¡Feliz cumpleaños, maestro Botero!
La casa, 1995
Crédito: Archivo particular
El martes 19 de abril cumple 90 años Fernando Botero, el pintor y escultor colombiano más reconocido en el mundo. Este es un homenaje gráfico a su vida a través de una mínima parte de su obra.
El 19 de abril el pintor, dibujante y escultor Fernando Botero cumple 90 años. A lo largo de su vida Botero ha marcado con su obra etapas muy determinantes del arte colombiano, en particular en la segunda mitad del siglo XX. Es una de las figuras más destacadas del arte colombiano y, sin duda, el más reconocido en el mundo entero.
Cambio celebra este aniversario con una galería de pinturas representativas de su carrera artística. Más que un intento de presentar un “grandes éxitos”, esta selección busca mostrar obras de las diferentes etapas de su trayectoria, como también de algunas de sus distintas aristas.
Expresionismo y feísmo
El primer Botero que podría considerarse como maduro nunca se alejó del arte figurativo pero sintió la influencia del expresionismo abstracto, muy en boga a finales de los años 50. Aunque Botero siempre se interesó por la forma y fue un gran admirador y estudioso del arte clásico, en esta época le dio prioridad a los brochazos agresivos, que incluso llegaron a evocar el action painting. En un comienzo estas obras provocaron rechazo pero, con el paso del tiempo, varias de ellas se las considera obras maestras.
La camera degli sposi (homenaje a Andrea Mantegna)
Esta obra, de 1958, se presentó en el XI Salón Nacional de Artistas Colombianos a pesar de que en un comienzo los jurados la habían rechazado y, al final, fue la ganadora. Es una reelaboración y reinterpretación de una obra original del pintor renacentista italiano Andrea Mantegna. Hoy es considerada como una de las pinturas más importantes de Botero.
Obispos muertos
Pintada en 1958, este reguero de obispos muestra a un Botero muy irreverente que se sirve de la ironía y el sarcasmo para referirse a la Iglesia, que a partir de la llegada del Frente Nacional comenzaba a perder su hegemonía.
La apoteosis de Ramón Hoyos
En este cuadro de 1959, uno de los más relevantes de su carrera, Botero explora el universo del Pop Art y, a la vez, como señaló la crítica de arte Marta Traba, “marcará en Botero el punto de nacimiento de una conciencia fustigante y alerta con respecto a la situación de su país”.
Monalisa de 12 años
Otro ejemplo de su época “feísta”, esta obra la adquirió el Museo de Arte de Nueva York.
Estos son otros ejemplos de esta primera gran etapa de la obra pictórica de Botero.
Niña perdida en un jardín
Niña con mandolina
Diablo con pecadora
Mandolina sobre silla
La forma y al volumen
En los primeros años de la década del 60 Botero, muy interesado en el arte pop, decidió volver a darle más preponderancia a la forma y al volumen y abandonó muy rápidamente la pincelada agresiva para centrarse en el color. Un detalle muy importante en su obra es que jamás se ha valido de las sombras para enfatizar la idea del volumen y la profundidad. Esto lo obligó a trabajar de manera infatigable en la búsqueda del color preciso para cada centímetro cuadrado de sus composiciones e incluso a retomar técnicas que ya estaban fuera de circulación. En esos años la obra de Botero adquiere el que bien podría llamarse su estilo definitivo.
Naturaleza muerta
En esta pintura de 1964 Botero se aleja por completo de las pinceladas agresivas. Se destaca el uso de un solo color que varía por el mayor o menor nivel de claridad y formas enormes de las naranjas, que se ven muy voluminosas sin necesidad de que el artista apele a las sombras para dar la sensación de tridimensionalidad.
Nuestra Señora de Nueva York
El tema religioso, en parte inspirado por el arte colonial de América Latina, siempre ha atraído a Botero. Uno de los tantos ejemplos por su fascinación por las madonnas y sus hijos es este cuadro de 1966.
La familia presidencial
Este óleo de 1967, considerado como una de sus obras maestras, de nuevo es un retrato de una Colombia pomposa y provinciana, y también una sátira al papel que juegan la Iglesia y las fuerzas armadas en la democracia colombiana, al presentar a un obispo y un oficial del ejército como parte de esa familia nuclear.
La casa de Mary Duque
Además de mirar con ironía a dignatarios políticos, religiosos y militares, Botero también comenzó a plasmar con humor la vida cotidiana. Este cuadro, uno de los más importantes de los que realizó en 1970, representa una escena que ocurre en un burdel.
Orquesta
Para Botero la vida cotidiana ha sido un factor recurrente de inspiración para elaborar cuadros que podrían denominarse como tradicionalistas. En esta obra de 1991, Botero aprovecha su sentido del humor para componer los personajes de esta agrupación musical.
El taller
Botero se retrata a sí mismo en este cuadro de 1990, pero aparece como una figura menor, agazapado detrás del lienzo y subordinado por completo por el volumen de la mujer que le sirve de modelo.
La calle
Otra obra de 1995 en que Botero se vale del humor y de su ingenio para retratar un día en la vida de un país provinciano y pacato.
Masacre de Mejor Esquina
Aunque Botero no ha sido un pintor militante, en sus obras han aparecido hechos violentos, como la muerte de Pablo Escobar y las torturas de Abu Ghraib . Este cuadro de 1997 hace referencia a una masacre perpetrada por un grupo paramilitar el 23 de abril de 1988 en una vereda de Buenavista, Córdoba, en la que fueros asesinados 28 campesinos.
La cascada
En esta obra de 1998 la figura human le cede el protagonismo al paisaje. Las piedras del río y el agua que fluye por ellas son el motivo de estudio del pintor.