Álvaro Barrios, o cuando el arte estaba en los periódicos
La exposición Políticas de la reproducción: 50 años de los Grabados Populares de Álvaro Barrios, que se exhibe en el MAMBO, plantea por primera vez un recorrido dedicado solamente a este trabajo que sigue en proceso. ¿Por qué ha sido determinante esta obra en el arte colombiano?
Por Diego Garzón Carrillo
En los Grabados populares de Álvaro Barrios (1945) se condensan varias de las inquietudes que se ha planteado el arte contemporáneo: ¿Qué es una obra de “arte original”? ¿Qué es una pieza única e irrepetible? ¿Quién decide su valor? ¿Es válido o no apropiarse de imágenes de obras de arte que se hicieron en el pasado para hacer una nueva? ¿Existe un límite o unas reglas para decir qué es arte o qué no lo es? ¿Qué importancia tiene la firma de un artista?
Lo curioso es que estas preguntas, que siguen siendo vigentes, quedaron en el aire desde hace exactamente 50 años, cuando el artista barranquillero decidió que unos grabados -piezas artísticas que parecían destinadas solamente a circular en galerías o museos- lo hicieran en periódicos. Esa obra “única” ahora podía llegarle a cualquier persona. No solo eso: el arte “inalcanzable” ahora estaba ahí, a la mano, totalmente fuera del contexto donde “solo era posible verlo” y por un valor prácticamente insignificante, en clara contravía con las reglas del mercado.
Grabado popular impreso en un periódico
1976
Offset, 3/45.000
Colección MAMBO
En la exposición del MAMBO es curioso ver, por ejemplo, en las páginas del diario barranquillero El Heraldo de los años 70, esa obra de arte enfrentada a titulares como “Desaparece el queso en el Cesar” o “Perro caliente de perro”. En el Diario del Caribe , de la misma ciudad, aparece otro grabado junto a la foto “de la reina vallenata” de ese entonces. El carácter solemne de una obra parecía desvanecerse junto a las noticias de turno.
Por un lado, el arte se “masificaba”; y por el otro, Barrios acudía a imágenes ya reconocibles de otros artistas: desde obras de Canaletto hasta de Marcel Duchamp. Hace 50 años esto rompió los moldes de lo que “era el arte” y seguramente los abogados en Derecho de Autor se preguntaban -lo siguen haciendo- hasta dónde llegan los límites de “una apropiación artística”.
Grabado popular impreso en un periódico (El martirio de San Sebastián)
1977
Fotograbado, 1/230.000
Colección MAMBO
Pero no sólo eso. Como si la ironía no fuera suficiente, Barrios se ha ofrecido durante todos estos años -la obra sigue en proceso- a estampar su firma en algunos de esos grabados ante el público que así lo quiera. Un guiño más a uno de los artistas que más lo ha obsesionado: Marcel Duchamp. Así como el francés en 1917 firmó con el seudónimo de R. Mutt un orinal y así le dio el carácter de obra de arte a ese objeto, Barrios firmaba en vivo y en directo esas hojas de periódico como si se trataran de una obra de arte cualquiera. ¿Y ahora esa hoja se valorizaba más por la firma? ¿Acaso se firman obras de arte como si fueran autógrafos?
Además, Barrios seriaba estos grabados, por ejemplo, hasta 500,000 reproducciones, algo que produce escozor en un comprador habitual que quiere que su obra sea única. Justo lo que dicen ofrecer hoy los NFT o tokens no fungibles. Y por eso el artista, de acuerdo con la tendencia actual, retomó de una de sus series más famosas, Sueños de Marcel Duchamp, para crear videos animados y ofrecerlos a la venta exclusiva en el mundo del criptoarte.
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¿Qué es una obra de “arte original”? ¿Qué es una pieza única e irrepetible? ¿Quién decide su valor? ¿Es válido o no apropiarse de imágenes de obras de arte que se hicieron en el pasado para hacer una nueva? ¿Existe un límite o unas reglas para decir qué es arte o qué no lo es? ¿Qué importancia tiene la firma de un artista?
Del periódico al metaverso: El circo del Museo Duchamp de arte malo (2022) y que ya se habían mostrado en el Centro Cultural Gabriel García Márquez de Madrid, plantea el dilema eterno de la reproductibilidad de una obra de arte. Los NFT aseguran su autenticidad. Son únicos e indivisibles.
Los Grabados Populares que circularon en periódicos que lucen obsoletos dan paso al incierto presente y futuro de piezas artísticas por la que la gente está dispuesta a pagar millones de dólares en el metaverso. Lo que antes eran imágenes que circulaban masivamente a precio de periódico contrasta con esta propuesta de “piezas únicas” que entran a jugar por valores inciertos.
Por todo lo anterior, la muestra es un permanente recorrido cargado de ironía: desde cómo los periódicos que luchan por no desaparecer hoy lucen acá como un soporte “para la inmortalidad”, hasta cómo las nuevas prácticas artísticas ahora se abren camino, ya no en diarios sino en el criptoarte, que además -nuevamente la ironía- tiene aquí su espacio en un museo en el que, tal vez, es donde menos debe estar. Por ejemplo, Beeple, el tercer artista vivo más caro de la historia gracias a la venta de sus NFT, se ufana de haber ido apenas a un puñado de exposiciones.
El Circo del Museo Duchamp del arte malo
2022
NFT
Producida por: Omar H. Téllez, Block Art Ventures
Cortesía del artista y de Henrique Faria, New York
La muestra del MAMBO es un viaje en el tiempo, un viaje de 50 años de manera muy veloz, que deja en evidencia cambios inimaginables. Los medios impresos aferrados a la nostalgia para no desaparecer les dieron y les dan vida a estos grabados. ¿Cómo sería su circulación en 50 años si esta obra se siguiera produciendo eternamente? El arte va cambiando tan rápido como el mundo mismo. Tal vez sea una de las tantas preguntas que deja esta exposición que estará abierta hasta el 4 de septiembre.