
Giovanny Andrés Rojas, alias Araña, máximo cabecilla de los Comandos de Frontera.
Crédito: Archivo Particular
La extensa telaraña de narcotráfico de alias Araña en el suroriente del país
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Desde 2019, el máximo cabecilla de los llamados Comandos de Frontera ha coordinado una red de narcotráfico que facilita la salida de cargamentos de droga desde Ecuador hacia Centroamérica y Estados Unidos.
Por: Javier Patiño C.

Giovanny Andrés Rojas, alias Araña, es el principal artífice del narcotráfico en varios municipios del Valle del Guamuez, en el departamento del Putumayo. Su control sobre los ríos Putumayo y Caquetá le ha permitido consolidar un corredor estratégico para el tráfico de drogas.
En esta región operó históricamente el frente 48 de las Farc, que nunca se acogió al proceso de paz y hoy se hace llamar Comandos de Frontera. Hasta 2010, el frente estuvo bajo el mando de Pedro Goyes, conocido como Sinaloa por sus vínculos con carteles mexicanos. Goyes fue asesinado en una disputa interna por su segundo al mando, alias Araña, quien tomó el control de la estructura guerrillera.
Red de alianzas y dominio territorial
Rojas ha tejido alianzas con estructuras como La Constru, La Mafia y Los Sinaloa, organizaciones con presencia en Putumayo. Según información de inteligencia del Ejército, los Comandos de Frontera cuentan con cerca de 4.000 hombres y operan en zonas rurales de Valle del Guamuez, San Miguel y Puerto Asís, municipios fronterizos con Ecuador.
El principal botín de estas organizaciones es el control de 24.973 hectáreas de cultivos de coca en Putumayo, así como el dominio de los ríos Caquetá y Putumayo, rutas clave para surtir de coca a los dos carteles más importantes de Brasil: Familia del Norte y Comando Vermelho.
Sin embargo, este control no ha sido fácil para Rojas, ya que mantiene constantes disputas con los frentes Carolina Ramírez y Raúl Reyes, disidencias de las Farc que cuentan con unos 2.550 hombres armados. Estas estructuras, lideradas por alias Iván Mordisco y Calarcá, controlan los ríos Yurilla, Capucha, Mecaya y Putumayo.

El padrino poderoso
Alias Araña ha contado con el apoyo de un padrino poderoso: la Segunda Marquetalia. Según información de las autoridades, Iván Márquez envió hombres de confianza para sellar una alianza y conseguir armamento ruso de última tecnología, suministrado por las Fuerzas Armadas venezolanas. El objetivo de este pacto, según fuentes militares, es desplazar a los integrantes del frente Primero y consolidar el control del narcotráfico en la región.
Araña también ha forjado alianzas con narcotraficantes mexicanos, quienes financian la estructura criminal y coordinan la salida de cargamentos de droga desde campamentos en Ecuador hasta Estados Unidos. Además, ha establecido vínculos con la Coordinadora Guerrillera del Pacífico, bajo el mando de alias Allende, para controlar cultivos de coca y marihuana, cuyo transporte se realiza en semisumergibles a través de la costa de Nariño.
Estrategia de camuflaje en la paz
Según un alto oficial de inteligencia, los Comandos de Frontera han utilizado los acercamientos con el gobierno del presidente Gustavo Petro como una estrategia para ganar visibilidad en el proceso de paz, sin abandonar su economía ilícita. “No son una estructura guerrillera, sino un mini cartel del narcotráfico”, afirma la fuente.
Los integrantes de esta organización reciben sueldos que oscilan entre dos y cincuenta millones de pesos, dependiendo de su rol dentro de la estructura criminal. Por ejemplo, los ametralladores ganan alrededor de tres millones de pesos, los explosivistas reciben más de cinco millones y los comandantes pueden percibir entre 10 y 50 millones de pesos.
Para los habitantes de Putumayo, la estructura bajo el mando de alias Araña es la que más daño ha causado en la región. No solo opera en zonas rurales, sino que también tiene sicarios en los municipios para resolver disputas relacionadas con el pago de cargamentos de droga.
Influencia política y captura reciente
Araña también ha ejercido influencia en la política local. A través de reuniones secretas, otorga permisos a candidatos y presiona a la población para coaccionar votos. Aquellos que no se alinean con sus órdenes son amenazados.
Su reciente captura ha sido vista por los pobladores como una confirmación de que nunca dejó de delinquir. “Su objetivo era reducir la presión de las autoridades, legalizar algunos bienes, pero sin abandonar el narcotráfico”, concluyen fuentes locales.
