Mauricio Gómez, descanso obligatorio
14 Mayo 2022

Mauricio Gómez, descanso obligatorio

Recuerdos de Alberto Casas, amigo del periodista que falleció este viernes, 13 de mayo, en Bogotá.

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Viajábamos a Cali en un avión de Avianca a 30.000 pies de altura, Mauricio Gómez y yo para concurrir a un partido de fútbol de Millonarios contra el Deportivo Cali y hablábamos de periodismo; él me explicaba la importancia de su trabajo como reportero gráfico en el periódico El Nuevo Siglo, cerca o detrás de la portería en la que se esperaba más probabilidad de un gol y la emoción derivada de acertar con el movimiento del jugador para producir la mejor fotografía con el balón, el atacante y el portero en la misma imagen y manipular el negativo en el laboratorio para hacerla más atractiva. De inmediato le dije: -usted lo que necesita es hacer televisión; tenía ojo de fotógrafo “con el poder congénito de corregir el mundo según el modo en que lo miren”.

¿Y eso cómo sería?, me preguntó. Facilísimo, le respondí, el Noticiero 24 horas, que yo había fundado, es suyo. Quedó pensativo y después de muchas vueltas en su cabeza, aceptó. Mauricio se había graduado de abogado pero no se interesaba mucho en la ciencia jurídica aunque era claro que el derecho como formación cumple su propósito a tutiplén.

Se interesó en las artes gráficas porque su familia tenía una empresa editorial y jugaba fútbol con los numerosos empleados de Italgraf, así se llamaba la sociedad de los Gómez Hurtado. Un día lo encontré con los guayos puestos de regreso de una contienda futbolística muy cansado y le pregunté de dónde venía. Me contestó que de La Picota de un partido con los presos y agregó: es jodido maestro, porque como siempre juegan de locales…

Conocí a Mauricio muy jovencito en su casa por mi admiración entrañable a su padre y mis visitas frecuentes a su residencia. No se interesaba en la política y yo le parecía un metido a grande con un nudo de corbata voluminoso del que se ocupaba para burlarse con gracia que siempre le reconocí. 

La vida nos fue acercando mucho por mi afecto a sus padres y hermanos, en especial a María Mercedes, con quien trabajamos muy duro en las campañas para intentar en vano llevar a Álvaro a la presidencia. lo cual habría evitado muchos de los dolorosos momentos que hemos sufrido los colombianos. Sin embargo, nunca lo picó la mosca de la política. La conocía y la vivió muy de cerca por obvias razones. Su relación paternal era tan buena y cercana que se daba el lujo de criticar con crudeza las opiniones que no compartía de su mamá o de su papá con gran sentido del humor y desparpajo. Era tan frío en política que, a diferencia de la imagen negativa que los adversarios de su padre habían construido, la suya era la de un hombre sin sectarismos. Lo respetaban por el carácter objetivo de sus comentarios de actividades partidistas.

Las habilidades de Mauricio eran diversas. Escribía con claridad y a veces con elegancia. De ahí sus éxitos, bastantes, como periodista. Sus colegas se han dedicado a recordarlos con motivo de su fallecimiento. No conoció la soberbia. Enseñaba con generosidad y corregía con tolerancia. Le fascinaba el fútbol y jugaba bien tenis. Nunca pude ganarle, ni siquiera cuando se lesionó la mano derecha. Aprendió a hacerlo con la izquierda y así también me derrotó.

La otra pericia tenía que ver con el arte tal vez por herencia. Otra vez la mano izquierda. Con la mano izquierda (así se llama) publicó un libro en 1992 con la obra que presentó en la Galería Diners. Gracias a mi primera señora, Ellen Riegner, quien lo quiso mucho, exhibió su pintura en la que se apartó “de los cánones convencionales”. Jean-Claude Athane, profesor y artista, escribió a propósito : "A pulso de la mano izquierda, colores, materiales y composiciones, cada vez más distantes de la ortodoxia tradicional, van gestando y construyendo poco a poco el universo nuevo del artista".

Luego se dedicó a la escultura para jugar armónicamente con desperdicios de metal “hechas de herrumbres encontradas en viejos talleres o depósitos, que se sostienen equilibradas por la distribución de pesos, que, a la vez, modelan formas, visiones o símbolos reconocibles". En marzo del año pasado me llamó para contarme que Caracol Televisión lo había invitado a hacer pódcast y que quería hacer una entrevista conmigo, conversaciones sobre temas sencillos, fútbol, música, tenis y agradables para los oyentes, a lo que como es natural le expresé mi complacencia, me sentía honrado de que me escogiera de primer invitado en esa nueva aventura. Días más tarde recibí este mensaje: "Querido Alberto: por más de un año de pandemia sin vacaciones en Caracol y las mentiras de las FARC sobre mi padre, me sugirieron tomarme unos días de descanso obligatorio. Pero sigo con la idea de hacer la entrevista que te había prometido. Fuerte abrazo".

“Días de descanso obligatorio” que se volvieron permanentes para privarnos del mejor periodista de investigación, artista consumado quien siempre irradió bondad, talento, nobleza y gracia. Es una pérdida irreparable para quienes lo quisimos y admiramos y nos beneficiamos de su presencia.
 

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