El 'impasse' peruano
20 Febrero 2022

El 'impasse' peruano

Pedro Castillo, Presidente de Perú

Crédito: Reuters

El presidente Pedro Castillo enfrenta la posibilidad de que lo destituyan. Sin embargo, el mandatario está empeñado en defenderse a base de hacer alianzas políticas. Como le dijo a 'Cambio' el prestigioso periodista Gustavo Gorriti, “Castillo quiere seguir siendo presidente y quiere seguir mandando”. En caso de que Petro ganara la presidencia en Colombia, ¿se parecería el caso colombiano al peruano?

Por: Enrique Santos Urzola

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Contar las crisis y escándalos que han sacudido en los últimos cinco años a Perú requeriría demasiada tinta. Sobra decir que cuando el presidente Pedro Castillo derrotó a Keiko Fujimori en las pasadas elecciones, heredó una situación compleja. La normalización de una relación belicosa entre el Congreso y el Ejecutivo han generado en el gobierno de Pedro Castillo el temor de que pueda sobrevenir otro intento de destitución presidencial, para lo cual tendrían que votar a favor de ella 87 de los 130 miembros del Congreso unicameral. 

Es una posibilidad latente, ya que una gran parte del poder político peruano —encarnado mayoritariamente en Keiko Fujimori y su partido Perú Libre—  ha reaccionado con hostilidad ante la elección del mandatario, le han negado la legitimidad y aguardan con ansias la oportunidad para derrocarlo.

Ahora, eso no significa que Pedro Castillo —con su admitida inexperiencia y sus constantes desaciertos— no haya contribuido a ahondar la crisis.

El miércoles pasado, Castillo renovó por cuarta vez en seis meses su gabinete ministerial. La incapacidad del mandatario de conformar un equipo que le dé la posibilidad de gobernar es una situación inédita en Perú.

Los nombramientos que ha hecho Castillo, de allegados a su movimiento político, han sido muy criticados porque se considera que carecen del conocimiento y de la experiencia requerida para ejercer esos cargos. Al mismo tiempo, ministros con más calificaciones y trayectoria —nombrados en el intento de tender puentes con el establecimiento político— han renunciado, aduciendo falta de apoyo de Castillo, indiferencia ante la corrupción e incluso han hecho señalamientos de que existe un ´poder dentro del poder´. En el nuevo gabinete del mandatario solo hay seis ministros nuevos y estos parecen no tener la capacidad de aliviar la crisis.

La necesidad que tiene Castillo de aglutinar fuerzas políticas en el Congreso para evitar que lo destituyan, limita su capacidad para hacer nombramientos técnicos. Y aunque el mandatario prometió nombrar un “gabinete más participativo y de ancha base”, la realidad es otra.

El nuevo gabinete de Pedro Castillo
El nuevo gabinete de Pedro Castillo. Crédito: Reuters

El problema —como frecuentemente sucede en la política— se reduce a una puja por el poder.

Aún cuando Pedro Castillo no ha resultado ser la amenaza marxista inminente que muchos pensaron, su movimiento sí representa una vertiente de izquierda que muy poco tiene que ver con las fuerzas políticas que históricamente han gobernado Perú. Según le dijo a Cambio el analista político, José González, “esto lleva a una desconfianza natural y a una renuencia de otros sectores a participar en el poder”. 

Los ministros que representan la clase política tradicional le han exigido a Castillo tener completa autonomía en sus mandatos, con lo cual, reducirían seriamente la injerencia del presidente en los asuntos del Estado. Pero, por lo que se ha visto, el mandatario no tiene intenciones de permitir eso. Así lo afirma Gorriti, quien agrega que Castillo “quiere seguir mandando''. Esas son las condiciones que él le impondrá al primer ministro, que cabe decir, no es el cargo más apetecido del momento”.

Por ahora, el ajedrez político que se está desarrollando no ha permitido que el Gobierno tenga una línea clara. Castillo parece no tener norte y las voces que piden su renuncia, así como un nuevo pacto nacional que ayude a Perú a salir de la crisis, son cada vez más numerosas.

Detrás de esta situación tan compleja también hay dinámicas sociales más amplias.

En primer lugar, es difícil hablar de una crisis de la democracia en Perú sin considerar cómo son los peruanos. Sonia Goldenberg, una reconocida periodista peruana, habló con Cambio sobre el tema: “Hay una vertiente muy autoritaria en la política peruana,” dijo. “El autogolpe de Fujimori fue muy popular y en el gobierno de Alan García, cuando hubo una masacre en las prisiones, este llegó al cénit de su popularidad,” agregó.

Para analizar el contexto de la lucha política que está teniendo lugar en Perú, hay que considerar que se eligió presidente a Castillo, un humilde profesor y sindicalista de Puna, quien representa a ese 80 por ciento de indígenas y mestizos que conforman la mayoría de la población de Perú. Ello, unido a la falta de preparación del primer mandatario, genera fuertes reacciones en los sectores que tradicionalmente han mandado en ese país.

A los colombianos, el caso de Perú nos permite hacernos ciertas reflexiones. 

En poco tiempo, Colombia tendrá unas elecciones en las que es posible que una fuerza política ajena al establecimiento, encarnada en Gustavo Petro, llegue al poder. Si esto llegara a pasar, la clase política tradicional se vería forzada a escoger uno de dos caminos: podría transitar la vía de Perú, donde la oposición es de carácter antidemocrático y lo que quiere es sacar del poder al presidente y negarle la legitimidad; o podría confiar más en el ejercicio democrático y en las instituciones, como está ocurriendo en Chile.

Sin embargo, la decisión no sería únicamente de las élites colombianas. El politólogo Eduardo Pizarro le dijo a Cambio que “la pelota la tiene Petro”. Para Pizarro, Petro puede “optar por parecerse a los mandatarios de izquierda radical como Nicolás Maduro o Daniel Ortega, o comportarse como Pepe Mujica, quien se movió hacía el centro y buscó construir consensos nacionales”. En todo caso, Pizarro afirma que si no se respetan las instituciones, habría una ruptura nacional.

Por su parte, el sociólogo Gonzalo Sánchez le dijo a Cambio: “Petro no llega solo, llega con muchos aliados. Hay un efecto neutralizante ahí”. Y agregó: “Él va a heredar la crisis social que estamos viviendo. Y eso va a limitar seriamente su margen de maniobra”.

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