29 Abril 2022

Andrea Mejía: "No podemos comprender la muerte, es demasiado grande para nosotros"

En su novela Antes de que el mar cierre sus caminos Andrea Mejía vuelve a mostrar su talento para relacionar las emociones con la naturaleza.

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Andrea Mejía.
Andrea Mejía

CAMBIO. ¿Cómo nació y creció Antes de que el mar cierre los caminos?

Andrea Mejía. Una imagen me cautivaba: la imagen de un pozo petrolero en el mar. Esas antorchas con grandes fuegos sobre el azul o el gris del mar me sobrecogían y me llenaban de algo incomprensible. Creo que en parte la novela nació ahí, en esa fascinación. Estuve viendo hipnotizada durante un tiempo imágenes y videos de estas perforaciones, de estos fuegos. Pero donde más poder tenían eran en mi imaginación: el sonido del mar, del viento, del fuego. Una novela debe tener muchísimas fuentes, algunas de las que ni siquiera somos conscientes. Tenía otras imágenes, como el pelo del personaje que después se llamaría Pablo, blanco y ondeando, como una especie de Rey Lear enloquecido junto al mar. Tenía también algunos secretos que quería guardar en los personajes. Mientras estas cosas empezaban a trabajar en mí, tuve una intuición muy clara: no podemos comprender la muerte, es demasiado grande para nosotros. Suena muy simple y tonto dicho así, y puede que no sea ninguna revelación. Pero fue algo que sentí con mucha fuerza y claridad. Ese sentimiento de desmesura me orientó un poco cuando empecé a escribir. Después la novela creció hasta ser lo que es con muchísimas horas de trabajo. ¡Muchísimas!

 

 

 CAMBIO. ¿Cómo surgieron los personajes de esta novela?

 

A. M. No me gusta la idea de que un personaje es un retazo de personas y rasgos, medio imaginados, medio robados de gente que conocemos, como si fueran cosas mecánicas armadas con piezas. Tampoco me gusta la idea de que en un personaje estemos nosotros mismos más o menos encubiertos. Lo que me gusta creer es que cada personaje ya existe vivo en alguna parte y lo que hacemos al escribir una novela es buscarlo y quedarnos a su lado. También me gusta creer que cada personaje es algo que queremos guardar, proteger, un secreto, como dije antes, o algo que intentamos pensar ¡pero con la imaginación! Así, Irene para mí es un intento por vivir en la felicidad y en el amor, sin que ella sea por eso un personaje esquemático. Hay un niño sordo mudo en la novela que se llama Ciro, ese personaje es uno de los grandes misterios de la novela. ¡También es un misterio para mí! Cuando reescribí la novela, después de haber escrito una primera versión un poco a ciegas, conocía a mis personajes, ya eran reales para mí, familiares. Con la reescritura debían recibir aún más vida y coherencia. Pero siempre queda algo desconocido en ellos. Es exactamente como otro ser humano: nunca podemos llegar a conocerlo del todo.

 

 

CAMBIO. ¿De dónde nace su apego por la naturaleza y por qué le da tanta importancia al paisaje?

 

A. M. La naturaleza aparece en todo lo que escribo. Creo que el poder de la naturaleza crece cuando la describimos literariamente, pero sobre todo creo que ella es fuente de elocuencia. Prefiero que sea ella, y no yo, la  que habla en lo que escribo. No creo que escribir con una presencia tan fuerte de la naturaleza en cada página sea algo idílico o pasado de moda. La naturaleza es lo que estamos perdiendo. Por eso en general hay un retorno más o menos ansioso a ella, en la poesía, en la literatura y en la vida en común en general. Otra vez está bien visto hablar de ella. Pero aunque no estuviera bien visto, yo no dejaría de escribir valiéndome de su fuerza, de la plenitud que siento cuando estoy envuelta en ella y me olvido de misma. No podría escribir de otro modo. Spinoza, que es un filósofo que admiro, usa indistintamente la palabra “Dios” y la palabra “naturaleza”. Creo que puedo comprender eso.

 

 

CAMBIO. ¿Cómo ve usted la evolución de su obra literaria?

 

A. M. Me gusta creer que aprendo algo nuevo en cada libro que escribo, que no me repito. ¡Esa es mi gran angustia! Repetirme, volverme predecible. También quisiera creer que con el tiempo iré yendo hacia lo más simple y esencial. Y entonces quizá llegue a los poemas. Pero ese es solo un deseo.

Antes de que el mar cierre sus caminos.

 

 

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