José Félix Lafaurie: la vaca sagrada
19 Noviembre 2022

José Félix Lafaurie: la vaca sagrada

El presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, será negcoiador del equipo del gobierno en los diálogos con el ELN.

Crédito: Jorge Restrepo

El nombramiento del presidente de Fedegán como negociador con el ELN pone a Gustavo Petro como promotor de la unidad nacional y le entrega al ganadero un inmenso poder. Uno de los dirigentes más derechistas del país ahora es el hombre clave de la reforma rural y de la paz total.

Por: Redacción Cambio

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Las lecciones más elementales de administración señalan que los mejores negocios se dan cuando todas las partes ganan. Ese ideal del gana-gana es más fácil verlo en los libros que en la realidad. Sin embargo, una imprevista jugada del presidente Gustavo Petro podría convertirse en caso de estudio sobre un acuerdo que puede dejar contento a todo el mundo  y que, a pesar de eso, supone grandes riesgos.

El nombramiento de José Félix Lafaurie como negociador con el ELN le permite a Petro mostrar la apertura a todos los sectores en su iniciativa de paz total. Vuelve corresponsables de la suerte de ese proceso a sus principales críticos, con la consecuencia de que si sale bien podrán reclamar los laureles pero si sale mal, tendrán un porcentaje de la derrota. También es un puente hacia el sector más radical de la derecha del país. Hay que recordar que Lafaurie no es solamente el líder del gremio ganadero sino que está casado con la senadora María Fernanda Cabal, quien se perfilaba como la mayor esperanza de la derecha de recuperar el poder. 

También gana José Félix Lafaurie. Hasta hace poco las menciones más conocidas sobre él venían de antiguos dirigentes ganaderos de Córdoba con líos con la justicia  y del cabecilla paramilitar Salvatore Mancuso. Ellos hablan de su presunta participación en un plan de los paramilitares para escoger como fiscal general a Mario Iguarán o como supuesto determinador de una operación de despojo de tierras a campesinos por parte del clan Castaño. Como si fuera poco también ha sido cuestionado en el pasado por el manejo del Fondo Nacional del Ganado, como se llaman los recursos públicos que maneja Fedegán y por recibir comisiones de éxito del 5 por ciento por los negocios de sus agremiados. 

José Félix Lafaurie

En las últimas semanas esos cuestionamientos se han ido desvaneciendo para presentarlo como un dirigente conciliador, capaz de buscar consensos con el gobierno sin ceder en lo que considera sus principios. El jueves en la mañana, cuando recibió la primera oferta del presidente Petro de integrarse a la mesa de negociación, se tomó apenas unos segundos para responder afirmativamente. Las consultas que siguieron, en su orden, con el expresidente Álvaro Uribe, la junta directiva de Fedegán, y su esposa, la senadora María Fernanda Cabal, fueron apenas una formalidad. Lafaurie ya le había dicho que sí al presidente. 

El anuncio público tuvo cierto dramatismo histriónico. El presidente Petro llegó con varias horas de retraso al Congreso Nacional Ganadero. Después de afirmar que la ganadería “nos acerca a la extinción de la especie” le pidió al presidente de los ganaderos integrar la mesa de diálogo con el ELN, la última guerrilla activa en Colombia.

Esa mesa se instalará esta semana en Caracas. Según algunas fuentes consultadas por CAMBIO, la inclusión de José Félix Lafaurie puede ser recibida con buenos ojos por el ELN, un grupo que siempre ha manifestado que la paz debe hacerse con los enemigos y no con los amigos. Para muchos de sus miembros, Lafaurie es la personificación misma del enemigo. Justa o injustamente lo ven como el vocero de los terratenientes despojadores, afines al paramilitarismo y como un personaje muy cercano a Álvaro Uribe, es decir como la antítesis de lo que ellos pretenden representar. 

Antonio García, jefe máximo del ELN, es definido por algunos de los que lo han tenido como contraparte en una mesa de negociación como una persona complicada, intransigente, a la que le gusta alargar indefinidamente conversaciones y parece disfrutar más de la mesa en sí misma que de la obtención de resultados. Jamás hay una respuesta corta de su parte. Le gusta oírse y armar juegos retóricos alrededor de sus argumentos. Lo bueno es que no estará en la mesa, lo malo es que todo lo que se negocie terminará consultado con él. Lo cual en la práctica significa que la mesa de negociación es apenas una instancia intermedia. 

Los negociadores titulares, que tendrán cara a cara a José Félix Lafaurie, son Pablo Beltrán, Aureliano Carbonell, Silvana Guerrero, Isabel Torres, Tomás García, Consuelo Tapias, Viviana Henao, Alirio Sepúlveda y Óscar Serrano. Prácticamente los mismos que intentaron, sin éxito, llegar a un acuerdo con el gobierno de Juan Manuel Santos.  Mientras la casi sexagenaria guerrilla mantiene su estrategia de negociación, el Estado colombiano la cambia en cada gobierno. 

Como sea, es difícil que el Ejército de Liberación Nacional encuentre un escenario más propicio para llegar a un acuerdo definitivo de paz que con el gobierno de Gustavo Petro. Sin embargo, también hay obstáculos grandes para la negociación. Por ejemplo, es prácticamente imposible para el ELN aceptar un cese al fuego bilateral ya que en la práctica no está librando únicamente una guerra contra el Estado colombiano, sino también otra contra las bandas criminales y una tercera contra algunas disidencias de las extintas Farc. Por eso, declarar una tregua es imposible a menos que fuera multilateral.

Antonio García ha dicho que el ELN no admitirá que esas bandas criminales tengan un tratamiento político similar al de ellos pero, quiera o no, estos procesos van a tender a volverse interdependientes. Si hay bandas criminales actuando en las zonas de influencia de la guerrilla no habrá paz real. 

La presencia de José Félix Lafaurie le ofrece a muchos sectores de la derecha una especie de garantía de supervisión sobre lo que se hable con el ELN.  Esto puede ser una ventaja para ampliar el acuerdo y comprometer a miembros de la élite rural pero también puede significar una bomba de tiempo dentro de la mesa. De esta negociación, Lafaurie puede salir dando un portazo o convertido en una opción presidencial más viable que su esposa. 
 

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