15 Agosto 2022

‘Noticia de un secuestro’, los diálogos con la realidad

‘Noticia de un secuestro’, reportaje magistral de Gabriel García Márquez que se publicó en 1996, ha llegado a las pantallas digitales a través de la miniserie del mismo nombre, bajo la dirección de Andrés Wood. Detrás del proyecto se encuentra Rodrigo García Barcha, hijo del escritor. Esta producción ya ha tenido una positiva aceptación por parte de las audiencias del ciberespacio.

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Cristina Umaña
Cristina Umaña interpreta a Maruja Pachón.

Por Sandro Romero Rey
Con la esperanza de que nunca más nos suceda este libro”, era la frase con la que Gabriel García Márquez terminaba, en 1996, la introducción a su extenso texto de “no ficción” sobre los tiempos de zozobra que vivió Colombia bajo el imperio de Pablo Escobar. Fueron 336 páginas frenéticas, escritas después de extensos diálogos con los protagonistas (en especial con Maruja Pachón y Alberto Villamizar). El resultado fue una obra intensa donde el desconcierto del lector reside en que nada de lo que allí se cuenta es ficción. Su autor se vuelve a poner el overol de periodista y consigue un retrato de su país, ad portas del final del milenio, después de haber escrito dos novelas de época y poco antes de enfrentarse a la lucha desigual contra el cáncer linfático y de escribir el primer y único tomo de sus memorias. García Márquez murió en 2014 y, al lado de su obra monumental, ha quedado una estela de producciones audiovisuales, una escuela de cine en San Antonio de los Baños (Cuba) y una intensa nostalgia porque su pasión por las imágenes en movimiento no tuvo la misma contundencia que la de sus catedrales literarias. Sin embargo, la vida se encargó de darle un honroso premio de consolación con la efectiva producción audiovisual de su hijo, Rodrigo García Barcha quien, desde el año 2000 dirige sus propias películas, ha sido director de fotografía, realizador de series para la televisión y productor de muchos proyectos. Es “un hombre de la industria”, como dicen los ejecutivos del gremio, que ha sabido guardar respetuosa distancia del nombre de su padre y, poco a poco, se ha consolidado como un creador con todas las credenciales como para nadar sin el salvavidas de su progenitor.

Juan Pablo Raba
Juan Pablo Raba, como Alberto Villamizar.


Poco a poco, el mundo del audiovisual se digitalizó. A pesar de las batallas que han dado los festivales de cine más prestigiosos del mundo, acerca de la pertinencia de las proyecciones en sala, los límites entre la televisión, las plataformas de internet y “el séptimo arte” se han ido cerrando, hasta el punto de que han tenido que establecer mutuas y profundas colaboraciones para que las unas no sucumban ante la contundencia de las otras. Por lo demás, la pandemia del coronavirus precipitó las decisiones y el streaming tomó un protagonismo definitivo en la carrera contra el destino del entretenimiento. En ese marco donde, en medio de Breaking bad o Juego de tronos nacen otro tipo de propuestas como la nueva Twin Peaks, Roma, El irlandés o La amiga estupenda, Rodrigo García ha encontrado una puerta de entrada para la adaptación de algunos libros de la literatura latinoamericana. Y allí ha dejado instalada la idea de realizar una extensa serie, de varias temporadas, a partir de Cien años de soledad. El asunto tiene tanto de largo como de ancho y resulta muy difícil opinar sobre un proyecto que pareciera imposible. Pero a veces en el mundo de la creación, cuando se apuesta duro, los resultados pueden ser mucho más sorprendentes que si se mantienen los límites de la prudencia. Aún es muy pronto para demostrarlo.

Rodrigo García Barcha es 'un hombre de la industria', como dicen los ejecutivos del gremio, que ha sabido guardar respetuosa distancia del nombre de su padre y, poco a poco, se ha consolidado como un creador con todas las credenciales como para nadar sin el salvavidas de su progenitor.


De todas maneras, Rodrigo García ya ha puesto sus antenas en América Latina, participando de productor (y a veces de realizador) en series como Santa Evita, a partir del libro de Tomás Eloy Martínez o de los seis capítulos consagrados a la adaptación de Noticia de un secuestro. Esta última, realizada en medio de la zozobra del coronavirus, es una adaptación libre del reportaje de su padre, la cual se está emitiendo por Amazon Prime Video y ya ha tenido una positiva aceptación de las nuevas e inasibles audiencias del ciberespacio. Ya sabemos que los libros y “las películas” navegan por aguas harto distintas y se hace a todas luces innecesario establecer comparaciones que no conducen a ninguna parte. Sin embargo, tratándose de un texto valiente y de un autor tan leído y, en particular, de un hombre que le apostó al cine tanto como a la literatura, se convierte en un ejercicio de sana curiosidad el establecer los puentes entre uno y otra. Lo primero que el lector se pregunta es cómo los libretistas (Verónica Triana, Andrés Burgos, Nubia Barreto, bajo la dirección del realizador chileno Andrés Wood) tomaron decisiones que parecen, por decir lo menos, extrañas. La más notoria es la de concentrarse en la historia de Maruja Pachón y Diana Turbay, omitiendo otros secuestrados que son igual de protagónicos en la historia original. El mismo García Márquez declaró en su momento que el libro no era la historia de “un secuestro” sino de muchos secuestros simultáneos, los cuales estaban conectados, para bien o para mal, por las manipulaciones siniestras de Pablo Escobar. Es curioso que la figura de Francisco Santos haya desaparecido de la adaptación (salvo su figura en un material de archivo al final de la serie) o la discreción con la que se mira a los colaboradores de Diana Turbay que sufrieron las mismas consecuencias del riesgo de sus respectivos oficios.
Juzgar desde la distancia es muy difícil, pero el espectador se vuelve perverso (todo voyerista decide saber más que el objeto observado) y se hace preguntas, en especial si es colombiano. Nadie pone en duda la factura general de la miniserie. Y, si imaginamos las condiciones de la grabación en medio de la obsesión sanitaria del planeta, la realización de Noticia de un secuestro debió tener ribetes heroicos. No obstante, uno se pregunta por qué se tomaron decisiones que resienten la unidad de los capítulos, en especial en lo relacionado a la construcción de personajes. Es evidente que la opción de conservar algunos nombres reales y de cambiar otros se debió a asuntos legales para evitar demandas. Pero las caracterizaciones no son homogéneas. Algunos actores (Constanza Duque como doña Nydia Quintero o el excelente Juan Pablo Raba como Alberto Villamizar; incluso Cristina Umaña como Maruja Pachón…) buscaron estrechas similitudes físicas en sus referentes reales, mientras que otros (Jairo Camargo, Majida Issa) prefieren construir sus roles sin necesidad de protegerse en equivalencias exteriores. Son estilos que un realizador de tacto como Andrés Wood equilibra y potencia. Sin embargo, hay roles como el del entonces presidente César Gaviria que confunden por su calculada fragilidad, la cual no corresponde ni al libro ni a los acontecimientos reales.

A veces en el mundo de la creación, cuando se apuesta duro, los resultados pueden ser mucho más sorprendentes que si se mantienen los límites de la prudencia. Aún es muy pronto para demostrarlo.


Por otra parte, en entrevistas, Rodrigo García ha hecho énfasis en que se trata de una serie donde los protagonistas no son los villanos, ni pretende ser una pieza más del “porno-narcotráfico” que inunda las pantallas del mundo. La intención, al parecer, era la de visibilizar a las víctimas de la tragedia. El problema es que, en términos dramatúrgicos, es muy difícil hacer avanzar la acción en la saga de un secuestro, en la medida en que el tiempo pareciera detenerse y lo que realmente empuja el interés es el entorno. En ese orden de ideas, fuera de la línea representada por Juan Pablo Raba, cobra especial importancia la saga de desorbitada violencia de los antagonistas. Ya no es “el patrón del mal” el que se roba la atención, sino sus esbirros, tan violentos y miserables como sus jefes. A veces pareciera que Cristina Umaña, Julieth Restrepo o Carmenza Gómez son “devoradas” por sus captores y termina teniendo más peso esta línea de la acción que el delicado desastre de sus tragedias.

Nadie pone en duda la factura general de la miniserie. Y, si imaginamos las condiciones de la grabación en medio de la obsesión sanitaria del planeta, la realización de Noticia de un secuestro debió tener ribetes heroicos.


No obstante, Noticia de un secuestro es un juego muy interesante en el ajedrez creativo de las nuevas series vía streaming. Como en la portada de la edición original del libro Noticia de un secuestro, hay que equilibrar muy bien las fichas para que toda la estrategia narrativa de un relato perfecto funcione dentro de los dispositivos de la imagen y el sonido. Después de las adaptaciones de Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera, El coronel no tiene quien le escriba, Eréndira y de los guiones como Tiempo de morir, Presagio, Los amores difíciles y Edipo alcalde, la versión de Noticia de un secuestro es un triunfo que la posteridad le otorga a Gabriel García Márquez para que sus historias tengan un espacio efectivo en la galaxia de los audiovisuales. Al contrario de lo que pedía su autor en el prólogo de su Noticia, el libro “nos seguirá sucediendo”, esta vez en el territorio de la ficción, para que las nuevas generaciones no solo recapaciten sobre nuestro siniestro pasado reciente, sino que sirva como invitación para degustar a un escritor que no debe cesar nunca. Un autor que en un agradecimiento, once capítulos y un epílogo libró una batalla para que la realidad no terminara devorándose a su fábula y sirviera de catarsis para una tragedia que ni las cámaras ni la literatura podrán nunca remediar.

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