La arremetida contra Spotify
7 Febrero 2022

La arremetida contra Spotify

Logo de Spotify

Crédito: Reuters

El gigante de 'streaming' se convirtió en la más reciente compañía tecnológica en verse involucrada en un escándalo de desinformación y censura. Estos son los entretelones de la controversia.

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Por Enrique Santos Urzola

Los primeros indicios de esta controversia comenzaron cuando una carta firmada por 270 profesionales (doctores, educadores, científicos, etc.) empezó a circular por las redes. La carta le pedía a Spotify que aclare su políticas en torno a la desinformación médica y mencionaba al podcaster Joe Rogan como uno de los agentes que ha esparcido tal desinformación. Pero el episodio estalló realmente cuando Neil Young, el rockero de los 60, hizo un llamado similar a la compañía y les dictó un ultimátum: “Spotify puede tener a Rogan o Young, pero no a los dos”.

Joe Rogan ExperienceEn su carta, Young acusó al podcaster (Rogan) de desinformar sobre las vacunas del covid-19. El rockero afirmó que debido al alcance masivo del pódcast  —The Joe Rogan Experience— aquella desinformación debía estar fomentando la incertidumbre que muchos tienen sobre vacunarse y, por lo tanto, contribuyendo a incrementar el número de muertes por covid. En otras palabras, Young estaba manifestando que Spotify, al ser la plataforma de Joe Rogan, estaba siendo cómplice del podcaster.

Tras la despachada de Young, su contemporánea Joni Mitchel, los Sussex –Harry y Megan–, al igual que un coro de voces menores se sumaron a la demanda contra Rogan. Esto incitó una verdadera oleada de atención mediática en contra de la compañía, pero aún así, Spotify se mantuvo firme con Joe Rogan y efectivamente retiró el catálogo de Young.

Neil Young
Spotify retiró el catálogo de canciones de Neil Young, leyenda estadounidense del rock, de su plataforma. Vrédito: Reuters

Unos días después, el CEO de Spotify publicó una carta en su blog en la cual prometió hacer más claras las reglas de la plataforma en cuanto a su contenido, pero afirmó que no desean asumir el rol de censores. Además, anunció que los contenidos que tengan que ver con el covid-19 llevarán un aviso similar a los que ya existen en Twitter e Instagram; estos le permitirán al usuario acceder a información sobre el covid-19 que provenga de instituciones oficiales.

Diferentes voces ya han salido a criticar fuertemente la respuesta de Spotify; consideran que los avisos no sirven para nada y que la compañía se está escapando por la tangente.

Por su parte, Joe Rogan publicó un video en el cual se mostró receptivo a las críticas y prometió balancear las perspectivas en su pódcast. Sin embargo, también arremetió en contra de las acusaciones de desinformación: “El problema que tengo con el término ´desinformación´, especialmente hoy en día, es que muchas de las cosas que fueron etiquetadas como desinformación hace muy poco ahora son aceptadas como ciertas. Por ejemplo, hace ocho ocho meses, si uno hubiera dicho ´si estás vacunado igual puedes contagiarte de covid y esparcirlo´, te podían expulsar de ciertas plataformas de redes sociales”.

Rogan utilizó argumentos similares para referirse a la eficacia de los tapabocas de tela y a las teorías sobre el origen del covid-19.

En algunos medios se llegó a especular que la controversia fue la razón por la cual las acciones de Spotify sufrieron pérdidas en las últimas semanas. En el mejor de los casos, la afirmación es engañosa. Todo el mercado de valores ha tenido una caída fuerte desde el comienzo de enero hasta ahora, lo que se refleja claramente en el comportamiento del índice Nasdaq. Además, la acción de Spotify venía en picada antes de la controversia de Rogan. Pero la caída de las acciones le ha servido a sus contradictores para presionar a la compañía.

Con la rapidez que opera el ciclo mediático en Estados Unidos, la controversia ya está perdiendo fuerza y parece ser que lo peor ha pasado para Spotify. Pero eso no evitó que la compañía sigilosamente eliminara de su plataforma alrededor de 113 de los episodios del pódcast de Rogan. Lo hizo en medio del escándalo que empezó cuando se viralizó una compilación de diferentes ocasiones en que Joe Rogan ha usado insultos raciales en su pódcast. En respuesta, el podcaster publicó otro video en el cual pidió perdón y dio explicaciones.

No pasará mucho tiempo antes de que explote un nuevo escándalo de este tipo: Netflix y Dave Chappele, Twitter y Donald Trump, YouTube y Pewdiepie… sí hay una cosa que está clara, es que la puja cultural por la moderación de contenidos en las redes digitales apenas comienza.

El trasfondo mayor

Joe Rogan no es un podcaster cualquiera. De hecho, de acuerdo con las cifras de Nielsen, Rogan tiene una audiencia exponencialmente más grande que los nombres más reconocidos de los medios de antaño, lo que en Estados Unidos han denominado como “legacy media”. Se estima que 11 millones de personas ven cada episodio del Joe Rogan Experience.

Spotify claramente reconoce el valor de Joe Rogan, y fue por eso que le ofreció un contrato de exclusividad por más de 100 millones de dólares.

La popularidad de Rogan tiene mucho que ver con la polarización de la sociedad estadounidense y la creciente desconfianza en los medios tradicionales. Según el ´barómetro de confianza´ de Edelman –una empresa de consultoría de mercado– menos de la mitad de los estadounidenses confían en los medios tradicionales. El 58 por ciento de los encuestados creen que “la mayoría de los noticieros están más preocupados con apoyar una línea ideológica o una posición política que en informar al público”. 

La presidencia de Donald Trump es sin duda uno de los factores que más ha contribuido a esa situación, pero Edelman señala que la desconfianza hacía los medios es común en varios países de occidente, aunque en menor medida que en Estados Unidos.

En este contexto hiperpolarizado y de baja confianza las compañías productoras de contenido como Spotify y YouTube se han convertido en el campo de batalla para este tipo de pujas. Y aunque el problema pareciera girar en torno a la desinformación, en realidad tiene un trasfondo que involucra la competencia entre nuevas expresiones mediáticas (pódcasts, youtubers, etc.) y los formatos establecidos, al igual que los choques culturales que inevitablemente suceden cuando las dos mitades de un país habitan realidades fundamentalmente diferentes. No es una coincidencia que las fuerzas que han descendido sobre Spotify son casi que en su totalidad voces a la izquierda del centro político.

Esta guerra por la moderación de contenidos ya está llevando a la creación de todo un ecosistema digital paralelo. Los conservadores consideran que sus puntos de vista son tratados injustamente por compañías como Twitter e Instagram, y nuevas plataformas con un compromiso más abierto con la libertad de expresión como Rumble, Gettr y Parler han empezado a surgir como alternativas.

Rumble ya ha aprovechado la controversia para hacerle una oferta a Rogan de pasarse a su plataforma.

En términos de la polarización social, que tanto daño le está causando a los Estados Unidos, este es un desarrollo preocupante. Si las cosas siguen así y los conservadores empiezan a armar sus propias plataformas, esto solo va a incrementar la ya enorme brecha entre progresistas y conservadores. Y a dificultar la convivencia social en el país del norte.

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