¿Créditos para salir de pobres?
26 Agosto 2022

¿Créditos para salir de pobres?

Crédito: Yamith Mariño

Un estudio demostró que entrar al sistema financiero puede incrementar el ingreso de los micronegocios, aumentar el bienestar de sus propietarios e impulsar la movilidad social.

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En el mundo de los micronegocios hay dos maneras de ahorrar y de acceder al crédito: la informal y la formal. La informal consiste en guardar la plata debajo del colchón y, eventualmente, pedir plata prestada bajo la modalidad del gota a gota, que cobra intereses diarios y crecientes. La formal consiste en abrir una cuenta de ahorros en una entidad bancaria y, eventualmente, acceder a un crédito a tasas vigiladas por el mercado.

Basado en una información del Dane, la firma Inclusión SAS se dio a la tarea de observar los beneficios y defectos de cada actitud y encontró que quienes se decantan por los métodos informales tienen menos bienestar y tienden a persistir más en la pobreza que quienes se deciden por la formalidad.

El estudio, titulado "Cómo contribuyen los productos de crédito y ahorro a la reducción de la pobreza y a la creación de emprendimiento sostenible", desmontó, de paso, ciertos prejuicios alrededor del tema de los micronegocios.

La gente piensa, por ejemplo, que todos los negocios informales con los que se tropieza en las esquinas y en las aceras de las ciudades son creados únicamente para subsistencia. El estudio halló que esto solo ocurre en el 34,8 por ciento de los casos. En las otras dos terceras partes, dichos negocios han surgido por una oportunidad de negocio, por tradición familiar o porque lo heredaron de algún pariente o amigo, o para ejercer su oficio, carrera o profesión, De hecho, el 75 por ciento de estos negocios son unipersonales.

 

En 2019, según el Dane, había 5,9 millones de micronegocios; el 71 por ciento, ubicados en las 24 principales ciudades del país. Aunque el 61 por ciento de los emprendimientos se inició con ahorros de sus propietarios y solo una tercera parte fueron creados como única fuente de ingresos, la mayoría de los dueños de micronegocios son pobres o vulnerables: 24,4 por ciento son pobres, 35,5 por ciento son vulnerables y 29,6 por ciento son clase media. 

Para crecer, solo 18 por ciento solicitó un crédito en 2018. Entre estas solicitudes, el 70 por ciento se tramitó en el sistema financiero formal, mientras que el 14 por ciento se tramitó en la modalidad del gota a gota. 

Ahí empiezan las diferencias entre los micronegocios. Cuanto menos recursos tiene el propietario, es más probable que ni siquiera intente pedir un crédito al sistema financiero formal, porque piensa que se lo van a negar. Además, se topa con que el trámite es difícil porque existe muy poca información sobre su negocio. Algo similar ocurre con las cuentas de ahorro. 

Roberto Angulo, socio fundador de Inclusión SAS, plantea que lo interesante del estudio es que, cuando se mide el resultado de todos los créditos –formales e informales–, los gota a gota no tienen efecto sobre el ingreso de los propietarios. Tampoco sobre su bienestar. En cambio, cuando se evalúa solo el crédito formal, se nota que sí hay un aumento en el ingreso y en el bienestar de los propietarios.

El ahorro también juega un papel clave. Si se deposita el dinero en una entidad financiera, el ahorro mejora el bienestar del propietario y el desempeño de su micronegocio. En cambio, tener la plata debajo del colchón no ha demostrado mejorar el bienestar ni el desempeño del negocio. 

Así las cosas, piensa Angulo, “los bancos podrían diseñar productos de ahorro para microempresarios, con el objetivo de empezar a incluirlos en el sistema financiero, porque ya sabemos que este producto tiene un impacto sobre el desempeño; es decir, la gente sí lo va a usar en beneficio del micronegocio. Además, va a tener impacto sobre el bienestar del propietario y, así, va a tener impacto sobre la meta de reducción de la pobreza. Después, se podría pensar en productos de crédito”.

Como muchos de estos micronegocios ya utilizan canales digitales de pago, como las billeteras virtuales; y como estos canales también son utilizados para entregar transferencias monetarias justamente a la población pobre y vulnerable, estas herramientas podrían vincularse a nuevos productos de ahorro y crédito, y tendrían un impacto positivo sobre la reducción de la pobreza y la desigualdad, argumenta Angulo. 

Las pymes se comportan de manera muy similar. Un estudio de Eafit encontró que las barreras de acceso a créditos formales y productos de ahorro para las pequeñas y medianas empresas son casi las mismas que para los micronegocios, lo que impide el crecimiento de la compañía y la mejora en la calidad de vida de los propietarios. Esas barreras tiene que ver, sobre todo, con la poca información que hay sobre esas empresas, lo cual hace que el trámite para la liberación de un crédito sea largo y difícil.

Por la misma falta de información, las tasas de interés son más altas para esos créditos aprobados, algo que sucede también con los micronegocios, porque no se sabe qué tan alto es el riesgo de mora. 

Pero si se acelerara en el país la implementación del sistema de finanzas abiertas, los bancos podrían cruzar información, por ejemplo, con las Cámaras de Comercio, y saber más sobre sus potenciales clientes, aprobarles mejores créditos y diseñar productos que se ajusten a sus necesidades.

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