Habla Dag Nylander, el noruego que hizo parte del Acuerdo de Paz con las Farc

Crédito: Cortesía Universidad de los Andes

4 Enero 2025 03:01 pm

Habla Dag Nylander, el noruego que hizo parte del Acuerdo de Paz con las Farc

Hace más de ocho años, la guerrilla de las Farc y el Estado colombiano pactaron el fin a una guerra de más de cinco décadas. Entre quienes hicieron realidad el proceso de paz se contaba este vocero nórdico que hizo parte del equipo de garantes y que hace poco presentó un libro donde recoge su experiencia en la negociación.

Por: Santiago Luque Pérez

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El 20 de junio de 2010, Juan Manuel Santos fue elegido presidente de Colombia en segunda vuelta. El exministro de Defensa en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez prometía continuar con las políticas de seguridad de su predecesor. Sin embargo, contrario a lo que muchos creían, se sentó a negociar con la guerrilla de las Farc y logró una salida negociada al conflicto después de 52 años.

La negociación empezó su fase secreta en 2010 y finalizó con la firma de un Acuerdo de Paz de cinco puntos a finales de 2016. En su calidad de país garante, Noruega hizo parte prácticamente de todo el proceso. El enviado especial de esa nación nórdica fue Dag Nylander, quien en la actualidad es el director del Centro Noruego para la Resolución de Conflictos (Noref) y hace poco presentó su libro Saliendo de la Selva, en donde revela detalles inéditos de lo que fue la búsqueda de la concordia en Colombia.

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Crédito: Cortesía Universidad de los Andes.

En la obra, Nylander cuenta cómo fue la fase secreta de la negociación. En un aparte, por ejemplo, asegura que creía más fácil poder negociar con el ELN. También afirma que no entendía la posición del expresidente Álvaro Uribe, el principal opositor al proceso, aun cuando él también intentó una paz negociada.

En entrevista con CAMBIO, Nylander habla de su libro, publicado primero en noruego y traducido recientemente al español por la Universidad de los Andes. El experto en resolución de conflictos también se refiere a cómo ve el proceso de paz ocho años después de finalizado.

CAMBIO: Empecemos hablando del libro. Cuéntenos por qué decidió escribir sobre la negociación entre las Farc y el Estado colombiano.

D. N.: Durante las negociaciones y el proceso de paz yo hice mis anotaciones. Entonces tenía mucha información después de que se firmó el Acuerdo de Paz. Y pensé: 'bueno, primero tengo que escribir algo para mi familia, para que ellos entiendan por qué pasé casi todo ese tiempo afuera. Segundo, para cerrar un capítulo personal y poder avanzar. Y tercero, porque tal vez haya algo ahí, dentro de mis libretas, que puede ser de interés'.

Un par de años después, me di cuenta de que tenía demasiado material. El proceso, entonces, era demasiado complejo y necesitaba ayuda. Una amiga periodista, Tove Gravdal, quería colaborar conmigo y lo escribimos en conjunto. Ella estuvo haciendo las entrevistas para actualizar la información. Fue necesario tener a un periodista a bordo porque yo ya estaba en otro trabajo y no tenía la capacidad.

CAMBIO: ¿Cuándo se da la posibilidad de publicarlo?

D. N.: En Noruega, antes de comenzar a hacerlo, ya había el interés de una editorial, mientras que aquí en Colombia la Universidad de los Andes también lo mostró.

CAMBIO: Cuando uno lee el libro se da cuenta de que está escrito para un público extranjero, porque se dan varios detalles de cómo es Colombia. ¿Por qué tomaron la decisión de mantener igual las dos ediciones?

D. N.: Eso habría sido demasiado trabajo: sería otro libro y no teníamos esa capacidad. Además, es interesante por eso, porque es un libro escrito para el público noruego, y entonces contiene pasajes un poco inusuales para el lector colombiano.

CAMBIO: ¿Cómo fue para usted volver a revisar lo que ocurrió durante la negociación? ¿Qué pensaba y sentía al ver los apuntes?

D. N.: Me puso físicamente mal tener que pensar de nuevo en un proceso de paz que había tenido tanto trabajo, tantos altibajos, tantas cosas interesantes. Pero también mucho sufrimiento. Sin embargo, fue muy atractivo tener la posibilidad de volver a estudiar mis notas y hablar con gente, reunirme de nuevo con las partes, con los integrantes de las ex-Farc, los integrantes de la población, del Gobierno, de la comunidad internacional, la sociedad civil. Fue muy grato hacer eso.

CAMBIO: En el libro usted narra que antes de la negociación con las Farc estuvo intentando que el ELN se sentara en una mesa. Cuando se abre la puerta con las Farc, ¿creyó que era un proceso más difícil que con el ELN?

D. N.: Nosotros estuvimos involucrados en el proceso con ELN entre el 2005 al 2007, más o menos. En ese momento se creía que era más fácil negociar con el ELN y los años siguientes yo personalmente trataba de reiniciar las negociaciones entre gobierno y esa guerrilla pensando que, comenzando con ellos, eventualmente las Farc se iban a sentar. Pero fue al revés. Pienso que, en ese momento, esa era la impresión general de mucha gente: que el ELN era muy difícil, pero no tan difícil como las Farc, y que era un grupo insurgente muy misterioso del que no teníamos tuvimos mucha información ni en Bogotá, ni en la comunidad internacional.

CAMBIO: ¿Cómo hicieron para que las Farc aceptaran a Noruega como garante?

D. N.: Tuvimos que sentarnos con ellos y explicarles el papel de Noruega y lo que hacemos en ese tipo de procesos. Habíamos tenido algunos encuentros con las Farc durante los años 90 y 2000, pero tuvimos que construir relaciones personales con los integrantes de esa guerrilla. Un punto importante cuando entra un actor tercero, como lo fue Noruega, en este caso junto con Cuba, es tratar a las partes con imparcialidad, con un balance. Yo creo que al final las Farc entendieron que se podía confiar en nosotros y que era relevante que fuésemos aliados de Estados Unidos y miembros de la OTAN.

CAMBIO: ¿Cómo fue pasar más tiempo en la mesa de negociación que con su familia?

D. N.: Tuvo bastante costo personal tener que mantenerse dentro del proceso durante tantos años. Pero sentíamos al mismo tiempo que estábamos haciendo un trabajo importante que podía tener resultados profundos para mucha gente. Además, siempre es muy interesante y agradable estar junto con colombianos. Entonces tengo muchos recuerdos buenos. Así como de los cubanos.

CAMBIO: ¿Qué enseñanzas le dejó este proceso de paz?

D. N.: Lo que parecía imposible a finales de 2012 fue posible en 2016, y es que un proceso de este tamaño cambia la gente porque tiene interlocución con la otra parte, con el mundo y se da construyendo paso a paso. Un acuerdo realmente es un compromiso, un balance entre los extremos. Entonces eso fue realmente muy interesante.

CAMBIO: En el libro usted relata esos momentos difíciles y los puntos a acordar que eran más complicados. ¿Cómo fueron los momentos de tensión?

D. N.: Eso pasó todo el tiempo. Casi todos los temas eran muy difíciles para las partes, pero en la gran mayoría de los casos, las partes, por su propia iniciativa, podían resolverlo. A veces necesitaban un empujón, una ayuda de Noruega, de Estados Unidos o de Venezuela. Este último país jugó en papel fundamental en este proceso. También muchos colombianos, que fungieron como canales de comunicación no oficial entre las partes, pudieron entrar y resolver temas problemáticos como era necesario.

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Crédito: Cortesía Universidad de los Andes.

CAMBIO: Ya que lo nombra, ¿por qué fue tan importante Venezuela?

D. N.: Primero tenemos a Cuba, y se conoce el papel que jugaron los cubanos. Pero Venezuela es un país vecino que tenía presencia de la guerrilla de Colombia, y Hugo Chávez, que tenía algo de influencia y canales de comunicación con las Farc, pudo, junto con Castro, comunicar a los rebeldes que los tiempos de la insurgencia armada en este continente eran parte del pasado. 

CAMBIO: ¿En qué momento usted sintió que ya no había punto de retorno y que por fin se iba a lograr el tan anhelado acuerdo?

D. N.: Yo creo que el plebiscito fue muestra de que ni siquiera en ese momento habíamos llegado a un punto de no retorno. Pero para mí fue muy importante la primera visita de una delegación de víctimas a la mesa en La Habana. Estar sentado ahí con las víctimas, escuchando las historias que contaron. Yo creo que en este momento las partes recordaron que realmente tenían una responsabilidad muy grande de terminar el conflicto por las víctimas. Y no sólo las históricas: también las víctimas futuras.

CAMBIO: Ya que hablamos del plebiscito, cuando ganó el No, ¿cómo recibió Noruega esta noticia?

D. N.: Muy difícil. Estuvimos muy decepcionados en el equipo de Noruega. Estábamos aquí encerrados en la embajada de Noruega, pero sentimos la decepción, la frustración y la desesperación que tenían que sentir los colombianos, más que nada las víctimas y las partes que habían negociado este acuerdo durante tantos años. Entonces no fue un día muy grato.

CAMBIO: Pasando al momento opuesto, ¿cómo fue cuando se firmó el acuerdo definitivo en el Teatro Colón?

D. N.: Un día de mucha celebración, pero al mismo tiempo tenía una sensación de que era innecesario, que salimos con un acuerdo de paz que podría haber sido mucho más fuerte, porque no hay ninguna duda de que los resultados de la renegociación del plebiscito fueron algo muy negativo para el proceso. Era un sabor agridulce, porque sabíamos que los políticos del No o los políticos alrededor de expresidente Álvaro Uribe se habían reforzado en ese momento. Pero, claro, fue la voluntad de pueblo colombiano y por eso se hizo la renegociación.

CAMBIO: Ya que nombra al expresidente Uribe, usted en el libro también narra que los intentos de negociación venían desde su gobierno… ¿Cómo veían que Uribe intentó negociar, pero a la vez fue tan crítico con este proceso de paz?

D. N.: No, era totalmente imposible entender. No se puede comprender por razones del proceso de paz, sino por razones de la política. Fue un cálculo político muy desafortunado.

CAMBIO: ¿Cuándo finalizó su trabajo en Colombia?

D. N.: En diciembre de 2016 salgo del equipo de paz de Colombia y me dedico a otros temas.

CAMBIO: Y desde entonces, ¿cómo es su relación con Colombia? ¿Qué tan enterado está de lo que pasa en el país?

D. N.: Yo siempre miro noticias de Colombia, porque Noruega tiene un equipo muy grande que sigue trabajando con la implementación. También, durante los últimos cuatro años en los que he sido director del Centro Noruego para la Resolución de Conflictos, hemos trabajado cosas de Colombia dirigidas hacia la implementación del acuerdo de 2016 y negociaciones con ELN y otros grupos.

CAMBIO: ¿Cómo fue cuando usted se enteró de que Iván Márquez y Jesús Santrich volvieron a las armas?

D. N.: Fue otra decepción. Aunque hay que decir que no es algo inusual: siempre hay integrantes de un grupo que se distancian del acuerdo. Pero, en genera,l la gran mayoría de las Farc se han quedado en el proceso. Eso ya es un éxito. Sin embargo, es una decepción que se salieran del acuerdo, pero también tenía un trasfondo que puede explicar por qué lo hicieron. De lo que no tengo dudas es de que Iván Márquez entró con mucho escepticismo a la negociación. Pero durante el proceso cambió su lectura de las posibilidades. Él era uno de los firmantes: era el líder de las negociaciones hasta el primer acuerdo.

CAMBIO: ¿Y cómo recuerda a Jesús Santrich durante la negociación?

D. N.: Era una persona muy inteligente que tenía conocimiento de todos los detalles, las comas, los puntos de las anteriores versiones de las negociaciones. Tenía todas las negociaciones presentes. Era un negociador tremendo.

CAMBIO: Otra de las cosas que relata en el libro son las más de 600 incursiones en las selvas para entrar y sacar a negociadores de la entonces guerrilla. ¿Cómo fue para ustedes ir a las zonas de conflicto? 

D. N.: Fue sin duda lo más interesante de todo el proceso. Poder viajar a todos esos lugares de Colombia adonde muy pocos colombianos podían ir. Llegamos en helicóptero a lugares que realmente no eran accesibles, para reunirnos con la población civil y los grupos armados. Además, fue una experiencia muy importante y central para que las Farc pudieran mantener unida la organización, porque durante los años de negociación a La Habana pudieron viajar y volver a la selva para socializar los avances, para que toda la organización se sintiera parte de este proceso con el Gobierno.

CAMBIO: ¿Cree que haber hecho el proceso de paz fuera de Colombia fue un acierto?

D. N.: Creo que fueron importantes las experiencias previas de Colombia, principalmente de Sergio Jaramillo, que era el antiguo viceministro de Santos en el Ministerio de Defensa y también fue comisionado de paz, jefe de negociación durante la fase secreta y el número dos después de Humberto de la Calle en los cinco años de negociaciones en La Habana. Él entendió muchas cosas y tenía la estrategia muy clara. Comprendió que lo mejor era llevar adelante estas negociaciones fuera de Colombia. Creo que sin haber negociado fuera y sin haber negociado en Cuba, no habríamos podido llegar a buen puerto.

CAMBIO: Ya que los nombra, en el libro relata que Sergio Jaramillo y Humberto de la Calle tenían personalidades muy distintas. ¿Cómo recuerda usted a la delegación del Gobierno?

D. N.: Como la delegación del Gobierno sale de una sociedad democrática, era mucho más fácil interpretar y entender las diferentes dinámicas de los delegados. Tuvimos dos generales, tuvimos un exvicepresidente, un comisionado de paz, un representante de los intereses económicos, etcétera. Toda la sociedad estaba más o menos representada. Entonces era evidente que hubo diferencias dentro de la relación. Pero con la Farc fue mucho más monolítico.

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