5 Mayo 2022

Alejandro Obregón y su faceta de dibujante

En conmemoración de los 30 años de su muerte, el MAMBO abrió una exposición que recoge una de las facetas más desconocidas del maestro Alejandro Obregón: sus dibujos. ¿Qué dicen estas obras de un artista reconocido por sus pinturas?

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Dibujo de Obregón

 

Por Diego Garzón Carrillo

 

Me tomó cuatro años pintar como Rafael, pero me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño”, dijo alguna vez Pablo Picasso, quien siempre sostuvo que en la infancia todos somos artistas: un lápiz y un papel es suficiente para empezar a crear lo que se venga a la mente. Incluso, hoy, en los restaurantes que piensan en familias, lo primero que hacen es sacar una hoja en blanco y traer unas cuantas crayolas para que los menores de edad se entretengan de manera natural. Y, así es, dibujan porque, como decía Picasso, son artistas sin saberlo.

Hoy parece obvio decirlo, pero el dibujo no siempre fue para todo el mundo. Justamente en el libro Picasso, de editorial Taschen, se aclara que esta técnica era exclusiva para unos pocos y hasta hace poco: “Hasta muy avanzando el siglo XVIII, por lo general solo recibían formación en el campo del dibujo dos grupos de niños: aquellos destinados a ser artistas profesionales y los pertenecientes a la aristocracia y el patriciado. No existía en colegios o escuelas una clase general y común de dibujo”.

El reto, decía Picasso, es cómo con los años esa espontaneidad convierte a esos pequeños artistas en otra cosa. Cómo se va perdiendo ese arte en el camino de la prueba y el error de un “arte mayor” -muchos dibujan bocetos para después hacer pinturas- cuando el dibujo en sí mismo es lo suficientemente potente como medio de expresión.

"Aquí se ven claramente las influencias de maestros históricos como Velásquez, Murillo, Goya”, señala Eugenio Viola, curador del museo y de la exposición.

Esa frase suya de intentar dibujar como un niño, durante toda una vida, no es más que una metáfora de la simpleza y a la vez de la complejidad de dibujar. El dibujo, muchas veces visto de reojo como una técnica menor al lado de otras como la pintura o la escultura, ha sido fundamental para la consolidación de la obra de los artistas más importantes de la historia. Y ese es el gran valor de la exposición Obregón secreto, que por estos días se exhibe en el MAMBO hasta el próximo 5 de junio.

Aquí se puede ver una de las facetas más desconocidas de Alejandro Obregón: sus dibujos. Y, además de “secreto”, porque prácticamente todos los dibujos se muestran por primera vez al público, debería agregase la palabra “íntimo”. Como homenaje al aniversario de los 30 años de su muerte, gracias a su familia que fue fundamental para compartir una colección y un archivo donde se deja ver al artista en todas sus facetas como dibujante, acá es posible acercarse a Obregón desde otra perspectiva.

Cóndor

La exposición está dividida en seis secciones con poco más de 80 dibujos en carboncillo, lápiz de color, grafito, tinta, pastel, acuarela, crayón: Bestiario, Naturaleza, Retratos, Memorabilia, Figura Humana y Dibujos preparatorios.

Con esta exposición de alguna manera recuperamos la dignidad del dibujo como medio independiente y de la posibilidad de un acercamiento más íntimo a su obra. Aquí se ven claramente las influencias de maestros históricos como Velásquez, Murillo, Goya. Se ve esa mirada, pero la museografía es muy contemporánea, casi que para reinterpretarlo a él -uno de los grandes artistas modernos- desde lo contemporáneo”. Señala Eugenio Viola, curador del museo y de la exposición.

En la sección de “Retrato”, vale la pena recordar un pasaje del libro Alejandro Obregón. Delirio de Luz y de Sombra, de Gustavo Tatis (Crítica, 2021), donde narra cómo hizo varios bocetos de retratos a su amigo, el escritor Álvaro Cepeda Samudio, “quien se iba en 1949 a estudiar periodismo en la Universidad de Columbia… le hizo varios bocetos de su expresión y risa de cascabel, y su espíritu despierto, su creatividad desbordante… Entre sus bocetos estaba la dulce mansedumbre de Germán Vargas y la serena y sencilla humanidad de Alfonso Fuenmayor”.

Sala exposición
Los dibujos de Obregón se exponen en el Museo de Arte Moderno de Bogotá MamBo.

Pero, sobre todo, retomando a Picasso, el libro cuenta que Obregón a los 19 años se inscribió en un curso de “arte infantil" en la escuela del Museum Of Fine Arts, de Boston, junto a niños 6 y 7 años. El alemán Karl Zerbe, director de la escuela, le decía: “Hay que estudiar mucho el arte. No todo el mundo puede ser artista. Si no se puede hacer un dibujo frente a un discóbolo, no hay nada qué hacer”. Y acá Obregón se ve justo así: con esos bocetos, esos intentos de retratos de personas, familia, los paisajes del caribe que lo obsesionaron desde su primera exposición individual cuando apenas tenía 25 años.

En estos dibujos se ve claramente su inclinación por el cubismo, su obsesión lor los cóndores y también las aproximaciones a obras más grandes, que también terminaron siendo murales. Se deja entrever algo de lo que es hoy ese gran pintura a la entrada de la Biblioteca Luis Ángel Arango, un homenaje a la educación. Eugenio Viola agrega: En este tipo de exposiciones uno puede ver al artista de otra manera. Es fundamental para investigar un aspecto diferente cuando, justamente, los artistas están “muy investigados”. Él decía que siempre estaba interesado en el color, que le interesaba más Matisse que Picasso, por ejemplo. Pero investigando sus dibujos es evidente, viendo la exposición, cómo el dibujo en los maestros del renacimiento jugó un papel fundamental”.

Obregón secreto

En la muestra se ven bocetos que dieron paso a obras más complejas, pero también al dibujo como obra final. El espectador puede adivinar acá cómo el artista fue gestando sus pinturas más recordadas, y cómo imaginaba el paso a seguir para consolidar lo que imaginaba. Pero también, la intimidad y la sencillez de los trazos cuando, tal vez, él mismo pensaba que todo era para él, para sí mismo, como cuando era niño. Cuando dibujar se convierte en un gesto espontáneo sin saber que el tiempo se encargará de ponerlo en un lugar único de la historia. Tal vez si Obregón viviera se gozaría esta exposición más que nadie. Se vería en ese espejo único de la creación en la soledad absoluta, donde sólo el artista sabe lo que quiere. Y ahora, también, lo sabemos nosotros.

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