“Nunca recordamos de la misma manera que las personas que cruzaron por los mismos eventos”

Laura García es una reconocida actriz de larga trayectoria en el teatro, el cine y la televisión. Pero su cercanía con la literatura (no sólo con la dramaturgia) le han permitido desarrollar el oficio de la escritura. Hace pocas semanas publicó Sin verlo venir, una novela autobiográfica en la que se combinan algunos de sus recuerdos, la ficción y también el comentario acerca de lo que pasa en el país y el mundo que la rodea.

Laura García presentará su obra en el recinto de Corferias el 27 de abril a las 4:00 pm en el Gran Salón Ecopetrol, en la sala Filbo C

CAMBIO. ¿Qué la motivó a escribir una autobiografía novelada?

Laura García. No fue un proceso de escogencia tan consciente, la verdad. Casi como que el material, como el mármol para los escultores, se fue moldeando solo. Sí sabía que había ciertos acontecimientos que en ningún caso quería pasar por alto. Acontecimientos de mi periplo vital, como el amor, lado a lado con el desamor; el abandono, el dolor por la pérdida temprana de dos hermanos, mi arte, la maternidad... 

CAMBIO. Además de los hechos que usted considera representativos de su vida, ¿cuáles son los temas que atraviesan este relato?

L. G. Además de lo expuesto anteriormente, el cine, que ha jugado un papel fundamental en mi existencia; la literatura, que he consumido desde pequeña,desde los relatos orales de mi nana; el humor, como parte fundamental de la vida; el ateísmo; el despertar sexual y el erotismo; la familia y mis antepasados; la pandemia; la política y la historia de mi país...

CAMBIO. ¿La memoria es documental o se permea de ficción?

L. G. Nunca recordamos las cosas de la misma manera que las personas cercanas que cruzaron por los mismos eventos. Luego, la memoria, por más documentativa que uno quiere que sea, tiene una inalterable cuota de ficción. Depende del momento en que se encriptó en uno. De la edad, las circunstancias, los sentidos.

CAMBIO. Cuando entregó el texto definitivo a la editorial, ¿cuál fue su sensación?

L. G. De entregar mi hijo más preciado. Porque es un libro profundamente personal, íntimo, biográfico. De modo que sentí como que un pedazo de mí partió y quedó ya en manos de quien lo diagramaría, escogería las fotos y lo imprimiría para su lectura.

CAMBIO. ¿Qué tanto influyó su oficio de actriz y directora de teatro en la manera como usted recorrió los pasos de su vida?

L. G. Llevo más de 45 años en el oficio, así que algo debe percibirse en el libro de ello. Pero no tiene diálogos, por ejemplo. Es narrativa, surge, en algunos casos, de mi conciencia automática, que me iba dictando de manera muy rápida, a manera de cascada, ideas, sensaciones, percepciones que cruzaban mi intelecto sin casi poderlo detener. Y yo me dejaba ir y solo lo miraba al día o a los días siguientes. No enseguida, para evitar un juzgamiento. Sin verlo venir combina estilos, creo yo. A ratos se vuelve un tanto periodístico. A ratos lo asalta la rima. La musicalidad. Soy una persona muy musical. Y el lenguaje, tal vez por eso, me deleita, me fascina. Es de los más altos logros que ha inventado la humanidad.