“Nos dejaron sin navidad”: habla el capitán del barco atacado por piratas nicaragüenses
Un barco pesquero de la isla de San Andrés fue atacado por piratas, aparentemente nicaragüenses, armados con fusiles AK-47. El capitán de la embarcación narra los angustiosos momentos y pide ayuda al presidente Gustavo Petro.
Por: Santiago Luque Pérez
El pasado martes 29 de noviembre una inusual denuncia puso la representante a la Cámara por el departamento de San Andrés, Elizabeth Jay-Pang Díaz: un ataque pirata a un barco pesquero de la isla. Siete personas, aparentemente de origen nicaragüense, armados con cinco fusiles Ak-47 y dos revólveres, amenazaron a once pescadores y les hurtaron todo lo que pudieron.
Todo ocurrió el pasado 28 de noviembre. A las dos de la mañana, los once tripulantes, entre ellos el capitán del barco Mar Azul de la isla de San Andrés, fueron sorprendidos por un grupo de piratas mientras descansaban de la jornada de pesca. “Estábamos en los cayos de pesca Quitasueño, en la posición: latitud 14,16 con 50 minutos norte; longitud 81,11 con 40 minutos oeste”, afirma Loreto Morales Herrera, capitán de la embarcación.
En ese momento cuatro piratas, según ellos nicaragüenses, se montaron al barco Mar Azul con dos fusiles AK-47 y dos pistolas 9 milímetros, forzaron las puertas donde descansaban los marinos y los sacaron encañonados bajo amenazas. “Para afuera, para afuera, que vamos a tomar posición del barco porque podemos matarlos y hacer lo que queramos con ustedes”, les dijeron según relata Morales.
El capitán dice que reconoció la nacionalidad de los hombres porque “hablaban un dialecto que es misquito, también hablaban del mismo creol que hablan los morenitos de acá de San Andrés y Providencia y también hablaban español. Entonces a mí me hablaban en creol, a otros muchachos le hablaban en español, pero entre ellos yo los escuché hablando misquito. Entonces estoy seguro que ellos son de Nicaragua”.
El capitán Loreto Morales continúa con el relato de lo que pasó en esa madrugada y dice: “Nos tiraron en el piso ahí, boca abajo. Y cuando uno levantaba la cabeza, se la agachaban con el arma. Eso es muy humillante y da una impotencia y rabia porque lo que uno con tanto esfuerzo logró. Nos dolió mucho”. En esa posición duraron cerca de una hora.
Después de eso, los piratas los querían meter al cuarto frío de la embarcación, pero el capitán Morales protestó: “Le dije: hombre, ¿cómo nos vamos a meter ahí? Si eso está bien helado. En 20 minutos ahí o media hora estamos congelados, mejor métanos en otro lugar”. El pedido sirvió y uno de los piratas les dijo: “Bueno, métanse en el cuarto de las máquinas”.
Después de un rato, mientras los bandidos se llevaban todo lo que había en el barco, pudieron volver a subir por orden de los piratas. En ese momento se dieron cuenta de que había tres más que no subieron al barco y que también tenían fusiles AK-47. “Tres se quedaron en una lancha blanca con motores de 75 caballos cada uno. Eran dos motores”, dice el capitán.
Loreto Morales lleva más de 30 años navegando en las aguas del mar Caribe y nunca imaginó que tendría que conocer y enfrentarse a unos piratas. Había oído historias de barcos que lo habían sufrido hace algunos años, pero nunca vivió algo similar. “Hubo una gran matanza en el año 2007 y entonces se aplacaron”, recuerda el capitán.
No solo se llevaron 42 bolsas de pescado, producto de la faena de dos semanas en mar abierto, también se llevaron dos motores con los que trabajaban, siete celulares, cuatro relojes, seis GPS con los que los buzos pescaban y tres cadenas.
Antes de irse, los piratas se iban a llevar la única batería del barco, pero una nueva protesta del capitán evitó que la hurtaran. "¿Cómo se la va a llevar? ¿Con qué vamos a arrancar las máquinas para poder llegar al puerto de San Andrés?", les dijo Morales. Los hombres accedieron, pero pidieron apagar todas las luces del barco Mar Azul.
La tripulación accedió, pero en medio de la oscuridad de la madrugada el capitán logró ver que cogieron en dirección a Nicaragua. "Se fueron a 260 grados", dice Morales, quien después de eso pensó una sola cosa: "Gracias a Dios no nos quitaron la vida".
Por suerte les quedó un motor pequeño que utilizaron dos muchachos para ir a un barco que estaba a 6 millas de distancia al sur, más o menos unos 9 kilómetros. Desde ahí, aunque no lograron comunicarse con los guardacostas, le dejaron dicho al capitán de ese barco que siguiera insistiendo.
Sobre la una de la tarde llegó la guardacosta de Providencia. Les contaron todo lo que había sucedido y, cerca de las cuatro partieron hacia el archipiélago acompañados de las autoridades.
Desde ese punto, el capitán Loreto Morales debió usar toda su experticia para timonear la embarcación sin equipos de navegación hasta el puerto de la isla. En la primera boya fue recibido por los guardacostas de San Andrés.
“Nosotros luchamos para nuestra familia porque todos somos padres de familia. Mire, esta navidad solo Dios sabrá cómo la vamos a pasar [...] ellos nos rompieron todos nuestros planes”, sentencia el capitán Morales al mismo tiempo que relata su preocupación porque el barco Mar Azul no podrá volver a salir, ya que quedó sin los elementos necesarios. No se sabe hasta cuándo.
Ante esta situación el capitán pide ayuda del gobierno. “Ya denunciamos y ojalá que llegue al oído del mismo presidente, del gobernador, de las autoridades y que tomen”, asegura el capitán.
La representante Elizabeth Jay-Pang le pide al gobierno nacional que aborde tres aspectos ante estos hechos: seguridad, soberanía en aguas colombianas y repensar la actividad pesquera en medio de la disputa. Para ello ya solicitó una reunión con la Armada, el Ministerio de Defensa, Agricultura, entre otras instituciones estatales. Está a la espera de la fecha de la misma.
Además, la congresista recuerda que el presidente Gustavo Petro, en su visita a Providencia, pidió mayor protección y seguridad de los pescadores. “El presidente quería que la pesca avanzara y que la armada construyera un barco para hacer faenas de pesca, entonces esperamos su apoyo”, concluye la representante Jay-Pang.