Una novela de toros en tiempos de corrección política
15 Diciembre 2022

Una novela de toros en tiempos de corrección política

El escritor antioqueño Simón Ospina acaba de lanzar en España su segunda novela, 'Tirano melancólico', un libro que reafirma la frase de Hemingway de que "nadie vive por completo su vida, excepto los toreros".

Por: Simón Posada Tamayo

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El título de esta reseña tiene una trampa, un clicbait, tan común en esta era de internet: la novela Tirano melancólico, de Simón Ospina, no es una novela de toros. O al menos no es solo de toros. De hecho, en ella pasa solo una corrida de toros, que dura un par de páginas. Sin embargo, hay que titular de alguna manera una reseña de este iceberg literario –habla sobre la incomunicación en el amor y en la vida en general, la valentía, la muerte, el poder, la familia y un largo etcétera– que su autor construyó durante siete años. Algo similar dijo sobre este libro otro escritor antioqueño, Luis Miguel Rivas: "Podríamos decir que esta es una novela sobre el padre, con el peligro de reducir todo su universo a una temática que en realidad es apenas el punto de partida".

Para Rivas, entonces, es un novela sobre el padre, un padre insoportable –uno quiere gritarle "cállese, viejo loco" a las páginas del libro–, que se la pasa citando poetas y hablando por hablar, como un sirirí, esa ave de pecho amarillo, alas negras y grises, que picotea hasta la muerte a sus adversarios. Su nombre científico, Tyrannus melancholicus, le da título a esta novela.

El hijo de este padre se llama Ariel y es torero, y esta profesión termina siendo la gran metáfora de la novela: personajes que tratan de capotear los embates de la vida, románticos sin sentido a los que la muerte les zumba en los oídos y no se dan por enterados, todo escrito de una manera formidable, algo que no es menor en épocas en que cualquier fulano con una cuenta de Twitter es escritor o "columnista de opinión". Ospina tiene toda la caja de herramientas del español a la mano y la maneja como un maestro de orquesta, en completa armonía, aquí y allá.

Es el colmo tener que decir que esta es una novela "muy bien escrita", porque todas deberían serlo, pero estas aclaraciones son necesarias en nuestro tiempo. Quizá sea más preciso decir que Tirano melancólico está tan bien escrita como pocas novelas. "Esta novela tiene duende", dijo sobre ella la poetisa Lucía Estrada, usando esa expresión que se usa para las cosas que tienen encanto, atractivo, carisma o magia. 

Quizá sea más justo decir que esta novela se trata, más que de los toros o de la relación padre-hijos, de la imposibilidad de comunicarnos de los seres humanos. Somos la especie con el lenguaje más sofisticado y elaborado de la naturaleza en el planeta Tierra, hoy día nos comunicamos más que nunca y esta novela deja claro que mientras más hablamos menos nos entendemos. Los personajes de Tirano melancólico no paran de hablar ni de pensar, no paran de tratar de hacerse oír, y el libro transcurre así, entre una fiesta de matrimonio, una reunión en una finca, varias reuniones en las que todos hablan y hablan y beben y beben y nadie se escucha, en una soledad tremenda mientras están juntos. "Nadie oye a nadie, nunca puede ser otro título de la novela. Sin duda", confiesa su autor. 

Ospina dice que esto lo hace pensar en el ensayo de Michel Leiris La literatura entendida como una tauromaquia: "Y si tiro más del hilo de la incomunicación, y si los toros son una metáfora del arte y la escritura, y si el arte parte de una incomunicación, de un malentendido esencial, de una necesidad de expresión, pues entonces mi novela es una gran metáfora del arte o, por qué no, de la vida misma si convenimos, y en esto nadie quisiera estar en desacuerdo, que todos, absolutamente todos los mortales quisiéramos vivir por completo, a fondo, nuestra propia vida". 

Es aquí cuando cobra sentido la famosa frase de Hemingway que dice que "nadie vive por completo su vida, excepto los toreros". Y eso es lo que hace Ariel cuando en un avión a Madrid se lanza sin miedo a tener sexo con una azafata en pleno vuelo –pocas novelas han narrado tan bien esta fantasía universal–, o cuando, sin ninguna vergüenza, él ignora las palabras de su esposa en depresión y le dice "necesito comprar un toro", pasando por alto los múltiples pedidos de auxilio que ella le hace durante varias páginas de angustia existencial e incomunicación. ¿Quién, de verdad, "necesita" comprar un toro? Solo un loco, solo un torero. 

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