Colombia tiene 60.000 hectáreas más de coca que en el año de la pandemia
20 Octubre 2022

Colombia tiene 60.000 hectáreas más de coca que en el año de la pandemia

Crédito: Colprensa

En 2021 los cultivos de coca se incrementaron en un 43 por ciento, al pasar de 143.000 hectáreas a 204.000.

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La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNDOC) presentó este jueves 20 de octubre el informe del monitoreo de cultivos ilícitos durante el año 2021 en Colombia, con un cambio en la tendencia hacia la reducción que se venía presentando en los últimos tres años.

De acuerdo con el documento, se presenta un aumento de 60.000 hectáreas entre los años 2021-2022, la variación más alta de cultivos detectada por el organismo internacional desde que comenzó el monitoreo en el 2002.

Para el ministro de Justicia, Néstor Osuna, este aumento se debe a la presencia de organizaciones ilegales que se posicionaron en departamentos estratégicos y al deterioro económico que tuvo el país a causa del confinamiento obligado por el covid.

El 62 por ciento de los cultivos de coca se concentran en tres departamentos del país: Nariño, Norte de Santander y Putumayo.

El informe indica que el 62 por ciento de los cultivos de coca se concentran en tres departamentos del país: Nariño, Norte de Santander y Putumayo. “El  45 por ciento de las siembras están en 10 municipios del país, y un 50 por ciento están en zonas en que su ubican comunidades negras, indígenas y de reserva forestal”.

Para el organismo internacional es importante que el gobierno establezca una nueva política en la lucha contra las drogas, con una mayor presencia de la fuerza pública y mejores condiciones de vida para las comunidades.

“Diversos factores, internos y externos al país, han incidido en que la forma como se desarrolla el fenómeno del narcotráfico en Colombia esté experimentando profundos cambios y adaptaciones que deben ser comprendidos para diseñar nuevas estrategias que respondan de manera más eficiente a esas nuevas condiciones”,  asegura el informe.

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Jairo Libreros, profesor de la Universidad Externado, asegura que el informe es una muestra del fracaso de la lucha contra las drogas ilícitas. “Hay que aceptar una realidad, por tozuda que esta sea; se debe buscar un mecanismo completamente diferente que permita detener el incremento de los cultivos ilícitos y la capacidad de procesamiento”.

Ernesto Borda, analista político, sostiene que la política antidrogas en el mundo ha fracasado al centrarse en reprimir la demanda, que ha ocasionado graves impactos ambientales y la conformación de nuevas fronteras de cultivos ilícitos, que atentan contra el patrimonio más importante del país, que es la biodiversidad.

Posibles causas

Leonardo Correa, coordinador del monitoreo, argumenta que el aumento de cultivos en el país se presenta por los cambios en el control territorial de los grupos ilegales, un mayor acceso para transformar el dinero de la producción en bienes y servicios y la concentración de los cultivos en zonas estratégicas.

“Territorios que ya estaban afectados por coca ahora tienen más cultivos en sus zonas cercanas. El 32 por ciento de las cifras del año pasado están dentro de los enclaves, pero en la periferia, que son 12 kilómetros, está el 33 por ciento del incremento”, enfatiza el coordinador.

Jairo Libreros argumenta que el gobierno debe establecer una política clara para buscar la sustitución de cultivos, erradicación voluntaria y una mayor presencia del Estado con programas de educación, salud y economía.

“Ante una eventual negociación, el gobierno necesita concertar socialmente con todas las comunidades vulnerables y sectores económicos para evitar la expansión de los cultivos”, argumenta el profesor.

Ernesto Borda, por su parte, indica que el gobierno debe tener mucho cuidado con los incentivos que ofrezcan a los cultivadores para no caer en falsas expectativas, utilizadas por las organizaciones ilegales ante los incumplimientos en la sustitución de cultivos.

Para los analistas, el gobierno debe buscar nuevas alternativas para atacar el negocio de la cocaína, creando un diálogo directo con los campesinos para escuchar sus propuestas y establecer una hoja de ruta para romper la cadena del narcotráfico.


 

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