16 Septiembre 2022

Miguel Ángel Rojas en el espejo

Por estos días se presenta en la galería Casas Riegner una exposición que deja entrever algunos de los principales momentos de la trayectoria del artista Miguel Ángel Rojas.

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Miguel Ángel Rojas. Fotos: cortesía de la galería Casas Riegner.

Por Diego Garzón Carrillo
En una de sus obras más recordadas el artista Miguel Ángel Rojas buscó a un soldado que había perdido una de sus extremidades inferiores por caer en una mina quiebrapata. Lo invitó a que posara desnudo, a la mejor manera de la famosa escultura de su tocayo Miguel Ángel Bounarroti: como un guerrero -también desnudo- con la mirada digna de quien había derrotado a Goliat. El artista colombiano hizo su propia versión de David enalteciendo a otras de las víctimas de la guerra desde la belleza de un hombre que posa desnudo como si se tratara de una escultura del renacimiento. Justo “el estudio” de esta obra -la serie de retratos previos a la obra definitiva- se puede ver por estos días en la galería Casas Riegner, una gran exposición dedicada a la obra de este maestro, uno de los más representativos del país en las últimas décadas.

David
Esta fotografía forma parte de la serie de retratos previos que realizó Miguel Ángel Rojas para elaborar su versión del David, una alegoría a la famosísima escultura del Daviod de Míguel Ángel Buonarotti.


A finales de los años 70 Rojas comenzó a registrar con su cámara fotográfica el encuentro de hombres que iban a teatros tradicionales de Bogotá, como el Faenza, a tener sexo. Sus registros cumplían casi una labor periodística, desde la mirada de un orificio que le permitía espiar una práctica censurada por la sociedad. Ser homosexual era el peor de los pecados y en ese momento unas fotografías daban testimonio artístico de lo “prohibido”. Suena fácil, pero para la época no lo fue.
En medio de esa indagación, alguna vez un hombre se dio cuenta de que Rojas andaba con una cámara adentro del teatro y lo golpeó, rompiéndole las gafas y lastimando gravemente su visión. Así nació el título de una obra posterior, Corte en el ojo, en el que con un video repasa lo caminado en los entonces escenarios de dichos encuentros: los detalles de las sillas rojas vistas como un paisaje documentaban lo que había retratado con su lente.
A comienzos de los años 80 Rojas reprodujo con tierra caliza uno de los pisos de su casa natal en Girardot: la obra literalmente consistió en revivir ese diseño que para él representaban toda una clase económica, así como ciertas fachadas de casas o calles de barrio parecieran ser el sello de distinción de clase. Ese gesto artístico se tradujo en la obra Grano, y en la exposición actual se ve en una especie de urna la reelaboración de la instalación Cama -fotografías de ese piso de baldosas también impregnado de semen que recoge los dos aspectos antes mencionados: un “retrato popular” representado en ese piso y la imposibilidad de la homosexualidad en 1981, cuando realizó la obra.

 


Rojas también ha trabajado con hojas de coca y así comenzó a construir palabras y frases que, a primera vista, ofrecían prosperidad, bienestar y esperanza. En una de las más recordadas, Nowadays, reprodujo el nombre del título de una obra del pintor británico Richard Hamilton “Just what is it that makes today`s homes so different. So appealing”, algo así como “Qué será lo que hacen hoy a los hogares tan diferentes, tan atractivos”.
En la muestra de Casas Riegner, enmarcadas en formatos horizontales enormes, varias palabras escritas en hojas de coca se mezclan en lo que parecen nombres de los alias de algún traficante con el de personalidades mundiales: el material con el que están escritos los une, como una clara metáfora de la vida real, donde el problema de las drogas es una eterna cadena donde mucha gente, aparentemente con poco en común, está atada a lo mismo.
En la exposición también hay obras que aluden al daño ambiental por el derramamiento de petróleo como Caño Limón y también a los animales nativos del río Magdalena, recreando su silueta con hojillas de oro. Esta serie de trabajos de Rojas dejan ver el gran artista que es y su constancia durante décadas. No solo es una mirada nostálgica de los referentes que produjo décadas atrás sino la notable vigencia de sus obras recientes. Es una exhibición que bien vale la pena ver.

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