De la rodolfoneta a la petroneta: ¿qué dice esto de nuestros políticos?
30 Junio 2022

De la rodolfoneta a la petroneta: ¿qué dice esto de nuestros políticos?

Muchos de los políticos que apoyaron las campañas de Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández han cerrado acuerdos políticos con el gobierno entrante de Petro.

Crédito: Yamith Mariño

En cuestión de días los partidos tradicionales pasaron de ser los más férreos opositores del líder del Pacto Histórico a firmar un pacto de no agresión con el nuevo gobierno. Analistas aseguran que no hay de qué sorprenderse.

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Fue en cuestión de días. Gustavo Petro ganó las elecciones presidenciales y rápidamente el mapa político empezó a moverse. Desayunos, cafés, reuniones, alianzas… En solo una semana el nuevo gobierno pasó de ser una minoría en el Congreso a tener una coalición que parece le asegurará gobernabilidad en su primer año.

Pocos anticipaban lo que ha ocurrido estas últimas semanas con lo que Petro ha denominado “el gran acuerdo nacional”. Antes de su victoria el pasado 19 de junio, varios analistas afirmaban que en un eventual gobierno de Petro tendría problemas de gobernabilidad, como en su momento le sucedió durante la Alcaldía de Bogotá. Aunque el Pacto Histórico fue el partido más votado en las legislativas de marzo, en ese momento los partidos tradicionales eran una especie de contrapeso y hacían campaña por candidatos rivales. 

La política es dinámica, pero no deja de sorprender cuando es tan evidente. El día antes de las elecciones, en medio de la incertidumbre, gritaban, en público y privado, que Petro era lo peor que le podía pasar a Colombia. Ahora, el Partido Conservador, Cambio Radical, el Partido Liberal, el Partido de la U y otros        -hasta hace poco feroces históricos opositores de Petro- no se demoraron ni una semana en entregarse a ciegas al presidente electo.

No hace mucho, a comienzos de mayo, el Partido Conservador, que había declarado su apoyo a la campaña de Federico Gutiérrez, dijo que sancionaría a los militantes que decidieran mostrar algún tipo de apoyo a la candidatura presidencial de Gustavo Petro. Casi al mismo tiempo, el Partido Liberal sugirió hacer lo mismo con sus miembros tras el quiebre de las conversaciones entre César Gaviria y la campaña del Pacto Histórico. El Partido de la U, por su parte, anunció que el Comité de Ética abrió investigaciones contra la concejal Margeris Calderón y el excongresista Albeiro Vanegas por incumplir las directrices del partido y apoyar a Petro.

Pero todo cambió el 29 de mayo. Federico Gutiérrez, candidato del establecimiento y apoyado por La U, Cambio Radical, los liberales y los conservadores, no consiguió llegar a la segunda vuelta. La sorpresiva votación de Rodolfo Hernández sacudió el tablero y los partidos quedaron huérfanos de candidato. Mientras unos se declararon en independencia, otros se sumaron a la propuesta del exalcalde de Bucaramanga, aunque a regañadientes. Al final, con su derrota contra Petro en la segunda vuelta, otra vez quedaron a la deriva y sin un rumbo fijo.

El futuro, sin embargo, no fue tan incierto para las colectividades perdedoras. A pocos días de la victoria de Petro, ya se hablaba de una posible adhesión del Partido Liberal. La noticia se confirmó con una carta firmada por César Gaviria, con quien hacía pocos dos meses no se podían ni ver. A los liberales se les sumaron luego los anuncios del Partido de la U y el Partido Conservador de no hacer oposición al gobierno. Una decisión que ya ha causado fracturas, como lo ocurrido con el senador Ómar Yepes, quien tras conocer la directriz de los partidos presentó su renuncia a la dirección del conservatismo.

 

El riesgo de un gobierno sin oposición

Mientras el senador Roy Barreras ha celebrado los acuerdos que ha cerrado el Pacto Histórico con rivales que hasta ahora eran impensados para lograr “la coalición más grande de la historia”, Gustavo Petro, en una entrevista con este medio, fue más cauto y dijo que esto podría significar un peligro a largo plazo. “Muchas agrupaciones dirán vamos a volvernos del gobierno, vamos a entablar el diálogo con el gobierno, pero para achicar sus reformas, para moderar o morigerar”, respondió Petro a la pregunta sobre si estas alianzas podrían o no estropear sus planes en la presidencia. 

“Hay una necesidad de atajar al gobierno de Petro y para estos partidos es mejor atraerlo hacia el centro y que no se vayan a la radicalidad de la izquierda”, explica Mauricio Jaramillo Jassir, politólogo y profesor de la Universidad del Rosario, quien no cree que los partidos se hayan “enmermelado”, como les han dicho varios a través de las redes sociales, sino que responden es a una estrategia de “defensa”.

Carlos Andrés Arias, consultor político y profesor de la Universidad Externado de Colombia, concuerda con Jaramillo Jassir y asegura que la sorpresa que ha generado esto en la opinión pública no necesariamente lo hace en el mundo político, pues es un comportamiento “esperable que se ha dado en todos los gobiernos”. 

“El país político, en las regiones y a nivel central, entiende el verdadero poder del ejecutivo. Un poder asociado a la agilidad con la cual llegan los recursos de las regalías a las regiones y en la ejecución de proyectos de infraestructura o de las instituciones públicas mismas, explica Arias para Cambio”. 

Pero mientras en el mundo político este tipo de dinámicas se entienden y hasta se aceptan, otra cosa es lo que siente el ciudadano de a pie. En una campaña que estuvo marcada por la polarización, la guerra sucia y las acusaciones de lado y lado, a muchos colombianos les ha sorprendido la rapidez con la que antiguos enemigos de Petro ahora posan en la foto del gobierno. 

“Los votantes quedan con un mal sabor de boca y terminan perdiendo la confianza en los políticos y la clase dirigente. En una campaña en la que la polarización llegó a su punto más alto, puede enviar un muy mal mensaje que ahora estén buscando hacer parte de la repartición”, asegura Carlos Andrés Arias.

Jaramillo, por su lado, anota que esta apuesta de los partidos tradicionales, especialmente de los conservadores, es “torpe”, pues pueden terminar perdiendo legitimidad con sus electorados. “Hay poco reparo de los políticos. Esto evidencia una crisis en los partidos, muy debilitados de cara a la ciudadanía, pero no es algo que sea sorprendente”, agrega.

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