Mujeres serán obligadas a oír latidos del feto antes de abortar en Hungría
15 Septiembre 2022

Mujeres serán obligadas a oír latidos del feto antes de abortar en Hungría

El polémico decreto del gobierno de Hungría exige que las mujeres que deseen abortar escuchen los latidos del corazón del feto antes de realizar el procedimiento médico ha despertado aplausos de la ultraderecha y el rechazo de activistas prodecisión.

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El decreto que fue publicado este lunes por los medios de comunicación oficiales de Hungría explica que será obligatorio que, antes de someterse a una interrupción voluntaria del embarazo, las mujeres tendrán que certificar que recibieron información por parte del personal médico sobre los signos vitales del feto. Una medida que ha sido leída por muchos como un chantaje y culpabilización hacia las mujeres.

Para ello, los médicos deben "proporcionar a la embarazada una indicación de los signos vitales del feto, de una forma claramente identificable".

La ONG Asociación de Patentes convocó una manifestación para el próximo 28 de septiembre en Budapest por la exigencia que calificaron como “absurda”. Desde Amnistía Internacional criticaron que la medida haya sido tomada sin el consenso de los gremios médicos del país.

En Hungría, el aborto es posible desde 1992 antes de la semana 24 de gestación sin más requisitos que la propia decisión de la mujer. Luego de la semana 24, se podrá recurrir al aborto ante riesgo de la madre o del feto.

Sobre el criticado decreto, el partido ultraconservador de ese país europeo, Nuestra Patria, se mostró complacido con la medida que impulsada por ese colectivo político.

El controversial decreto llega meses después del fracaso en el Parlamento de un proyecto de ley impulsado por el gobierno para prohibir hablar sobre homosexualidad en colegios, además de limitar la visibilidad de la comunidad LGTBI en medios de comunicación, una iniciativa calificada fuertemente como homófoba. Meses atrás el gobierno también había financiado una campaña antiabortista con fondos internacionales, lo que provocó el rechazo de la Comisión Europea.

A pesar de que el gobierno ultranacionalista del primer ministro, Viktor Orban, había dicho que no tenía intenciones de modificar la ley que reglamente los abortos, la presidenta del país, Katalin Nován -aliada de Orban-, prometió en campaña que trabajaría para “proteger la vida desde la gestación”.

 

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