“Hemos formalizado 728.000 hectáreas productivas a comunidades indígenas y afro para garantizar sus derechos territoriales”, Felipe Harman

Crédito: Agencia Nacional de Tierras (ANT)

12 Diciembre 2024 08:12 am

“Hemos formalizado 728.000 hectáreas productivas a comunidades indígenas y afro para garantizar sus derechos territoriales”, Felipe Harman

Después de décadas marcadas por el desplazamiento forzado y promesas incumplidas, la creación del Resguardo Indígena Emberá Drua, en Florencia, Caquetá, marcó un antes y un después en la lucha de esta comunidad, víctima del conflicto armado, por preservar sus tradiciones y cosmovisión en una tierra propia. ¿Cómo lo lograron?

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Para los indígenas Emberá Drua, “la tenencia territorial garantiza todo lo que poseemos y salvaguardamos”. Sin embargo, desde sus orígenes, el camino para alcanzar este propósito común no ha sido fácil. Son descendientes del pueblo Emberá Chamí, que según relatos de la comunidad, fue desplazado de los cañones de los ríos San Juan (Risaralda) y Garrapatas (Valle del Cauca). 

Como resultado de ese desplazamiento, a finales de la década de los 60, las primeras familias de la comunidad Emberá Drua se asentaron en la Puerta de Oro de la Amazonía colombiana: Florencia (Caquetá). Allí, después de vivir un tiempo en la cabecera municipal, se unieron a otras familias del mismo pueblo que se encontraban en zona rural, conformando así el Resguardo Honduras, ubicado en una vereda del mismo nombre. 

En 1984, lejos de desaparecer, el fenómeno del desplazamiento forzado alcanzó nuevamente a la comunidad en la vereda donde habían comenzado a edificar sus costumbres y tradiciones. Mientras algunas familias regresaron a sus territorios de origen en Risaralda y Valle del Cauca, una gran parte de la comunidad regresó al casco urbano de Florencia, específicamente, al barrio Los Andes Bajos, en el sector de Las Malvinas, conocido por recibir constantemente a población desplazada de la zona rural de ese y otros municipios. 

Los retos no tardaron en llegar a los Emberá Drua, quienes, además de ver de frente el conflicto armado, vivieron en condiciones de hacinamiento, sin acceso a agua potable ni a servicios básicos de saneamiento, y, lo más importante para ellos, sin tierras para cultivar sus alimentos. Esta situación, sumada al contexto de Las Malvinas, llevó a muchas de las familias a caer en la mendicidad. Las tradiciones con la naturaleza y los procesos organizativos comunitarios fueron reemplazadas por la búsqueda de recursos informales para subsistir y satisfacer algunas de sus necesidades.

En este contexto, la relación entre el campo y la ciudad se convirtió en un motor de supervivencia para los Emberá Drua. Para subsistir, comenzaron a generar ingresos con la venta de sus artesanías, sin dejar de lado el vínculo con la tierra y el territorio gracias a sus lazos con parientes de otros resguardos indígenas. 

Esa dualidad, sus vínculos y procesos comunitarios motivaron a la comunidad no solo a mantener viva su identidad, sino también a luchar por una tierra atada a sus orígenes como colectivo. Así fue como, en el 2011, con el apoyo de algunas entidades y de la Fundación Ideasur, los Embera Drua adquirieron el predio País de las Amazonas, ubicado en la vereda San Antonio de Atenas, en Florencia. 

A partir de allí, iniciaron años de lucha por la formalización de su territorio. En 2012, la comunidad solicitó al antiguo Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder) la legalización del resguardo indígena en este predio, pero no obtuvieron respuesta. En 2017, reiteraron la solicitud, y solo hasta junio de 2021, después de la realización de la Mesa de Diálogo Indígena de Caquetá y Sur del Meta, se priorizó el proceso de constitución legal de la propiedad como resguardo indígena por parte de la Agencia Nacional de Tierras (ANT).

A través de la Dirección de Asuntos Étnicos, la ANT ha formalizado cerca de 728.000 hectáreas productivas que benefician a comunidades indígenas y afro. Foto: ANT
A través de la Dirección de Asuntos Étnicos, la ANT ha formalizado cerca de 728.000 hectáreas productivas que benefician a comunidades indígenas y afro. Foto: ANT

Por fin un tambo

Después de que la ANT estableciera contacto con la Fundación Ideasur para llevar a cabo la transferencia del predio, y tras una larga lucha de la comunidad por la formalización de su territorio, el 5 de abril de 2024 se concretó el tan esperado momento: la constitución del primer Resguardo Indígena Emberá Drua en Caquetá, con 82 miembros de 30 familias. 

Para la comunidad, la intervención de la Agencia Nacional de Tierras fue clave en este proceso. Con una tierra propia, los indígenas Emberá Drua enfocaron sus esfuerzos en fortalecer el cabildo y en la construcción de las casas de su resguardo. Familias enteras, mujeres, niños y niñas indígenas que se encontraban en situación de mendicidad celebraron la oportunidad de contar con un territorio propio, no solo para habitarlo, sino para restablecer sus costumbres y tradiciones ancestrales con la naturaleza.

Con el resguardo también llegó el acceso a oferta institucional de otras entidades, las cuales posibilitaron la construcción de un tambo de pensamiento: una vivienda de madera con techo cónico de hojas de palma y una pequeña y angosta puerta, donde los Emberá Drua realizan sus rituales y actividades culturales diarias y nocturnas.

Felipe Harman, director de la Agencia Nacional de Tierras, señaló que este caso es un reflejo del compromiso de la entidad y de la Reforma Agraria, por el reconocimiento ancestral e identitario de los territorios que habitan los pueblos étnicos en Colombia. 

Según Harman, “A través de la Dirección de Asuntos Étnicos, hemos formalizado cerca de 728.000 hectáreas productivas que benefician a comunidades indígenas y afro con el propósito de reconocer y garantizar sus derechos territoriales, teniendo en cuenta el enfoque diferencial”. 

Además del Amazonas y Caquetá, las familias de departamentos como Vaupés, La Guajira y Meta también han sido impactadas con esta apuesta del Gobierno Nacional. 

“Durante este periodo, la ANT ha entregado 276 predios que corresponden a más de 70.000 hectáreas a comunidades negras e indígenas en 24 departamentos del país, con una inversión que asciende a los 348.050 millones de pesos”, destaca el director de la ANT, quien enfatiza en que esperan seguir impactando a más comunidades indígenas en todas las regiones. 

Mientras tanto, los Emberá Drua, una comunidad que durante años luchó por su resguardo, continúa trabajando en sus prácticas culturales, cultivando la tierra y fortaleciendo este nuevo espacio como un sitio de reunión, encuentro, unidad y conservación de su ancestralidad y su relación con el medio ambiente. 

*Contenido elaborado con apoyo de la Agencia Nacional de Tierras (ANT). 
 

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