Putin se blinda ante las sanciones
27 Febrero 2022

Putin se blinda ante las sanciones

Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa.

Crédito: Reuters

A pesar de las condenas de los países de la OTAN, Putin respira con calma: lanzó su invasión contra Ucrania y la alianza no respondió. Joe Biden, en su alocución del jueves, dijo que “defenderán cada centímetro de la OTAN”, pero confirmó que no mandará tropas a Ucrania.

Por: Enrique Santos Urzola

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Rusia supera a Ucrania militarmente. Y no parece que la OTAN se vaya a oponer con fuerza a la invasión. Por ello, es posible que las sanciones económicas anunciadas por EE.UU., la Unión Europea, el Reino Unido y otros miembros de la coalición internacional, vayan a ser el mayor dolor de cabeza que tenga Vladimir Putin.

Las medidas, que consisten principalmente en restringir el acceso a los mercados financieros y de capitales de occidente, las dirigió la alianza de Estados Unidos y los otros países contra miembros de la élite de Putin, —parlamentarios y empresarios cercanos al régimen—, al igual que contra bancos estatales y empresas rusas. También impusieron medidas como congelamiento de activos y revocación de visas.

Hay otras medidas que pretenden minar la economía rusa como la prohibición para los extranjeros de comprar bonos rusos, y para los rusos de acceder a préstamos internacionales y comerciar con libras esterlinas, euros y dólares. Además, se restringieron las exportaciones de bienes de alta tecnología como semiconductores, equipos de extracción petrolera y artefactos militares.

Miembros de la guarda nacional de Ucrania
Miembros de la guardia nacional de Ucrania. Crédito: Reuters

Una de las sanciones que más afectará a Rusia va a ser la decisión de Alemania de suspender la aprobación de Nord Stream 2, un gasoducto que iba a representar una fuente de ingresos enorme para Rusia. Esa es una victoria para EE.UU., país que había ejercido fuertes presiones para que Alemania tomara esa decisión, ya que así, los proveedores estadounidenses podrán venderle gas natural a Europa a precios más elevados.

Cuando a Biden le preguntaron si pensaba marginar a Rusia de SWIFT, una especie de mensajería que conecta a más de 11.000 instituciones financieras en cerca de 200 países, dijo: “Es una opción; pero ahora el resto de Europa no desea adoptar esa medida”. Este sábado, la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido tomaron la decisión de sacar al Banco Central de Rusia  y algunos bancos comerciales de pagos SWIFT. Esta decisión significa aislar a estas entidades bancarias de los flujos financieros internacionales, lo que restringirá enormemente sus operaciones en el mundo. Rusia depende del sistema SWIFT para sus exportaciones  de petróleo y gas, medida que podría perjudicar también a las empresas en Occidente que hacen negocios con Rusia. 

Aún así, la reacción del mercado ruso ante la sanciones no ha sido menor, pues ha perdido más del 38 por ciento de su valor, en una de las peores caídas de su historia.

Una economía de guerra en el siglo XXI

La Segunda Guerra Mundial trajo consigo las economías de guerra. En pocas palabras, estas significaron una reorientación económica de los países para cumplir sus objetivos bélicos.

Con la llegada de la era nuclear, el espectro de la guerra total —al estilo de 1939— se desvaneció y, con él, las economías de guerra del pasado. Ahora, Vladimir Putin —con  la serie de medidas que ha tomado para blindar a su país ante las repercusiones de las sanciones—  está demostrando algo nuevo: una economía de guerra para el mundo moderno, en la que la importancia no está en la producción de armamento, sino en la autosuficiencia y en la capacidad de protegerse de las sanciones.

En primer lugar, a diferencia de Irán, que también ha sido objeto de sanciones, la economía rusa ya cuenta con varios sectores claves para ser autosuficiente: la agricultura doméstica, las materias primas, la informática, e industrias avanzadas en materia aeroespacial y de defensa.

Desde 2014, Putin viene enfatizando el desarrollo de un modelo económico que prioriza la autosuficiencia sobre el crecimiento. Y el sector privado ruso ha aprendido a depender menos de la financiación extranjera.

Gary Hufbauer, del Instituto Peterson de Economía Internacional, con sede en Washington, le dijo a Cambio que la mayor  protección que tiene Rusia es la gran cantidad de divisas que ha acumulado. Al haber invertido gran parte de sus recursos en reservas extranjeras, Rusia posee ahora una enorme caja que puede invertir en contrarrestar los efectos de las sanciones.

El Gobierno podría ofrecerles estas reservas a empresas rusas que ahora tendrán dificultad en acceder a dólares; o si hay una pérdida de confianza en el rublo ruso, el banco central podría usar las divisas para evitar una devaluación masiva.

Chris Miller, director de Eurasia en el Instituto de Investigación de Política Exterior de Filadelfia, le dijo a Cambio que “esto hará a Rusia más resistente”. Pero agregó que “también le ha reducido el crecimiento y la calidad de vida en la última década”.

Ciudadanos se esconden en un metro.
Ciudadanos se esconden en un metro. Crédito: Reuters

Otro factor de gran importancia es el papel que jugarán China e India. Rusia ha establecido relaciones más estrechas con estos países neutrales y, según Hufbauer, esto le dará  alternativas comerciales y financieras importantes.

Por otra parte, los estadistas europeos también le han dado a Putin un as bajo la manga, pues —debido a la obsesión de ciertos partidos políticos de hacer la transición a todo costo hacia la energía verde — Europa importa alrededor del 40 por ciento de su gas natural de Rusia.

Por ejemplo, el año pasado, Alemania decidió clausurar tres de sus seis plantas nucleares y tiene previsto cerrar las otras tres a finales de 2022. Acciones como estas han incrementado su  dependencia sobre Rusia y han disparado los precios de la energía.

Sería muy fácil para Vladimir Putin cerrarles la llave a los europeos, y ponerlos en jaque.

Hufbauer dice que Europa depende mucho del petróleo y del gas, y eso podría hacer que varios países deserten de la alianza. Agrega que habrá naciones europeas que “no tolerarán indefinidamente las consecuencias económicas de las sanciones”.

Las relaciones comerciales de los europeos con Rusia definitivamente afectarán la unidad de la alianza: de ahí, por ejemplo, el reducido apoyo que Alemania le ha dado a Ucrania: mientras otros países le mandaron armamento, Alemania le envió cascos, y adoptó un lenguaje tibio. La posición alemana proviene de la debacle energética en la que se encuentra ya que necesita el gas ruso pero, aun así, terminó cediendo a las presiones de la comunidad internacional y suspendió Nord Stream 2.

Hufbauer estima que las sanciones contra Rusia podrían reducir su PIB hasta cuatro puntos. Sin embargo, afirma que estas no modificarán el comportamiento de Putin. “Las sanciones impuestas después de una acción militar rara vez tienen éxito”. Además, asegura que todo el impacto negativo de las sanciones se transmitirá a los ciudadanos rusos. “Las élites rusas las sentirán muy poco; así lo demuestra la larga historia de las sanciones económicas”.

Hufbauer asegura que, para disuadir a Putin, la comunidad internacional ha debido advertirle que, ante una invasión a Ucrania, le impondría a Rusia sanciones realmente costosas, como la desconexión de SWIFT y la prohibición de vuelos comerciales.

Así las cosas, Putin no tiene nada más que temer. Y armado con la confianza que le da su economía de guerra moderna, el futuro de la autodeterminación de Ucrania se ve muy sombrío.

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