El discurso de Gustavo Petro sobre la SAE sirvió de pretexto para una invasión de tierras en el Valle del Cauca
26 Agosto 2022

El discurso de Gustavo Petro sobre la SAE sirvió de pretexto para una invasión de tierras en el Valle del Cauca

Respaldado por la afirmación del presidente, según la cual los bienes de la SAE se pondrán al servicio del pueblo, un grupo de presuntos campesinos entró a la fuerza a los predios de la Fundación Paz Animal, en el municipio de Dagua, y amenazó con quedarse ahí.

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El pasado 17 de agosto, durante una entrega de predios en Villavicencio, el presidente Gustavo Petro dijo que los bienes de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), se pondrían al servicio del pueblo. Un grupo de habitantes del Valle del Cauca se lo tomó en serio y decidió apropiárselos por las vías de hecho y no de derecho. El martes 23 de agosto, a las ocho de la mañana, cerca de 200 campesinos, ciudadanos del común y extranjeros, armados con machetes, guadañas y motosierras, entraron a la fuerza al predio Caballo Loco, administrado por la SAE y ocupado desde hace 22 años por el albergue de la Fundación Paz Animal, dedicada al rescate de animales. Los invasores tomaron posesión del lugar, ubicado en Dagua, y durante dos días la paz de esta reserva forestal, de los animales albergados, de los cuidadores y de Liliana Ossa, presidenta de la fundación, se tornó en un pequeño y peligroso infierno.

Luego de amedrentar a los empleados y a sus familias, los invasores, acompañados de niños pequeños y de adultos mayores, se instalaron en algunos de los pocos potreros que tiene este predio, destinados a los caballos rescatados. Con machetes y guadañas, se dispusieron a arrasar más de una hectárea de bosque secundario, cortando capa vegetal, árboles y arbustos. Otros, mientras tanto, levantaron cambuches e instalaron fogones de leña en un sitio donde las fogatas están prohibidas. Los animales rescatados tuvieron que ser resguardados en corrales.

Representantes de la SAE y la alcaldesa de Dagua, Ana Sanclemente, llegaron al lugar, explicaron que estas vías de hecho eran inaceptables, invitaron a los invasores a hacer sus peticiones por las vías de derecho y les pidieron retirarse pacíficamente del predio.

Murcia les recordó la necesidad de respetar el orden constitucional, y que las demandas de seguridad alimentaria y tierra apta para la agricultura no debía incluir el predio Caballo Loco, por ser este un bosque de reserva forestal. 

Los invasores vociferaron, entonces, que estaban allí con autorización del presidente y que allí se quedarían. Un hombre vestido con la camiseta de la campaña de Petro apareció de repente, dijo que estaba allí en nombre del Gobierno y de los senadores Alberto Tejada y Alexánder López, y animó a los ocupantes a no abandonar la tierra. Los senadores denunciaron públicamente que no conocían al sujeto.

El miércoles, segundo día de la invasión, comenzó con un buen desayuno para todos, preparado en fogón de leña. Poco después, acompañados de un camión de agentes de la Policía, llegaron de nuevo las autoridades: la alcaldesa Ana Sanclemente; el personero municipal; el representante de Bienestar Familiar; el coordinador jurídico de la regional suroccidente de la SAE, Víctor Hugo Bedoya, y Camilo Murcia, secretario de Gobierno departamental, entre otros, a resolver la invasión por la vía del diálogo. Murcia les recordó la necesidad de respetar el orden constitucional, y que las demandas de seguridad alimentaria y tierra apta para la agricultura no debía incluir el predio Caballo Loco, por ser este un bosque de reserva forestal. 

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Al final de la tarde, llegaron a un acuerdo: a cambio de retirarse pacíficamente del predio, los invasores exigieron la firma ante notaría de un documento de compromiso por parte del gobierno municipal y departamental para dar cumplimiento a sus requerimientos.

Lo que dejó la invasión

A las ocho de la noche, la calma había regresado a Paz Animal, pero la invasión había dejado su huella. Liliana Ossa, fundadora de la institución sin ánimo de lucro, que lleva 30 años de su vida dedicada de lleno a esta labor, hizo un inventario de las secuelas: “Quedó basura regada por todos lados, 200 personas convirtieron el bosque en baño público y quedó devastada una hectárea de vegetación, entre arbustos y árboles. Ahora, con el apoyo de más de 40 amigos de los animales y el medioambiente que nos acompañaron, nos daremos a la tarea de reparar los daños. Llevamos 22 años en este sitio, acá no se tumba una hoja, cuidamos el bosque y el agua. Somos garantes de esta reserva, que a lo largo de los años ha sido invadida, construida a pedazos y arrasada en la parte que nosotros no tenemos capacidad de custodiar”. 

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Paz Animal es la fundación ambiental más antigua de Cali y es una de las más respetadas por su trabajo. “Recibimos a los animales rescatados por las autoridades de Cali, de Dagua y de otros municipios porque el Valle no cuenta con un albergue para garantizar el bienestar animal, como lo exige la ley. Hemos hecho el trabajo que les corresponde a los gobiernos, y lo hacemos con las uñas, pero sacamos adelante a todos los animales que llegan a la fundación. Tenemos cerca de 300 animales entre caballos, perros, gatos y cerditas que viven bajo nuestra protección”. 

Según fuentes consultadas por CAMBIO, la reciente invasión parece orquestada y planeada por “mafias” que se dedican al negocio. Convencen a campesinos y a los más necesitados, ofreciéndoles la oportunidad única de tener su propio lote. Algunos pagan por adelantado hasta 1.500.000 pesos a los facinerosos.

Según explica Orlando Hernández, ingeniero ambiental y asesor de la fundación en temas medioambientales, “el predio está acondicionado para tener un muy bajo impacto medioambiental. De hecho, se está trabajando para generar bonos de carbono, porque este bosque es parte del pulmón del Valle del Cauca”.

¿Paz pasajera?

El predio, ubicado a 35 minutos de Cali, ha sido apetecido por políticos locales, constructores, lecheros, empresarios, vecinos de la zona y hasta ladrones y guaqueros, que amarraron empleados, se robaron hasta los baños y rompieron piscinas y paredes en busca de supuestas guacas y caletas de los Rodríguez Orejuela. Nunca encontraron tesoros, pero dejaron lo que allí se había construido en completas ruinas. Más tarde, en 2014, un grupo de personas invadió el predio y solo con el Esmad fue posible recuperarlo. 

Según fuentes consultadas por CAMBIO, la reciente invasión parece orquestada y planeada por “mafias” que se dedican al negocio. Convencen a campesinos y a los más necesitados, ofreciéndoles la oportunidad única de tener su propio lote. Algunos pagan por adelantado hasta 1.500.000 pesos a los facinerosos. Según Miguel Yusti, alto consejero de Seguridad de la Gobernación del Valle, este es un esquema de invasores que se viene dando en todo el país, no solo en la zona rural de Cali y el Valle. Hay un gran atraso en catastro y en titulación de tierras que abre las puertas a estos hechos, pero los invasores han aprovechado y malinterpretado un mensaje, bien sea dado por Presidencia de la República o por el Ministerio de Agricultura.  

Las autoridades detectaron que esta invasión duró planeándose más de dos meses y se realizaron varias reuniones antes. Advierten que es necesario que el presidente Petro haga las aclaraciones del caso frente a su discurso de posesión. Actualmente, la SAE tiene bajo su administración más de 7.000 predios en el Valle del Cauca, y más de la mitad están ubicados en zonas rurales. 

No parece una simple amenaza. Las autoridades han detectado comunicaciones en las que los mismos invasores acuerdan “regresar al predio en un par de meses, y no dejarse sacar”. Por ahora, Liliana no solo debe defender a los animales maltratados, lo cual ya es una labor titánica. A sus 73 años también debe custodiar el predio que los acoge.

“Hay una mala interpretación del discurso presidencial. Si bien debemos revisar los predios potencialmente útiles para labores de agricultura, esto tendrá que hacerse bajo unos lineamientos que aún no se han establecido”, afirmó Víctor Hugo Bedoya, coordinador jurídico de la regional suroccidente de la SAE.  También alerta sobre el riesgo de que estas invasiones se repitan. Tanto funcionarios de la SAE como de la Alcaldía de Dagua y la Gobernación del Valle del Cauca instan al Gobierno central para que haga un llamado a la comunidad y aclare que los predios de la SAE no son objeto de invasiones. El asunto no es de poca monta, si se tiene en cuenta la consigna que cantaron a viva voz los invasores: “Este es el piloto” de una toma masiva de tierras. 

No parece una simple amenaza. Las autoridades han detectado comunicaciones en las que los mismos invasores acuerdan “regresar al predio en un par de meses, y no dejarse sacar”. Por ahora, Liliana no solo debe defender a los animales maltratados, lo cual ya es una labor titánica. A sus 73 años también debe custodiar el predio que los acoge. “El presidente Petro se comprometió con una política de apoyo y defensa de los animales. Respetuosamente le solicitamos que este predio, ocupado por ellos durante 22 años, se respete y se reitere que les pertenece a los animales maltratados”, concluyó. 

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