¿Qué hacen los israelitas en el Amazonas?
28 Octubre 2022

¿Qué hacen los israelitas en el Amazonas?

Crédito: Yamith Mariño Díaz

Un grupo de religiosos peruanos que se hace llamar Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal se asentó hace más de una década en el Amazonas colombiano y ha iniciado una rápida expansión, poniendo en riesgo a los habitantes locales, que denuncian no solo la devastación de la selva sino la práctica de actividades ilícitas.

Por: Maria F. Fitzgerald

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Con una bata blanca que llega hasta los tobillos, bordados dorados en las mangas y un chal azul, pelo largo, barba larga, y sandalias de cuero se presentan los hombres adeptos de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal. Las mujeres, en equivalencia, lucen batas y cubren sus cabellos al mejor estilo bíblico. 

Se llaman israelitas pero nacieron en Perú. La congregación fue fundada en 1968 por el que fue su líder y guía por varios años: el maestro Ezequiel Ataucusi Gamonal. Aunque el maestro murió en 2000, se calcula que su legado continúa en más de 200.000 creyentes. 

El grupo religioso, que ha logrado expandirse por distintos países de Latinoamérica con sus dogmas fieles a los diez mandamientos de Moisés, llegó a Colombia hace más de una década y se asentó en tierras amazónicas. En Putumayo, en Tarapacá y Puerto Arica se asentaron hace tres años, justo al borde del río Putumayo. Y han comenzado a expandirse.

Las comunidades indígenas temen que este culto tome el control de la zona y arrase con las formas de pensamiento y de vida tradicionales. Algunos habitantes autóctonos sospechan que, como ya ha ocurrido en otros países, el  grupo religioso les sirve de refugio a personas que son buscadas por delitos en otras zonas de Colombia. 

¿Qué es la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal? 

Dicen que llegaron al Amazonas por ser la tierra prometida de los hijos de Dios. De acuerdo con lo que profesan, su maestro los llevó a vivir bajo las enseñanzas del Antiguo Testamento, guiados por los diez mandamientos de Moisés. 

El culto se ha expandido por Colombia, Bolivia, Ecuador, Brasil, Costa Rica, España y Escocia. Aunque hay algunos adeptos en las ciudades, la mayoría busca organizarse en regiones remotas en las que puedan tener sus proyectos agrícolas y ganaderos, con los que dan cumplimiento a una profecía que recibió su maestro antes de fundar al grupo religioso en los años 50. 

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De acuerdo con él, desde que era joven empezó a oír palabras directas de Dios, que le ordenaba tomar diversas acciones. Una de ellas fue buscar la tierra prometida. La segunda, fue protegerse de lo que sería el final del mundo: así, el maestro le contó a su congregación que Dios le había revelado que el mundo pasaría por una oleada intensa de calor, sequía y hambruna, y que llegaría el fin, que estaba muy cerca. 

Por esta razón, una de las misiones de la congregación es producir alimentos de manera extensiva y aislarse, pues su doctrina les indica que son los elegidos de Dios y por ello deben protegerse. 

Los israelitas en Colombia

En Colombia existen dos asentamientos: uno en el Amazonas, donde ya llevan más de diez años, y otro en Tarapacá y Puerto Arica, dos zonas del río Putumayo a donde llegaron hace más o menos cuatro años. En principio, fueron tres familias que le compraron un terreno a un hombre peruano; sin embargo, ya no son tres familias sino 30. 

El problema del crecimiento acelerado es que su tipo de agricultura y ganadería es contraria al de los indígenas, pues los israelitas suelen acudir a la deforestación y a la quema para mantener sus cultivos: “La gran diferencia que hay con este tipo de comunidades es que su forma de producir alimentos es distinta de la de los pueblos indígenas. Ellos producen a mayor escala y la Amazonía no es un territorio en el que se pueda permitir esto. De ahí es de donde viene la desarmonía que están causando en el territorio”, asegura el secretario de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (Opiac), Harold Rincón Ipuchima. 

Hablar con los israelitas sobre el impacto de sus actividades en la selva ha sido infructuoso porque existe un vacío legal que no les permite a los indígenas gobernar efectivamente sus propias tierras.

Aun cuando la Constitución del 91 reconoció la gobernabilidad de los pueblos indígenas sobre sus territorios, a través de la creación de las Entidades Étnicas Territoriales, todavía no se ha expedido una ley reglamentaria. Apenas en 2018 el gobierno expidió el decreto 632, que ordena la protección de los territorios de Amazonas Guainía y Vaupés, pero hasta el momento ese decreto tampoco se aplica. De hecho, sucedió todo lo contrario: el gobierno de Iván Duque promovió el proyecto de municipalización del Amazonas, con el que –se supone– la región podría acceder a beneficios presupuestales. Eso, en otras palabras, significa el aval para crear nuevos municipios en zonas que, evidentemente, no los soportan.

En mayo de 2020, cincuenta líderes indígenas viajaron desde Tarapacá hasta Bogotá, para pedirle al presidente Iván Duque detener el acelerado proceso de municipalización del Amazonas, pues dicha reestructuración territorial pondría en peligro la gobernabilidad de los pueblos indígenas. 

Los expertos temen, particularmente, que el culto se expanda hacia zonas limítrofes de los yuri, uno de los pocos pueblos incomunicados que aún habitan en el Amazonas. “Ya están casi llegando al límite con esta comunidad y si no existen medidas que garanticen la protección y gobernabilidad de los pueblos indígenas, no es difícil pensar que puedan terminar extendiéndose hacia allá también”, dice Alejandro Chaves, antropólogo y especialista en derecho de tierras.

Los israelitas y la criminalidad

Un artículo de GK, un medio de investigación ecuatoriano, señala cómo la expansión de los israelitas significó el deterioro ambiental inmediato de la región que ocuparon. No solo deforestaron a placer sino que desviaron a su antojo las fuentes hídricas. 

En Perú, los israelitas han sido acusados de dar refugio a miembros que son buscados por secuestro y abuso de menores. Su propio líder fue capturado varias veces bajo cargos tan disímiles como usurpación de tierras y acceso carnal violento. En tres ocasiones, fue declarado inocente. Un reportaje de Vice retrató la manera como este culto logró financiar buena parte de la compra de sus tierras, además de asegurar su poder en la zona a través del cultivo y tráfico de coca. 

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En Colombia corren rumores similares. Quienes conviven con el grupo aseguran que varios de sus miembros tienen órdenes de captura y que se unieron a los israelitas simplemente para esconderse y recibir protección. Aseguran también que, desde que instalaron su asentamiento, la seguridad en la zona –un lugar estratégico para el tráfico de drogas por el río Putumayo– ha empeorado. 

La zona se ha visto azotada por la presencia de grupos disidentes de las Farc que, luego de los Acuerdos de Paz, retornaron a la región para tener dominio sobre los cultivos, el procesamiento y el comercio de la pasta de coca. Recientemente, dos hombres indígenas fueron ajusticiados, al parecer, por no obedecer las reglas de las disidencias. Todo esto, dicen los habitantes, ha ocurrido en inmediaciones al territorio ocupado por los israelitas.  

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