El jeque árabe detrás de las opa por el GEA
27 Octubre 2022

El jeque árabe detrás de las opa por el GEA

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

Tahnoon bin Zayed Al Nahyan, socio de los Gilinski en las primeras siete opa por Argos, SURA y Nutresa, en la última le apunta a Nutresa por su cuenta. Hermano del presidente de Emiratos Árabes, ha estado envuelto en escándalos de espionaje y es cinturón negro en artes marciales. Este es el retrato del jeque que quiere tomarse la compañía colombiana y el páramo de Santurbán.

Por: Juan Pablo Vásquez

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La más reciente oferta pública de adquisición (opa) por una de las sociedades del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) se anunció el pasado 20 de septiembre. Es la octava opa de los últimos 12 meses –la primera se anunció en noviembre de 2021– y la cuarta que le apunta a las acciones de Nutresa. Sin embargo, en esta ocasión hay una particularidad y es que el único oferente detrás es International Holding Company (IHC), una compañía árabe que cuenta con inversiones en diferentes sectores y que en las siete opa previas se había asociado con el Grupo Gilinski. Su presidente es el jeque Tahoon bin Zayed Al Nahyan, miembro de la familia real de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y hermano del actual presidente de ese país, quien también preside la junta directiva de The Royal Group y el First Abu Dhabi Bank, instituciones que prestaron el dinero para que los Gilinski lanzaran las opa.

Financial Times describe a Al Nahyan como “una de las figuras más influyentes” de la nación de Oriente Medio y explica que su creciente protagonismo en asuntos gubernamentales y económicos hace parte de un patrón establecido en las monarquías de esta región del planeta.

Su ascenso durante la última década personifica el nexo entre el poder, los negocios y el interés estratégico nacional en los estados del Golfo como los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Qatar, donde una generación de miembros de la realeza más joven, conocedora de la tecnología y preocupada por la seguridad ha pasado a primer plano”, señala el periódico británico.

Nació en diciembre de 1969 y es uno de los seis hijos de Zayed bin Sultan Al Nahyan, fundador y primer presidente de EAU, y su tercera esposa, la jequesa Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Cuando tenía solo 23 años, ya dirigía el First Gulf Bank, el tercer banco con más activos del país, y tras su fusión en 2016 con el Banco Nacional de Abu Dhabi, se convirtió en el presidente de la junta directiva del First Abu Dhabi Bank. Desde 2015, adicionalmente, funge como asesor de seguridad nacional y recientemente también se le han delegado otro tipo de asuntos públicos como el manejo de la pandemia.

Para profundizar

Gracias al enorme capital que posee, su trayectoria en los negocios da fe de un éxito tras otro. Uno de los más recientes se dio en 2018, cuando participó en la fundación de ADQ, una inversora estatal que rápidamente se convirtió en una de las compañías más activas de su país. En septiembre de 2021, ADQ adquirió el 45 por ciento de las acciones del Grupo Louis-Dreyfus, un conglomerado francés dedicado a la comercialización de bienes de consumo agrícolas y energéticos y que en 147 años de existencia nunca se había abierto a accionistas por fuera de la familia de Léopold Louis-Dreyfus, su fundador.

La actual apuesta de la familia real emiratí, según reportaron los diarios económicos tras la compra de un porcentaje de Louis-Dreyfus, es la búsqueda de una seguridad alimentaria para su región. Eso explica la intención de ampliar su cartera al invertir en compañías dedicadas a la producción de comida e insumos. Encabezando esta misión se encuentra el jeque Tahoon bin Zayed Al Nahyan y eso, en parte, le da sentido a su deseo de obtener el 31,5 por ciento de las acciones de Nutresa, una de las empresas más grandes en el mercado del procesamiento de alimentos en América Latina.

De sus rasgos más íntimos poco se sabe. Oficiales diplomáticos del gobierno de Estados Unidos lo describieron al Financial Times como un personaje que supervisa todo y está en todas partes. “Es el tipo de confianza que pasa desapercibido”, señalaron al rotativo.

Diferentes medios han reportado que Al Nahyan es amante de las artes marciales mixtas, posee un cinturón negro en jiu-jitsu brasileño y su pasión por este deporte llevó a que Flash Entertainment, una firma de inversión de su país, comprara cerca del 10 por ciento de la UFC, la empresa más grande de esta disciplina en el mundo. Aunque la participación accionaria duró solo una década, junto con su entrenador y amigo, Nelson Monteiro, creó el Club de Combate de Abu Dabi y anualmente celebra torneo de artes marciales en diferentes capitales del mundo. La última edición de su Campeonato Mundial de Lucha de Sumisión tuvo lugar en Las Vegas y convocó más de 13.000 seguidores.

Los pecados del jeque

Pero el currículo del jeque Al Nahyan cuenta igualmente con zonas oscuras. En agosto de 2020, The New York Times publicó un artículo sobre ToTok, una aplicación de celular con vasta popularidad en Oriente Medio y que estaba siendo empleada como “una herramienta de espionaje”. Un grupo de periodistas del diario neoyorquino conoció una evaluación clasificada de los servicios de inteligencia estadounidenses que señalaba que, a pesar de venderse como una plataforma de mensajería instantánea, podía ser usada por el gobierno de EAU para realizar seguimiento a los audios, la ubicación y los mensajes de sus usuarios. A los pocos días ToTok fue retirada de los servicios de Google y Apple.

Breej Holding, con sede en Abu Dabi, es la compañía desarrolladora detrás de la polémica aplicación. Dentro de su estructura, en lo alto de su jerarquía, hay diferentes personas del círculo cercano del jeque. Hassan Al-Rumaithi, su hijo adoptivo, es el director de Breej Holding, y Hamad Al-Shamsi, su relacionista público, es director de G42, otra de las empresas emiratíes que colaboró activamente con la creación de ToTok. A esto se suma su posición de asesor de seguridad nacional y su pasado en episodios de persecución cibernética a opositores de la monarquía, como es el caso del activista Ahmed Mansoor, quien fue capturado y juzgado por sus críticas a la familia real.

Los cuestionamientos no se quedan allí. Una investigación del Moscow Times reveló en 2021 que una de las subsidiarias de Royal Group, conglomerado inversionista que es presidido por el jeque, selló un acuerdo con el gobierno ruso para tener los derechos de venta de la vacuna Sputnik V, elaborada por centros médicos de ese país para combatir el coronavirus. La publicación cuenta que las vacunas eran vendidas en otros lugares, incluyendo naciones con menos recursos como Bolivia y Guyana, por un precio que doblaba los 10 dólares por unidad que había anunciado el Kremlin en noviembre de 2020.

Al ocupar una posición de poder en uno de los países más ricos del mundo, Al Nahyan ha sido protagonista de otros escándalos destapados en la prensa internacional. Su nombre figuró en los Pandora Papers, trabajo adelantado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés), en los que se evidenciaba que él y sus hermanos eran titulares de múltiples holdings en paraísos fiscales. Por su parte, en 2016, The Wall Street Journal tuvo acceso a unos documentos que demostraban que el jeque transfirió 200.000 dólares a la sobrina del presidente sirio Bashar Al-Assad durante los años en los que Estados Unidos y la Unión Europea impusieron sanciones económicas en contra del sanguinario mandatario y sus allegados.

Los intereses en Colombia no son exclusivos del jeque. Su familia también tiene desde hace años los ojos puestos en el páramo de Santurbán. El conglomerado Mubadala, cuyo líder es uno de los hermanos del jeque y es el accionista mayoritario de la Sociedad Minera de Santander (Minesa), ha destinado amplios recursos para que cesen las trabas que hasta ahora han impedido que se lleve a cabo la explotación de oro en esta zona. EAU donó 45 millones de dólares para la implementación del Acuerdo de Paz en el gobierno de Juan Manuel Santos y más de 18 toneladas de alimentos y comida para los menos favorecidos en los primeros meses de la pandemia, cuando Iván Duque estaba en la Casa de Nariño.

Si la opa de Al Nahyan prospera, las bases de la familia real en territorio colombiano se afianzarían. Las últimas dos opa, en las que se asoció con los Gilinski, fueron declaradas desiertas. Ahora ha actuado solo, a ver si la tercera resulta la vencida.

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