Violencia económica contra la mujer: algo muy común de lo que poco se habla
25 Noviembre 2022

Violencia económica contra la mujer: algo muy común de lo que poco se habla

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

Las mujeres que se dedican al cuidado del hogar o de la familia u otras personas son más vulnerables a sufrir maltrato solo por no tener autonomía sobre sus ingresos.

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Después de terminar el bachillerato, Alicia se dedicó al cuidado del hogar y quedó viuda a los 40 años, cuando su hijo menor tenía 15 años; así que tuvo que trabajar como secretaria y lavando ropa para terminar de pagarle la educación. Como el hijo logró una mejor vida profesional que sus hermanos, terminó a cargo de todos los gastos de su mamá, pero de vez en cuando le reclama a Alicia que sus hermanos no aporten económicamente –aunque se encarguen de labores domésticas–, o que sus costos médicos son altos. Casi a sus 70 años, Alicia es víctima de violencia económica. 

Las mujeres que dedican su vida a labores de cuidado son mucho más vulnerables a violencia económica, pues no tienen autonomía sobre sus ingresos, ni tampoco aseguradas vivienda, atención en salud y alimentación. Según el observatorio de la Consejería Presidencial para la Mujer, en 2020 el 39,1 por ciento de las mujeres del país no contaba con un ingreso propio, en contraste con el 16,7 por ciento de los hombres en esa misma situación. 

En las zonas rurales la brecha es más amplia. Allí, 51,8 por ciento de las mujeres no tiene ingresos propios, versus el 11,3 por ciento de los hombres. En las ciudades, la proporción de mujeres sin ingresos propios es de 36 por ciento; la de hombres, 18,4 por ciento. 

Pero ni siquiera tener ingresos propios garantiza no sufrir de violencia económica. Olga Amparo Sánchez, coordinadora de la Casa de la Mujer, explicó que muchas mujeres entregan cada mes su salario completo a sus esposos, compañeros o al hombre de la casa para que administren los recursos. Y aun sin entregar sus recursos, las mujeres están expuestas a violencia económica en sus propios hogares.

Sánchez añadió que otros casos comunes se dan en las separaciones. Lo común es que los jueces determinen que el mantenimiento de los hijos se divida en partes iguales, pero en promedio las mujeres reciben salarios 30 por ciento inferiores a los de los hombres, por lo que estas cuotas limitan su capacidad de ahorro, o incluso puede imponerles responsabilidades por encima de sus capacidades de pago. 

A eso se suman los casos en los que en las separaciones de bienes los hombres transfieren bienes y propiedades a nombre de otras personas, para no dividirlos con sus exesposas, o cuando alegan problemas emocionales o psicológicos en ellas para invalidar sus reclamos e incluso quitarles patrimonio. 

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“Es un camino muy tortuoso para las mujeres porque generalmente la violencia económica va articulada a violencias de tipo psicológico, físico e incluso sexual. Para una mujer es una situación de vulnerabilidad muy alta porque a veces los entornos familiares o los entornos de amigos o amigas no contribuyen mucho a generar un entorno protector”, admitió Sánchez. 

Su sugerencia es crear una política pública que no solamente atienda en el momento la denuncia de violencia contra la mujer, sino que también haga seguimiento al caso, que cree mecanismos en los que se le dé más valor a lo que cuentan las mujeres y haya también prevención de nuevos casos.

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