22 Febrero 2022

"¡Abortar no es un delito!": Aura Lucía Mera

La escritora y periodista caleña cuenta su experiencia con el aborto. "Lo que no debió ser jamás fue calificarlo como delito. Es lo único que cambió. Y las causales que lo despenalizan ahora son las mismas. Violación, deformación del feto y riesgo de muerte de la madre. De resto igual".

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No practico ninguna religión. Pero creo que la vida es sagrada. Tanto fuera como dentro del útero. Y lo único que sé es que la vida de las mujeres que abortan, nunca vuelve a ser igual.

Me sorprende ver los videos de centenares de jovencitas con banderas verdes saltando y bailando como si se hubieran ganado el baloto. No sé qué piensan. No entiendo muy bien la fiesta.

Es cuestión de vida y muerte. El aborto será siempre un tema doloroso. Doloroso que mueran al año mujeres jóvenes por tener que acudir a antros infrahumanas donde les perforan el útero, las infectan, les meten pinzas, cucharones succionadores, y además, luego tiran el feto al basurero. O por el inodoro. Y a ellas, malheridas y sangrantes, las envían a sus casas como si nada hubiera ocurrido porque no se puede contar.

Más trágico y horrendo los años sesenta, cuando la Iglesia Católica Apostólica y Romana prohibía los métodos anticonceptivos. Las mujeres en Cali, las de barrios más pobres, aterrorizadas de confesarse por tomar la píldora y no recibir la absolución preferían abortar clandestinamente y tirar sus críos a los caños de aguas negras. Lo digo porque fui testigo. Tirar un feto era solo un pecado mortal. La píldora no tenía perdón. Eran las épocas en que nacía Profamilia.

"Las mujeres en Cali, las de barrios más pobres, aterrorizadas de confesarse por tomar la píldora y no recibir la absolución preferían abortar clandestinamente"

Respeto a las amigas que han abortado. Se que en el fondo del alma tienen un hueco. Un vacío. Un dolor silente. Yo misma estuve a punto de abortar. Problemas conyugales. Recuerdo todavía ese consultorio elegante en Londres. Todo legal. Un óleo de la reina Isabel en la pared. Un aviso de pago en efectivo. La cita era a la mañana siguiente. Esa noche no pude parar de llorar. Llamé temprano al doctor y le dije que no lo haría. Me felicitó y me dijo que pasará a recoger el dinero.

Han pasado muchos años. Nació. Creció. Formó un hogar estupendo. Dos hijos sensacionales. A veces los miro y se me nublan los ojos. Esa decisión de llevarla a cabo habría impedido la vida de varias generaciones.

Incluso conozco casos de matrimonios que han decidido tener su hijo a pesar del diagnóstico. Ellos han sido la alegría de esas parejas, sus angelitos especiales. No la maldición que se suponía.

Jamás esa decisión, repito, ha debido de ser politizada ni penalizada. Bastante sufrimiento tienen las que recurren a ella. Igual pueden permitirles nacer y darlos en adopción. Se trata de vidas, vidas reales aunque estén dentro del útero.

Como afirmé al comienzo cada mujer es única. Cada bebé también. Son decisiones personales, dolorosas, intransferibles. En ningún caso veo que haya mucho que celebrar.

Es importante, básico, la educación sexual en los colegios. La información. Saber que existen condones, píldoras y diferenciar muy bien el orgasmo pasajero y ebrio y la concepción posterior. La vida y/o la muerte son cosas serias. A cualquier edad.

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