9 Junio 2022

Petróleo y transición energética, el ángulo de la justicia ambiental

¿Qué tan claras y convenientes resultan las propuestas energéticas de los candidatos Hernández y Petro?

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Por Juan Pablo Ruiz Soto
Los candidatos presidenciales tienen propuestas diversas respecto a petróleo y gas. Gustavo Petro pareciera cerrar la llave hacia el futuro y Rodolfo Hernández la deja abierta. Esta controversia también se da en el contexto internacional, donde todos están comprometidos a cerrar la llave, pero el consumo de petróleo y gas sigue aumentando. La crisis climática tiene responsabilidades comunes pero diferenciadas y los compromisos internacionales de disminución en el uso de hidrocarburos y de transferencias económicas para la adaptación frente al cambio climático se están incumpliendo. En Colombia, la matriz de emisiones es distinta a la de los países más contaminantes y esto cambia el orden de prioridades.

La Agencia Internacional de Energía (AIE), organismo autónomo de la Ocde, creada en 1974, que actúa como consejero de los países miembros y que es reconocida como una fuente de análisis muy autorizada a nivel mundial, en su informe Perspectiva Energética Mundial (https://www.iea.org/reports/world-energy-outlook-2021) señaló que para limitar el calentamiento a 1,5°c se requiere usar mucho menos hidrocarburos de los que está planeado usar. Según su investigación, para 2030 el mundo planea extraer un 240 por ciento más de carbón, un 57 por ciento más de petróleo y un 71 por ciento más de gas natural de lo que se podría consumir para poder evitar que la temperatura subiera en más de 1,5°c. Según su análisis, si se cumplen los compromisos de la COP26, el calentamiento será de 1,8°c (https://www.iea.org/commentaries/cop26-climate-pledges-could-help-limit-global-warming-to-1-8-c-but-implementing-them-will-be-the-key). Es urgente una reducción rápida de las emisiones entre ahora y 2030, y una disminución drástica en el uso de carbón. Lamentablemente, los gobiernos están haciendo promesas audaces, que no se respaldan con acciones. La mayor parte de las medidas se toman desde las prioridades y condiciones de cada país y el multilateralismo y las Conferencias de las Partes (COP, cumbre anual que realiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) han sido poco efectivas.

Petróleo

A nivel global el sector de energía genera el 75 por ciento de las emisiones de gases efecto invernadero (GEI), que ya han elevado la temperatura en más de 1,1°c con graves efectos por los climas extremos. Para mitigar la crisis climática es prioritario y crucial disminuir el consumo de hidrocarburos y para ello es indispensable la transición energética. Suspender la exploración de petróleo y gas es algo que deben hacer las economías de la Opep y los grandes emisores históricos y actuales como Estados Unidos, Europa y China. Un norteamericano emite el doble de GEI que un ciudadano chino y cuatro veces más que un colombiano. Colombia, con grandes reservas de hidrocarburos, bajas emisiones y bajo ingreso per-cápita debe pensar una estrategia propia y diversa.
Según el Tercer Informe Bienal de Actualización de Colombia a la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (2021), elaborado por Fundación Natura en colaboración con IDEAM, PNUD, Ministerio del Ambiente, DNP y la Cancillería(https://unfccc.int/documents/424157), la deforestación, la ganadería, la agricultura y otros usos del suelo generan en Colombia el 59 por ciento de los GEI. La deforestación aporta el 31 por ciento, seguido por la ganadería, con el 14 por ciento. El sector energía, que incluye transporte, generación de energía, quema de combustibles en industrias, hogares, agricultura y comercio y las emisiones fugitivas, aporta otro 31 por ciento. Por lo tanto, las prioridades del país deben ser frenar la deforestación y hacer reconversión en ganadería.

La propuesta de Petro de no conceder nuevas licencias para exploración de petróleo, está ajustada a la necesidad global de dejar enterrada parte de los hidrocarburos para avanzar en la descarbonización, pero nuestras circunstancias nos obligan a cuestionar esta como la prioridad y nos presentan varios dilemas. En el acumulado histórico somos un país de bajas emisiones, pero al mismo tiempo somos el quinto mayor exportador de carbón en el mundo. En petróleo nuestra producción diaria es menos que el 1 por ciento del total del planeta, pero es el producto que mayores ingresos representa en nuestras exportaciones y aporta una parte importante de los recursos públicos. El mercado del carbón seguirá su ruta descendente una vez se supere la guerra en Ucrania y se regularice la oferta de petróleo y gas. Pero petróleo y gas tendrán un mercado muy importante en esta década.

Cualquier alternativa por la que opte Colombia tendrá costos económicos, políticos y ambientales. El punto es identificar y poner en marcha una estrategia de salida de los hidrocarburos, con acciones que generen el menor costo social y un impacto positivo, de acuerdo con nuestra responsabilidad y posibilidades, considerando temas de justicia climática. La medida más lógica es disminuir el subsidio al consumo de hidrocarburos, pero esta medida no es fácil de tomar. En Francia, uno de los mayores responsables históricos por sus aportes contaminantes, se buscó implementar esa disminución; la reacción liderada por campesinos y jubilados, y apoyada por sectores medios, generó la revuelta de los “chalecos amarillos” y el presidente Emmanuel Macron tuvo que retractarse. Vale señalar que Francia tiene un ingreso per-cápita siete veces superior al de Colombia y allí se firmó el Acuerdo de Paris (2015), que introdujo la discusión climática a todo el país y donde el sistema educativo ha incorporado el tema como parte de la formación del ciudadano.

Un indicador de conciencia climática es que, con respaldo político, Francia ha tomado medidas que les ha permitido pasar en 1980 de emitir cinco veces más, en términos per-cápita, que Colombia a 2,5 veces en 2020. En Colombia el precio de la gasolina es la mitad que en Estados Unidos, donde está muy subsidiado, y menos de un tercio que en Francia. Imaginemos lo que significaría en términos de revuelta social suspender los subsidios de la gasolina en Colombia. Sería muy justa la protesta de los colombianos de bajos ingresos que poco aportan en emisiones si, por cumplir con lo acordado en Glasgow, el gobierno redujera la extracción de petróleo, subiera el precio a la gasolina y, por disminución en los ingresos del gobierno, disminuyera el presupuesto para educación, salud e infraestructura.

En el programa de Petro se lee: “Emprenderemos un desescalamiento gradual de la dependencia económica del petróleo y del carbón. En nuestro gobierno se prohibirán la exploración y explotación de Yacimientos No Convencionales, se detendrán los proyectos piloto de fracking y el desarrollo de yacimientos costa afuera. No se otorgarán nuevas licencias para la exploración de hidrocarburos ni se permitirá la gran minería a cielo abierto.” Como complemento, Petro propone gestionar compensaciones por dejar enterrados petróleo y carbón. Esta es una propuesta muy importante, pero antes de dejarlos enterrados hay que lograr esas compensaciones. Mientras tanto hay que seguir con su extracción y venta, pues si Colombia no usa esos espacios de mercado otros países los ocuparán y el país se quedará sin los ingresos y con urgentes necesidades para financiar la adaptación al cambio climático.

La propuesta de Hernández, aun cuando también habla de disminuir la dependencia económica del petróleo y el carbón, dice que ampliará la exploración de hidrocarburos. No es claro respecto del fracking y ha dicho que avanzará con los proyectos piloto de investigación integral (PPII). Desde mi perspectiva, hoy el debate sobre fracking está politizado y radicalizado. En las actuales condiciones que vive el país se hace imposible adelantar de manera armónica y pacífica las acciones necesarias para validar la ejecución de los PPII y satisfacer las condiciones previas a los PPII propuestas por la Comisión Interdisciplinaria. Los PPII deberían ser suspendidos hasta cuando sea posible adelantar de manera pacífica y armónica el proceso de investigación con participación comunitaria y de pares académicos, para luego adelantar una evaluación integral costo-beneficio y definir si hacer o no fracking comercial y en caso positivo, cómo y dónde. Con Petro esta posibilidad queda suspendida, con Hernández no sabemos, pues no ha sido claro al respecto.

Por justicia climática, los países industrializados y los grandes exportadores de petróleo son quienes primero deben suspender la exploración y producción de petróleo y son los que deben pagar un mayor impuesto por tonelada de CO2 emitida. Simultáneamente, Colombia debe definir un plan de salida de los hidrocarburos y el primer paso es definir una estrategia de disminución de la demanda interna y adelantar negociaciones para conseguir compensaciones por dejar enterradas nuestras reservas. La transición energética es obligatoria, pero los números sobre la importancia de los hidrocarburos en el presupuesto de la nación también lo son. La velocidad de abandono de los hidrocarburos y quienes deben dejarlos enterrados difiere de país a país. Cuál es nuestro turno, qué cuentas debemos hacer y quién las debe pagar, es parte del dilema que debemos resolver y ninguno de los dos candidatos ha sido suficientemente claro respecto a la estrategia y pasos a seguir.

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