el amor me mate/ porque tengo el corazón oye mi vida/ dividido en varias partes// Desde que Dios hizo el mundo/ la mujer engaña el hombre/ porque ellas se valen de eso morenita/ dicen que tienen razones// En el mundo pasan cosas/ que parecen y no son/ cómo quieres que te olvide mi vida/ siendo mi primer amor// Si yo pudiera volar bajo el azul de los cielos/ volaría hasta Patillal, oye mi vida/ para ver a quien yo quiero// Coro/ Morena dame un consuelo/ antes que el amor me mate/ porque tengo el corazón, oye mi vida/ dividido en varias partes//”.

Pareciera de acuerdo con el contenido de la tercera estrofa que su primer amor, que debió ser por correspondencia, le pidió a Pumarejo que la olvidara. Y como también podría traducirse del contenido de la segunda estrofa, también pareciera que su morenita amada, debido al tiempo y a la distancia que los separaba, ya hubiese iniciado una nueva relación amorosa. 

De ahí que, en la primera estrofa, la que sirve de coro, Tobías le diga, que lo de pedirle que la olvide le ha partido su corazón en varios pedazos. Y Tobías Enrique Pumarejo, impotente y angustiado, no encuentra otro recurso, por lo menos en su activa y desbordada imaginación, que la de emprender un viaje que lo lleve de Medellín a Patillal, pero no por vía terrestre, sino volando sobre el azul de los cielos. 

De ahí, tal como reza esta estrofa, ese es mi parecer, que un tiempo después de cartearse con su amada morenita, es que ella, por razones fáciles de suponer, le pide a su insidioso enamorado que la olvide. 

Tras el análisis de estas dos composiciones, podríamos asegurar, que para Tobías Pumarejo no solo se trató de su primer amor, sino de su primera frustración amorosa. Una de las tantas que sufrió a lo largo de su vida de conquistador empedernido, que a final de cuentas, una mezcla de conquistas y desengaños, fue lo que lo llevó a enriquecer, para la eternidad, su invaluable legado de composiciones pletóricas de sentimientos.

La versión de “Despedida de Patillal”, su nombre Original, que como tal, se registró en la Dirección Nacional de Derecho de Autor (DNDA) el 5 de agosto de 1994:


“Adiós queridas amiga/ adiós queridas mujeres/ adiós queridos amigos/ adiós queridas sabanas (bis)// Me voy de Patillal/ me voy adolorido/ y esto a mí me está matando/ y esto a mí me parte el alma (bis)// Digo a las patillaleras/ el profundo sentimiento/ porque yo viajo mañana/ para mi ciudad querida (bis)// cuando de verdad se quiere/ es verdad que hay sufrimiento/ y es por eso que yo sufro/y es triste mi despedida (bis)// Coro/ Me voy de Patillal adolorido/ no hayo/ como coger ese camino (bis)/ si quieres que yo vuelva, oye morena/ dedícame una lágrima siquiera (bis)// A nadie le mortifique/ porque a mí me pertenece/ me llamo Tobías Enrique/ pero Don Toba me llaman(bis)// El recuerdo de Patillal/ a todo el mundo entristece/ consideren mi guayabo/ cuando me ausente mañana (bis)// Muchacha vengo a decirte/ que yo estoy enamorado/ de una morena bonita/ cuésteme lo que me cueste (bis)// Si la morena me quiere/ y es verdad que ella es sincera/ y aunque sus padres no quieran/ es maldad que se molesten (bis)// (Coro)/”.


Sobre las diferentes versiones de “Muchacha patillalera”

A mi entender, la versión de “Muchacha patillalera” más cercana a la original es la que la Cacica nos entrega en su libro Vallenatología, y que tituló “Las sabanas de Patillal”.

 La versión que interpreta Guillermo Buitrago se encuentra direccionada, aunque conserva algunas de las estrofas de la versión que nos brinda Consuelo Araújo, hacia sus nuevas y últimas musas, que se sepa, Rosa Manuela de Patillal y Rosa Manuela de Pueblo Bello.

Entre estas, conserva de la Cacica, la estrofa V, para el caso de Buitrago corresponde a las estrofas I y II. Igualmente conserva, pero con modificaciones, la IV, V y VI estrofas, que en el caso de Consuelo Araújo corresponde a la estrofa I. 

Como estrofas nuevas encontramos, los Coros I y II y la estrofa IX.

En lo referente a la versión de “Despedida de Patillal” que se registró en la DNDA, se conservan, respecto a la versión de “Las sabanas de Patillal”, pero con pequeñas modificaciones las estrofas I y II que en la versión de la Cacica corresponden a la estrofa I.  

Se conserva en esta última versión, pero igualmente con pequeños cambios, la estrofa III y, que en el caso de la versión de Consuelo Araújo, corresponde a la estrofa II.

Pero con relación a los dos últimos versos del coro de la versión inscrita en la DNDA, o estrofa V, “Si quieres que yo vuelva, oye morena/ dedícame una lágrima siquiera//”. En “Las sabanas de Patillal” sus últimos dos versos del Coro II, dice: “Si sabes que te quiero morenita/ dame como consuelo una caricia//”.

En lo que respecta a la construcción de estos dos últimos versos, se ha presentado una controversia entre el ingeniero Rodolfo Quintero y mi persona. De mi parte digo que ambas estrofas son de Tobías Pumarejo, siendo la más antigua la de la versión de la Cacica, y el amigo Rodolfo Quintero dice que esta estrofa, que en una parranda canta Arturo Molina acompañado con la guitarra por Gustavo Gutiérrez, cree que su estructura corresponde a Gustavo, considerando que en el momento de recordársela a Arturo, se le había olvidado la que considera como estrofa original: “Si quieres que yo vuelva, oye morena/ dedícame una lágrima siquiera//”, la que Gustavo cambió por: “Si sabes que te quiero morenita/ dame como consuelo una caricia//”, que le parece menos poética. A Gustavo Gutiérrez le envié un mensaje para que me aclarara sobre este Particular, pero de momento no me ha contestado.

Analicemos la VI estrofa que se encuentra en la versión inscrita en la DNDA

“A nadie le mortifique/ porque a mí me pertenece/ me llamo Tobías Enrique/ pero Don Toba me llaman/”.

Esta estrofa no se encuentra ni en la versión de “Las sabanas de Patillal”, ni en la versión de Guillermo Buitrago. Y por supuesto no hizo parte la versión original, que desconocemos, porque Pumarejo cuando compuso esta canción, como el lo refiere, estaba muy tierno como para que antepusieran lo de “Don”. Por lo tanto, la construcción de esta estrofa es tardía.

A raíz del desaire de Olga Molina hacia Tobías Enrique, cuando en una serenata le dedicó “Muchacha Patillalera, cuenta Iván que en respuesta a su prima, Tobías le respondió con la siguiente par de versos: Me voy de Patillal adolorido/ no hallo cómo coger ese camino/”.

El primer verso aparece al comienzo de la estrofa II, y los otros dos versos se encuentran en la primera de parte del coro de la versión inscrita en la DNDA, pero no aparecen ni en la versión que recoge la Cacica, como tampoco hace parte de la versión de Guillermo Buitrago.

En cuanto a las estrofas que Tobías Pumarejo pudo haberle dedicado a la China Ochoa, cuando la entrevisté por primera vez, un poco antes del inicio de la pandemia, no se me ocurrió preguntarle qué estrofas recordaba de las que Tobías Enrique le cantó. Pero al volverla a llamar, el 5 de abril de 2022, su hija Ruby con quien hablé, me comentó que desde el año pasado su mamá comenzó a padecer demencia senil, pero que se mantendría pendiente, por si acaso llega a presentársele un momento de lucidez para preguntarle al respecto. Esperemos que en cualquier momento se dé esta oportunidad.

Otra estrofa de “Muchacha patillalera”

Francisco, 'Pacho', Pumarejo, uno de los hijos de Don Tito, entre los recuerdo que conserva de su tío, se encuentra esta estrofa que no aparece en ninguna de las versiones antes expuestas:

“Tengo herido el corazón/ porque el alma está llorando/ el recuerdo de Patillal a mí me está enguayabando/”.

De su tío, Pacho me comentó que tanto él como su papá tenían como 40 años de no ir a Patillal, a pesar de que esta población se encuentra cerca de Valledupar. Por su parte Tobías Pumarejo que no le agradaban los homenajes, por insistencia de su hermano Tito, que también iba a ser homenajeado como hijo adoptivo de Patillal, lo obligó a que lo acompañara. Un lindo homenaje, incluida una placa, que recibieron por parte de los patillaleros, el 25 de diciembre de 1985.

Musas de “Muchacha patillalera”

Rosa Manuela Celedón a sus 66 años. Pendiente la foto de la primera musa de “Muchacha patillalera” y la de Rosa manuela de Pueblo Bello.
Rosa Manuela Celedón a sus 66 años. Pendiente la foto de la primera musa de “Muchacha patillalera” y la de Rosa manuela de Pueblo Bello.
El primer carro que llegó en Valledupar en 1922. Foto Cortesía del Doctor Álvaro Castro Socarrás y su hija Laura.
El primer carro que llegó en Valledupar en 1922. Foto Cortesía del Doctor Álvaro Castro Socarrás y su hija Laura.
Tobías Enrique Pumarejo montado en uno de sus caballos favoritos, “Papelito”, con el que, en 1932, aproximadamente, visitaba a Patillal y cortejaba a “La China” Ochoa.
Tobías Enrique Pumarejo montado en uno de sus caballos favoritos, Papelito, con el que, en 1932, aproximadamente, visitaba a Patillal y cortejaba a la China Ochoa.

Discografía de "Despedida a Patillal"

La primera grabación de “Muchacha patillalera”, la hizo Guillermo Buitrago en acetatos en 1948, grabación que fue comercializada en 1995, LP, “Guillermo Buitrago Inédito”, sello Fuentes, serial LP 2011966, y en CD, del mismo nombre, serial D10311. Y posteriormente, en el CD, “La música inédita de Guillermo Buitrago", sello Fuentes, serial E30008.

A esta grabación, le siguió la versión de Colacho Mendoza que incluyó en el LP, “El campeón vallenato de 1969”-Nicolás 'Colacho' Mendoza, sello Caliente, serial LP 152-001.

Otra versión que le gustó mucho a Tobías, aunque se quejó de que le faltaron estrofas, fue la que grabó en el LP, “Mis sentimientos-Rafael Ricardo y su conjunto-canta Otto Serge”, sello Costeño-Codiscos, serial ELDS-20751.

Esta pieza musical también aparece en formato CD de “Fiesta Vallenata”, sello Sony, serial 51-473325. Igualmente, en formato CD este tema también aparece en el álbum, “Otto Serge-Rafael Ricardo-Los 30 mejores”, sello Codiscos, serial C10609.

El último intérprete que grabó este bello tema fue Iván Villazón, CD, “El Rey del Valle-Iván Villazón & Wilmer Mendoza”, sello Valledupar. El serial no figura en este CD.

Formato LP

A destacar, que la versión de “Muchacha Patillalera”, Colacho Mendoza la tituló, “Recuerdos de Patillal”.
A destacar, que la versión de “Muchacha Patillalera”, Colacho Mendoza la tituló, “Recuerdos de Patillal”.

Formato CD

CD

 

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