El rostro de una Ibagué informal
8 Noviembre 2022

El rostro de una Ibagué informal

Ibagué cuenta con una población en estado de informalidad del 53,2 por ciento. Según cifras del Dane, se ubicó en el puesto 17 de las ciudades con mayor desempleo en Colombia (15,2 por ciento) con una tasa de 2 puntos porcentuales por encima del promedio nacional en el trimestre enero-marzo 2022.

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Ibagué
Ibagué, una ciudad con un alto nivel de informalidad laboral. Foto: Archivo de El Olfato


 

 

 

 

Por María Alejandra Guzmán Murcia, estudiante de la Universidad de Ibagué.

Juan Gaviria es un hombre de 70 años oriundo de Manizales, que lleva 18 años vendiendo tinto en Ibagué. Siempre ha trabajado de manera informal, comenzó en la industria del calzado y por imprevistos de la vida terminó yendo y viniendo entre la carrera 13 y la 17, de lunes hasta el sábado,  con sus 21 termos. “Me levanto a las tres de la mañana a hacer mis tintos, si es un buen día termino de vender todo antes de las cinco de la tarde”.

Informal
Juan Gaviria. Foto: María Alejandra Guzmán Murcia


Don Juan comenta y cuenta en tono de anécdota cómo fue su travesía durante la pandemia: “Eso fue muy duro, mucho tiempo sin poder trabajar; afortunadamente tenía ahorros, me tocó restringirme, una comida al día bastaba”.
El servicio de salud se le proporciona mediante su clasificación en el Sisbén (Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales), que permite clasificar a la población de acuerdo con sus condiciones de vida e ingresos. Pero cuando se le pregunta sobre su pensión, evita la mirada y señala: “Aspiro tener buena salud, para poder trabajar porque pensión no tendré”.
Como Juan, son muchos los adultos mayores que se ven obligados a trabajar de manera informal. Por su edad es difícil que los acepten en una entidad formal pero al no haber contribuido a un Sistema se Seguridad Social y no contar con los requisitos para acceder a una pensión, no les queda más opción.
El término “sector informal'' fue acuñado por primera vez por la OIT (Organización Internacional de Trabajo) en 1972 para describir una serie de empleos intensivos en mano de obra, baja productividad y reducidos niveles de ingresos. Este sector abarca todas aquellas labores que se ejercen a cambio de una remuneración, pero sin estar reguladas por el marco legal. Vendedores ambulantes, pequeños comerciantes, recicladores independientes, vendedores de alimentos desde su hogar, domiciliarios, artesanos, mecánicos o conductores de vehículos mediante aplicaciones digitales son algunos ejemplos de labores informales y que de seguro son ejercidas por algún conocido, amigo, familiar e incluso usted, que está leyendo esto.
Aunque es muy común escuchar la expresión “trabajo es trabajo”, estas actividades informales afectan tanto al Estado colombiano como a quienes se emplean mediante esta modalidad. La productividad, el recaudo fiscal y la posibilidad de acceder a un sistema pensional son algunas de las preocupaciones más frecuentes. Un informe realizado por la Universidad de la Sabana, revela que tan solo tres de cada diez adultos mayores cuentan con una pensión. Esto equivale a decir que solo el 26 por ciento de los adultos mayores de 65 años disponen de un ingreso fijo mensual. Estas cifras alarmantes son reflejo de una problemática en todo nuestro territorio nacional que nos lleva a cuestionarnos: ¿Es idóneo el modelo de trabajo colombiano actual?
Políticas implementadas en la Capital Musicala


Más de la mitad de la población ibaguereña que labora lo hace de manera informal. Frente a un número tan elevado, la Alcaldía de Ibagué ha puesto en marcha una serie de medidas que pretenden reducir, formalizar y mejorar la situación laboral de cientos de ibaguereños. El pasado 20 de enero de 2021 el despacho del alcalde lanzó un comunicado, el “Laboratorio social para la inclusión productiva”, liderado por la ex vicepresidenta Marta Lucía Ramírez y que la Alcaldía municipal apoyó para formalizar a los comerciantes informales. Es un proyecto cuyo objetivo según mencionó la exvicepresidenta en la rueda de prensa donde anunciaron la medida es “la inclusión social: cómo podemos incluir a estas personas, de tal manera que, con el acompañamiento del Estado, con el mejoramiento de sus condiciones de trabajo, podamos hacer el tránsito juntos hacia la formalidad, teniendo en cuenta que trabajar en la informalidad, significa tener una gran inestabilidad en el ingreso”
Harol Lopera, director de la Secretaria de Emprendimiento, Fortalecimiento Empresarial y Empleo de Ibagué explica: “Es una alianza con el sector privado, identificamos las necesidades de los microempresarios informales y les generamos una estrategia para la mejora de sus falencias”. Menciona y reitera que para ser parte de este proyecto no se requiere de ningún requisito más que ser trabajador informal en Ibagué.
Harol también señala la importancia de la formación y educación para trabajadores informales. “Los negocios en Ibagué surgen de la necesidad económica, por eso muchos emprendedores inician sin contar con una formación que les permita resolver los contratiempos del ámbito empresarial”.
La formalización trae consigo ciertas responsabilidades y cumplimiento de normas legales como el pago de impuestos y generación de aportes. Sin embargo, son muchos los beneficios que trae consigo la formalización: protección social para el trabajador, progreso social, disminución de la brecha salarial, equidad social, un espacio digno de trabajo y acceso a la pensión, son algunos de ellos. La informalidad resulta siendo un obstáculo para un proceso de desarrollo económico y de comercialización.
Para Harol, la intención primordial es fomentar el empleo en la ciudad a través de un empleo formal, la reactivación económica es una de las metas fundamentales. Señala también, que serían aproximadamente 8.000 los beneficiados con estas medidas. Por esta misma razón, para incentivar a los trabajadores a su paso a la formalidad y a la generación de empleo crearon una serie de beneficios tributarios, que son incentivos otorgados por el Gobierno a los diferentes empleadores de índole privado con la intención de mejorar la calidad de vida de la población.
Si desea adquirir más información sobre estos beneficios, comuníquese vía escrita al correo electrónico desarrolloeconomico@ibague.gov.co.

¿Hay edad para la informalidad?
El Dane (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) registró que en el trimestre agosto - octubre 2021 la tasa de informalidad de la capital del Tolima se ubicó en 55,3 por ciento, superando el promedio de las 13 principales ciudades capitales por 8,5 puntos porcentuales, alrededor de 127.000. Esta modalidad de empleo trae consigo el no aportar a seguridad social ni pensión. De 100 trabajadores 55 son informales. Esta informalidad no depende de género, raza y mucho menos edad.
Carlos David Barreto es un joven ibaguereño de 22 años que estudia Contaduría Pública en la Universidad Uniminuto, sede Ibagué y que trabaja de manera informal en una finca familiar. El café, el plátano y la ganadería son las labores de Carlos y en las que se desenvuelve desde muy pequeño y en las que él menciona está muy “amañado”.
Cuenta, sin mostrar preocupación, que ni él ni los miembros de su familia hacen aportes de salud o pensión y señala con firmeza: “No recibimos garantías o beneficios por parte del Gobierno o entidades municipales, de vez en cuando nos ayudan con el mantenimiento de las vías”
Para el proceso de comercialización de sus productos tampoco tienen ningún tipo de reglamentación, y lo hacen mediante acuerdos “hablados” o desplazándose a las diferentes plazas de la ciudad. Carlos se cuestiona: “Sinceramente no sé por qué el trabajo en el campo no está formalizado, pero sí creo que sea cual sea el empleo, el trabajador debería contar mínimamente con los beneficios de ley”.
La pandemia, como consecuencia del covid-19 ocasionó un colapso en la economía global. Para noviembre de 2020 en Colombia, según cifras obtenidas por la encuesta RECOVR, el 39 por ciento de los encuestados reportó un cierre permanente del lugar de trabajo que tenían en el mes de febrero del mismo año, debido a desafíos relacionados con la pandemia.
Dentro de las cifras oficiales proporcionadas por el Dane, para septiembre de 2020 aumentó a 3,79 millones la cantidad de colombianos desempleados. Jhon Villamizar, un hombre de 36 años, hace parte de la cifra desoladora.
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Jhon
Jhon Villamizar. Foto: María Alejandra Guzmán Murcia


,Desde hace dos años Jhon se dedica al transporte en “bicitaxi”, vehículo informal construido bajo el principio de la bicicleta, con capacidad para dos personas y con un valor por servicio muy reducido. “Cuando empezó la pandemia, perdí mi empleo en una empresa de alimentos, tuve que pasar a la informalidad, vendí espejos y terminé manejando bicitaxis; es el único medio que encontré en donde no me pedían mayor cosa”.
Oriundo de Bucaramanga, saltó de ciudad en ciudad buscando una mejor estabilidad económica pero se encontró con un mundo laboral complejo, reducido y poco garante. Afirma que no hace aportaciones a pensión como independiente porque “todo anda muy caro, la plata no rinde”.
Se ve en el futuro siguiendo como trabajador informal, reconoce que no tiene un espacio de trabajo seguro y que el día que no trabaja no gana; sabe que no tiene derecho ni siquiera a enfermarse, porque día que no asiste es día sin ingreso y como él mismo comenta: “Mi necesidad más grande es sacar mi familia adelante, por eso sigo en esto, mi anhelo es mi casita, quiero un estado económico estable”.
La historia de Jhon es la de muchos colombianos que pasaron al mundo de la informalidad por necesidad y que permanecen en este por la lucha diaria.
 

No hay oportunidades para profesionales
Cuando se inicia una formación universitaria el ideal es poder ejercerla una vez culminada, pero esta proyección idílica está muchas veces alejada de la realidad. Arelys Pineda es una mujer de 44 años, periodista de profesión, que se dedica actualmente a la venta de arepas de maíz peto y de maíz amarillo. Lleva año y medio en este oficio y antes se dedicaba a labores varias. Intentó trabajar como cuidadora de personas mayores, aseadora en casas de familia y en general todo lo que le proporcionara una paga con la cual poder sobrevivir.

Arelys
Arelys Pineda. Foto: María Alejandra Guzmán Murcia


“Ya soy conocida en el barrio, la gente me quiere y me hace el gasto; pero es muy difícil trabajar en la calle, es fuerte trabajar a la intemperie, cuando no es el sol es la lluvia…No tenemos garantías como trabajadores informales, nadie sabe lo difícil que es este trabajo, es una ruleta, un día me puede ir bien y otro mal”.
Arelys no tiene día de descanso. Trabaja de domingo a domingo y dice, sin reparo alguno, su ingreso. De 20 a 25.000 pesos diarios le deja su labor informal, dinero que tiene que hacer extender para gastos, arriendo, alimentación y de vez en cuando poder brindarse uno que otro gustico. No cuenta con servicio de salud, es beneficiaria del Sisbén; tampoco cotiza pensión y su mayor deseo en este momento es poder tener su propio local, no importa si es pequeño o grande, pero desea su espacio, uno digno para poder trabajar.
 

Una vida informal
Alexánder Guzmán Urueña es un ibaguereño de 37 años que trabaja desde los 10 años. Cuando era tan solo un niño inició vendiendo velas en las calles de Ibagué y desde ese momento ha saltado de trabajo en trabajo pero todos informales.
Cargó mercados en la plaza, vendió periódico, limpió zonas verdes, aprendió el arte de la zapatería, trabajó como panadero, lavó automóviles, pintó casas, hizo domicilios en su bicicleta, vendió los típicos bizcochos, incluso llegó a reciclar, pero todo esto de forma esporádica, sin contrato alguno, sin beneficios fuera de lo poco que recibía como paga.

Guzmán
Alexánder Guzmán Urueña. Doto: María Alejandra Guzmán Murcia


Actualmente es comerciante, tiene una cafetería en donde vende de todo un poco, pero aunque cuenta con un local fijo, es uno de los miles de trabajadores informales en Colombia, esos que no aportan a un sistema de pensiones, que tienen que trabajar todos los días sin descanso porque día que no trabaja es un día que se descuadra.
“Garantías no tengo, no pago salud ni mucho menos pensión, si me enfermo toca de mi bolsillo. Toca tener platica ahorrada, como independiente y sobre todo como informal, si me enfermo o surge una calamidad, si no tengo dinero nadie me da incapacidad, nadie me suple lo de los días que no trabaje”.
Paisita, como se refieren a él sus clientes, menciona que solo quiere trabajar hasta sus 60 años, de ahí en adelante aspira alcanzar lo que él nombró como su propia jubilación. Le interesa la finca raíz, la compra y venta de inmuebles y desea adquirir bienes para poder vivir de la renta. Desde muy pequeño no conoció más que el trabajo rápido, sin contrato, de comercio, sin garantías ni reglamentación alguna; sin embargo, manifiesta que es “bendecido” ya que cuenta con un escenario laboral más favorable que muchos otros.
La formalización crea escenarios que buscan alcanzar un mercado laboral justo, equitativo e incluyente. El trabajo debe ser digno, decente y de calidad, potenciando así mayores oportunidades laborales.
Cinco historias, diferentes edades, pero una misma problemática; la falta de garantías como consecuencia de la informalidad.

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