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En la mira la salud visual preventiva en Colombia
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90 por ciento de los casos de pérdida visual son prevenibles. Sin embargo, un reciente estudio revela que los colombianos se hacen los de la vista gorda a la hora de prevenir esta condición. CAMBIO habló con Juliana Saldarriaga, autora del estudio.
Por: Contenido especial

La salud visual está en problemas. Según un reciente estudio, realizado por el equipo de oftalmología de Roche y la consultora de innovación A Piece of Pie, en Colombia no existe una noción consolidada de prevención de la salud visual. A esa conclusión llegaron los investigadores tras múltiples entrevistas con distintos actores del ecosistema de la salud, entre los que había especialistas en optometría, oftalmología y retinología, expertos en salud pública, fundaciones de pacientes, entre otros.
Según Juliana Saldarriaga, autora de este estudio que hace el primer acercamiento cualitativo al tema, y quien forma parte de la consultora A Piece of Pie, la salud visual en Colombia está concentrada en la inclusión de personas que ya cuentan con una discapacidad visual, lo cual es importante si se tiene en cuenta el estigma y la discriminación que viven estas personas. “Sin embargo, vimos que en el país podrían evitarse muchos casos de pérdida visual, si en paralelo a la inclusión de las personas con discapacidad visual trabajamos la salud visual preventiva”, dice.
La evidencia de la falta de prevención en salud visual resulta preocupante si se tiene en cuenta que el 90 por ciento de los casos globales de pérdida visual—que son alrededor de dos mil millones—son prevenibles, como lo demostró otro estudio reciente hecho por Deloitte y la Agencia Internacional para la Prevención de la Ceguera. Ese alto porcentaje se da gracias a que algunas de las causas comunes de discapacidad visual son derivadas de otras patologías, como la diabetes. Un paciente que controla bien su enfermedad evita así la progresión del Edema Macular Diabético (EMD), por ejemplo. Asimismo sucede con la Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE), que se retrasa y controla si el paciente es diagnosticado de forma temprana y oportuna.
En Colombia, infortunadamente, muchos factores impiden que estas personas sean remitidas a tiempo cuando todavía hay mucho que hacer para salvar su visión. Saldarriaga y su equipo encontraron que dentro de los profesionales de la salud, la visión no es una prioridad y eso se refleja en el paso de un estudiante de medicina por esta área durante su formación universitaria. Según informaron los expertos consultados para el trabajo, la visión es un tema que se pasa de manera rápida y poco profunda.
Otro aspecto a tener presente para una mayor prevención es que los especialistas, como los endocrinólogos, geriatras y médicos familiares puedan remitir oportunamente para lograr una detección temprana, sobre todo dentro del manejo integral de las enfermedades crónicas como la diabetes. Ellos podrían advertir problemas y remitir los casos a estos especialistas.
En el frente de la población general la situación no es menos preocupante, puesto que casi nadie tiene en el radar la necesidad de hacerse exámenes rutinarios de los ojos que permitan constatar una buena salud visual. Y en el caso de los que tienen mayor riesgo, como las personas con diabetes, estudios previos muestran que algunos de estos pacientes no se adhieren a los tratamientos para esta enfermedad. A eso se suma que no cuentan con la suficiente información ya que la diabetes es una enfermedad compleja que presenta otras complicaciones. “Para ellos la cita al oftalmólogo está en el último puesto dentro de la lista de cosas por hacer”. Los pacientes de edad avanzada, por su parte, no tienen la cultura de consultar periódicamente por estas causas y los médicos que los atienden tampoco. En conclusión, dice la experta, la salud visual “no está en el ‘top of mind’ de nadie”, agrega.
Todo esto llevó a Saldarriaga a proponer en el trabajo tres frentes en los que se debe fomentar la prevención de la salud visual, con lo cual el sistema y la sociedad colombiana ahorrarían costos económicos y sociales. El primer frente es la sensibilización de los tomadores de decisiones y políticas públicas para abordar este problema. Para lograrlo es necesario recabar información que dé cuenta de la población afectada y así entender la realidad regional y local. “Sin embargo, hay un enorme reto y es el de actualizar el sistema de códigos con el que se clasifican las enfermedades de la retina”, dice Saldarriaga, quien recalca que sin esta actualización no es posible conocer la incidencia real de estas.
Es claro que se requiere capacitar a profesionales de la salud en prevención de salud visual y de la retina. El objetivo de esta capacitación —dirigida a médicos generales e internistas, pero también a especialistas como endocrinólogos y geriatras—es la detección y remisión temprana, lo cual permitirá un tratamiento oportuno y la prevención de la pérdida visual. Saldarriaga aclara que estos cursos deben tener un propósito más trascendental y duradero: despertar el interés de estos profesionales sobre la salud visual. A su vez la autora de este estudio indica que es clave reivindicar el rol del optómetra. “Es un actor relevante para lograr la detección temprana, es quien remite oportunamente, su rol es clave y va más allá de cuestiones estéticas”.
El último frente es la sociedad en general y para ello el estudio sugiere la puesta en marcha de campañas disruptivas que vayan más allá de las vallas o de las pantallas en los centros médicos. Para esto se necesita el esfuerzo de todos los actores del sector salud y conectar con aliados como centros comerciales, museos y escenarios culturales, que permitan el posicionamiento de la salud visual con amplio alcance.
Además, es importante que estas campañas no estigmaticen a las personas que ya cuentan con una discapacidad visual, es decir, no deben mostrar la pérdida visual como algo indeseado y perverso, ya que esto iría en contravía de la inclusión de las personas con discapacidad visual. En el estudio, Saldarriaga y su equipo encontraron que los colombianos con estas discapacidades aun enfrentan mucha discriminación, por ejemplo, el hecho de que esté normalizado que estas personas usen gafas oscuras. Según activistas entrevistados en el estudio, esconder el cuerpo de esta manera puede entenderse como un tipo de violencia simbólica.
La salud visual en Colombia debería ser un tema de la mayor relevancia. Según cifras reveladas por otro estudio, IQVIA, en 2021, alrededor de 1.442.089 adultos tenían deterioro visual moderado o severo, lo que representa casi la población total de Barranquilla (1.239.804 hab. Dane 2020). Cerca de 2.200 millones de personas en todo el mundo enfrentan deficiencias visuales o ceguera, y se estima que más de 1.000 millones de casos podrían haberse evitado. Para promover la prevención se requiere la atención prioritaria de la sociedad y de los responsables de las políticas públicas.
El próximo 12 de octubre, de 8 a 12 del mediodía, expertos, profesionales de la salud, líderes gubernamentales y miembros de la comunidad se darán cita en la Universidad El Bosque para el foro "Una mirada a la salud visual en Colombia", en donde hablarán sobre el panorama de la salud visual en Colombia con miras a sensibilizar y priorizar las acciones preventivas de las afecciones visuales y disminuir el impacto social que ellas representan. Este foro busca fomentar el diálogo, compartir conocimientos y experiencias, y proponer soluciones concretas que puedan ser escaladas ante las políticas públicas.
