Una novela negra para amantes de Quentin Tarantino y los fantasmas
21 Diciembre 2022

Una novela negra para amantes de Quentin Tarantino y los fantasmas

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

El autor de la novela 'La última mano de Seisdedos' no tenía formación de escritor, estuvo dándole forma durante 22 años y la editorial Planeta decidió publicarla como una de las apuestas de fin de año. 

Por: Simón Posada Tamayo

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La última mano de Seisdedos (Planeta), la primera novela de Felipe Londoño, comienza con un epígrafe de Amazing, la canción de Aerosmith, que bien podría ser, también, el epitafio en la tumba de su autor. 

That one last shot's permanent vacation

And how high can you fly with broken wings?

Life's a journey, not a destination

And I just can't tell just what tomorrow brings

“Ese último trago son unas vacaciones permanentes / ¿Y qué tan alto puedes volar con las alas rotas? / La vida es un viaje, no un destino / Y simplemente no puedo decir qué nos va a traer el mañana”.

Cambio Colombia

Londoño ha sido diseñador gráfico, fotógrafo de modelos, director creativo de una agencia editorial, creador de más de diez revistas, gurú de redes sociales, estratega de un Guinness Record que recogió más de 150 toneladas de tapas de botellas, experto en transhumanismo y teoría del caos, piloto de crisis empresariales e institucionales, artista plástico, fotógrafo de paisajes idílicos en algodón de azúcar, cargador de cables en una película de Pedro Almodóvar, retratista de personajes y un largo etcétera en el que faltaba la faceta de escritor.

En el mundo del arte y la creatividad existen unas barreras autoimpuestas por los creadores que no permiten que puedan militar en más de un campo: un artista no puede hacer una ópera y, a la vez, tener una serie de pinturas al óleo. “Artistas integrales” suelen llamarse, con un tono despectivo y suelen ser vistos por muchos por encima del hombro, algo estúpido si se piensa que los límites son el mayor enemigo de las artes y la creatividad.

Sin embargo, a Londoño eso nunca le ha importado. Life's a journey, not a destination / And I just can't tell just what tomorrow brings. Hace cerca de 22 años empezó a dibujar lo que se convertiría en La última mano de Seisdedos. Él tenía formación en cine en Madrid y su manera de emprender la escritura de la novela fue, en un primer momento, haciendo una especie de storyboard como el de las películas. No conocía otra manera de hacerlo, así que echó mano de las herramientas que había aprendido de otras artes, y es por esto que este libro es bastante extraño y particular, porque podría decirse que no es una novela para leer, sino para ver: se lee de un tirón, se esfuma entre los dedos del lector, como algodón de azúcar.

La última mano de Seisdedos está construida con puestas en escena. El narrador y los personajes no dicen cosas, las muestran. No es una novela para escritores, sino, más bien, para amantes de la imagen, amantes de Quentin Tarantino y del género pulp, repleta de acción, escenas escatológicas e inquietantes que mantienen de principio a fin una tensión entre lo real, lo sobrenatural y la alucinación producto del delirium tremens que sufre su protagonista, Hermenegildo Seisdedos, un matón gitano y alcohólico al que lo persiguen los fantasmas de sus víctimas. 

Desde el primer párrafo uno no entiende qué está leyendo ni qué está pasando. Es una novela que invita a darse cachetadas en la cara para entender si lo que se va leyendo en verdad está ocurriendo en sus páginas: “Manoteaba sin compás y con rabia, como quien se sacude un enjambre de abejas. Intentaba quitarse de encima a un joven de facciones finas, quijada partida y cejas claras que combinaban perfecto con sus zapatos de hebilla dorada. A trancos pausados y parejos, caminaba ahora junto a él y por momentos encima de él. Con una mano dentro del bolsillo de su chaqueta de tweed verde trébol y la otra acompañándose el ritmo de la pierna izquierda. De haber estado vivo no cabría junto al borracho sobre el adoquín disparejo del estrecho andén. Sin inmutarse se fundía por partes a los muros de los edificios de ladrillo manchados por la mugre de años”. 

“Personajes, atmósferas y situaciones memorables hacen parte del universo interno del protagonista que vive entre fantasmas. Sin duda, estamos ante una de las más potentes novelas negras que se hayan escrito en la Colombia contemporánea”, afirmó la editorial. 

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