Sombreros para la paz

Crédito: Presidencia de la República

7 Octubre 2024 12:10 pm

Sombreros para la paz

Crónica de un acto que convocó al campesinado y a las víctimas del paramilitarismo en una histórica región de la lucha por la tierra, con la presencia del Gobierno y de los propios victimarios, y en el que todos se comprometieron en una apuesta por la reconciliación.

Por: Antonio Sanguino

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El sombrero vueltiao es, hoy por hoy, un símbolo de nuestra identidad ante el mundo. Pasó de ser utilizado por los campesinos caribeños en sus faenas diarias a su exhibición con orgullo por el legendario juglar vallenato Alejo Durán o los Gaiteros de San Jacinto, o como atuendo infaltable en fandangos, carnavales, fiestas populares y bailes folclóricos de nuestro mágico Caribe.

Ese mismo sombrero vueltiao que usó Carlos Lleras Restrepo en sus recorridos por la costa Atlántica como candidato presidencial liberal en 1966, y que popularizó Gabo en el mundo como si hiciera parte del prodigioso Macondo, fue el símbolo de un inspirador acto de reparación, reconciliación y paz ocurrido el pasado jueves 3 de octubre en el Coliseo Happy Lora de Montería. Salvatore Mancuso, el exjefe paramilitar le entregó su sombrero vueltiao con un mensaje bordado a favor de la paz total al presidente Gustavo Petro y este, a su vez, le retornó el gesto confiándole el suyo.

Se trata de un sombrero cargado de potentes simbologías. Es de origen zenú, la civilización indígena que surgió y se instaló en las anchas y fértiles sabanas del río Sinú, situada en lo que hoy son los departamentos de Córdoba y Sucre. La prenda, que se fabrica con mayor fuerza en poblaciones como Tuchín (Córdoba), se elabora con hojas de la caña flecha, palma endémica del trópico americano cuyo trenzado circular representa la “concepción de unidad del universo y su devenir eterno”.

Sombrero vueltiao
Foto: Presidencia de la República

La lucha por la tierra

Cuando el movimiento campesino de esta región se organizó alrededor de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc) –promovida en el Gobierno de Lleras Restrepo para acompañar su intento de reforma agraria en la década de los años sesenta–, el sombrero vueltiao se convirtió en un símbolo de la lucha por la tierra. Fue ese mismo sombrero el que portaron los miembros de la Anuc Línea Sincelejo, una versión más combativa y de izquierdas de la Anuc oficial, en las numerosas –cientos, miles– tomas de tierras en estas sabanas y valles como una especie de reforma agraria de hecho que se expresaba en la consigna ‘la tierra pal' que la trabaja’.

Esos mismos sombreros protegían los rostros de los más de 5.000 campesinos que abarrotaron las graderías del Coliseo de Montería este jueves pasado. Las callosas manos que labran la tierra y luchan por ella reunían por lo menos a cinco generaciones de luchadores en el acto, labriegos convertidos en víctimas por el violento despojo paramilitar de hordas armadas que, en los años ochenta y noventa, llenaron de sangre sus territorios, liderados precisamente por Salvatore Mancuso. Durante las tres horas que duró el evento, dominado por una enorme pancarta que anunciaba ‘Una revolución por la vida’, esas manos se levantaron una y otra vez para acompañar sus gritos emocionados por la justicia, la reparación y la paz.

Evento córdoba restitución de tierras
Foto: Presidencia de la República

La puesta en escena no deja lugar a dudas. Fue un acto del gobierno del presidente Petro con el campesinado y las víctimas del paramilitarismo en esta histórica región de la disputa por la tierra y la reforma agraria. Por ello, la mesa principal estuvo integrada por el propio presidente, así como por el director de la Agencia Nacional de Tierras (ANT), Felipe Harman, la directora de la Unidad Nacional para las Víctimas, Lilia Solano, la ministra de Agricultura, Martha Carvajalino, y el gobernador de Córdoba, Erasmo Zuleta. Fue el episodio principal de una jornada adelantada en todo el país por la ANT para adelantar una entrega masiva de tierras, pero que en el caso de Córdoba tuvo el sello reparador de devolverles 8.500 hectáreas de territorio a los campesinos y víctimas, acaparadas violentamente por Salvatore Mancuso, Cuco Vanoy y Macaco. 
–quien hizo presencia de manera virtual–. Los victimarios fueron ubicados a un lado y abajo, a prudente distancia de la tarima principal, como para que su presencia resultara discreta.

Pero no fue un acto fácil. Los funcionarios del Gobierno, Harman y Solano, y el propio gobernador, reivindicaron la condición de víctimas del campesinado y su derecho a la verdad, la justicia y la reparación como condición de no repetición para una paz estable. “Nunca más”, gritó por ejemplo Harman, al cerrar su discurso.

“Venimos con dolor, pero con dignidad a recibir lo que nos arrebataron”, exclamaron a su turno, con la voz entrecortada, los voceros de los campesinos que intervinieron en el evento. Y cuando lo hizo Mancuso, pidió perdón a las víctimas, recordando que el propio presidente Petro había sido declarado objetivo militar por las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) cuando este, como congresista, destapó los perversos lazos entre políticos y paramilitares. 

Evento víctimas Córdoba
Foto: Presidencia de la República

El exjefe paramilitar reconoció que su grupo había protagonizado una contrarreforma agraria mediante una masiva operación de despojo, y le pidió a los gobiernos nacional y departamental que le permitieran participar en la reparación colectiva que él mismo debe hacer con otra de sus víctimas: la Universidad de Córdoba, tomada de forma sangrienta por su banda.

Las mesas de la paz

El presidente Petro cerró el acto evocando la historia de lucha, resistencia, violencia y despojo de la que él mismo reivindicó como su tierra. Subrayó el carácter fascista del proyecto paramilitar y recordó el apoyo que esa directriz tuvo de sectores políticos y empresariales que, tras considerarlos héroes en su cruzada contra la izquierda, el movimiento popular y las guerrillas, e imponer dictaduras territoriales, aplaudieron la decisión de su extradición para que respondieran por el delito del narcotráfico ante la justicia norteamericana. Con ello extraditaron también el compromiso prioritario de los jefes paramilitares con la verdad, la justicia y la reparación de sus víctimas.

“Los traicionaron”, le dijo Petro a Mancuso, para luego anunciar la creación de una mesa de paz con los jefes de las Autodefensas con el fin de terminar, “sin traiciones y con verdades”, un proceso que quedó interrumpido por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez.

Petro recordó, además, que en su momento consideró la negociación del Gobierno Uribe y las AUC como una alianza político-militar de la derecha colombiana. Según el mandatario, aquella no fue una mesa de contrapartes sino de aliados que terminó en una “perfidia” que, sobre todo, revictimizó a las víctimas del paramilitarismo. Por ello, la mesa que ahora propone será un escenario de revisión, entre interlocutores de verdad, de lo pactado en 2003, para su pleno cumplimiento y con énfasis en los derechos de las víctimas: personas, comunidades y territorios. “No será una reunión de compadres”, señaló el presidente.

Gustavo Petro, presidente de Colombia
Foto: Presidencia de la República

El intercambio de sombreros entre Mancuso y Petro el jueves pasado en Montería, lejos de un folclórico hecho anecdótico como lo ven algunos desde cómodos sillones en Bogotá, es un gesto aplaudido con esperanza por quienes han sufrido la violencia atroz en este Caribe resiliente, representados en quienes acudieron al acto. Y puede ser el referente de una reconciliación nacional que aún se nos hace esquiva. 

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