El retorno del tesoro indígena
7 Octubre 2022

El retorno del tesoro indígena

En el avión que trajo de regreso a Gustavo Petro de Nueva York llegaron 274 piezas arqueológicas colombianas. El objetivo de la Cancillería es recuperar poco a poco el patrimonio histórico que se ha ido perdiendo por el comercio ilegal.

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Por: Germán Hernández

El 29 de septiembre pasado, la sala Indalecio Liévano Aguirre del Palacio de San Carlos parecía una torre de Babel indígena. La antigua sede del Consejo de Ministros, que hoy pertenece al Ministerio de Relaciones Exteriores, estaba abarrotada de gobernadores, mamos y caciques, sentados en las veintidós sillas de cuero giratorias que rodean la gran mesa de nogal que acogió a representantes de los más de 40 pueblos aborígenes del país como los embera, guambianos, wayuu, arhuacos o guancamos, así como a delegados de la Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic), la Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonia Colombiana (Opiac), la Confederación Indígena Tayrona (CIT) y las Autoridades Indígenas de Colombia y Gobierno Mayor (AICO). Era la confusión de dialectos.

Apoyados en la lengua común del español, trabajaban en la concertación de puntos para el nuevo Plan de Desarrollo del Gobierno cuando la viceministra Laura Gil aprovechó el momento para mostrarles algunas de las 274 piezas arqueológicas que llegaron a Colombia el 22 de septiembre pasado, a bordo del avión presidencial que se encontraba en Nueva York con motivo de la participación del presidente Gustavo Petro Urrego en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

avion con figuras indigenas

En ese instante, y a pesar de que estaban discutiendo temas sobre su futuro, los voceros indígenas se pararon de sus sillas ante el encuentro con su propio pasado y no pudieron evitar tomar fotografías digitales a herencias ancestrales elaboradas por los tatarabuelos de sus tatarabuelos entre los años 500 antes de Cristo y los 1.500 de nuestra era. “Fue un momento conmovedor –dice Luis Armando Soto Boutin, director de Asuntos Culturales de la Cancillería–, porque demostró que encuentros como ese son los que le dan sentido al retorno de esas piezas: que animen procesos de construcción colectiva de memoria”.

La recuperación de la mayor parte de los 274 bienes se dio gracias a la devolución voluntaria de una ciudadana estadounidense que se comunicó con la embajada de Colombia en Washington en octubre de 2019. Se trata de una colección de 233 figuras que ella había heredado de su esposo, quien, viviendo en Cali, en los años 70, adquirió diferentes muestras de la riqueza arqueológica de Colombia.

piezas dos

Otra porción del tesoro patrimonial pertenece a una recuperación de arte robado hecha por el Equipo de Crímenes de Arte del FBI, incautada a un sujeto identificado como Donald Miller, quien llevaba décadas recolectando ilegalmente bienes culturales de varios países hasta formar una gran colección. El hombre, que falleció en 2018, excavaba él mismo los lugares para buscar las obras. Tras su muerte se recuperaron 40 bienes, 11 de los cuales fueron entregados al ICANH en Colombia; mientras que el resto esperaba, en la embajada de Colombia en Washington, su regreso al país. Una segunda recuperación, ocurrida en marzo de 2022, añadió 12 piezas pertenecientes a las culturas Quimbaya, Tairona y Sinú.

Como se hace en todos los casos de devolución y retorno de piezas de este tipo, la autenticidad arqueológica de las mismas fue ratificada por el peritaje del ICANH.

En los últimos días, la dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería, en asocio con arqueólogas del laboratorio de conservación del Icanh, trabaja en la investigación del origen de esos bienes repatriados, que incluyen copas, ollas, alcarrazas, volantes de huso, sellos, collares, moldes, ocarinas, vasijas, figuras antropomorfas, rodillos, colgantes, entre otros, elaborados en cerámica, rocas y conchas, pertenecientes a las regiones de Tumaco-La Tolita (hoy sur de Nariño y norte de Ecuador), Quimbaya (Cauca medio), Tayrona (Sierra Nevada de Santa Marta), Calima (Valle del Cauca), Sinú (llanuras del Caribe) y Nariño (Nariño).  

piezas de barro

Estos bienes arqueológicos se encuentran hoy en el Palacio de San Carlos, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores. Un equipo del ICANH fue el encargado de desembalar las 58 cajas, revisar el estado de las piezas y desentrañar los mensajes que estos objetos cuentan del pasado. 

“El objetivo de la viceministra Gil es que, para finales de este año, el resto de los vestigios que están en las embajadas colombianas en todo el mundo, así como en algunos consulados, retornen a Colombia”, explica Soto. El propósito del Ministerio de Relaciones Exteriores es facilitar el retorno a suelo colombiano de 737 piezas del patrimonio arqueológico nacional que se encuentran bajo la custodia de algunas misiones diplomáticas de Colombia.

“Un objetivo del Gobierno Nacional es romper la tradicional inercia que ha caracterizado estos procesos y combatir las prácticas ilegales relacionadas con su comercio”, explica el funcionario. Pero esa causa, de acuerdo con la vicecanciller Gil, se adelantará en alianza con las comunidades indígenas. “Ella aspira a que esa reconstrucción de la memoria histórica se haga no solo de ellos y para ellos, sino con ellos”, explica Soto.

Tras las máscaras de Berlín

Un ejemplo que ilumina esa estrategia es el proceso de recuperación de dos máscaras de la comunidad indígena de los Kogui, de la Sierra Nevada de Santa Marta, que se encuentran en Alemania desde 1915 y que actualmente están expuestas en el Museo Etnológico de Berlín. Se trata de objetos con un trasfondo ritual que siguen siendo sagrados para esa comunidad –los llaman ‘Kágaba’– y fueron tallados en la época precolombina. Se sabe que las máscaras fueron adquiridas en el siglo XX, cuando el etnólogo alemán Konrad Theodor Preuss realizó un recorrido por Colombia y se llevó –según afirmó el periodista Burkhard Birke en la Radio Nacional Alemana– un total de 246 piezas, entre ellas 133 de San Agustín y más de 113 de la Sierra.

piezas de barro tres

Preuss adquirió las dos máscaras del heredero de un ‘mama’ fallecido “gracias a una oportunidad favorable”, como escribe en su libro Forschungsreise zu den Kágaba (Viaje de investigación a la comunidad de los kágaba). Él no era consciente ni de la edad ni del significado especial de las piezas. Según la tradición kágaba/kogui, son objetos inalienables que se han transmitido de generación en generación y con las que los mamas reivindican su labor ritual de mantenimiento del equilibrio de la naturaleza.

“Para ellos tienen una fuerza espiritual que permite la protección del planeta”, señala Soto.

Para lograr el retorno de semejante tesoro, la Fundación Patrimonio Cultural Prusiano de Berlín (SPK) y la Cancillería colombiana iniciaron un diálogo que permita avanzar en la gestión. “Después de haber estado en contacto con los representantes de la organización indígena Gonavindúa Tayrona y el Icanh durante varios años, Colombia finalmente ha solicitado la restitución de las dos máscaras. Espero que pronto hayamos aclarado las cuestiones pendientes para encontrar una solución adecuada, con la que me dirigiré a los órganos de la Fundación lo antes posible, porque la decisión final debe ser tomada por el Consejo de la Fundación SPK”, dice Hermann Parzinger, presidente de la SPK.

“El retorno de las máscaras a Colombia es para nosotros un asunto de importancia fundamental. Agradezco al profesor Parzinger y al profesor Koch su actitud abierta y las conversaciones constructivas que me hacen confiar en que las piezas pronto estarán en su lugar de origen: con los Kogui”, señala por su parte la embajadora ante Alemania, Yadir Salazar Mejía. En junio pasado, la misma diplomática había recibido, de parte de autoridades culturales germanas, una nariguera dorada de la cultura prehispánica quimbaya.
 

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