Los residuos de su hogar no son solo basura
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Mucho se debate en las ciudades colombianas sobre seguridad, movilidad o empleo. Pero, además de estos, existe un tópico frecuente, que suele aparecer cuando se habla de servicios públicos: el manejo de los residuos.
Por: Contenido especial
Según las encuestas de percepción ciudadana Cómo Vamos 2021, 7 de 10 habitantes de Bogotá se quejan de la presencia de basuras en las calles y de la calidad del servicio de recolección. En Medellín el resultado no es diferente: 77% de los encuestados calificaron como negativo el aseo de la ciudad, y en Cali 79%.
A medida que crece la población en la ciudades, aumenta la cantidad de basura que se produce, pero no así los rellenos sanitarios que operan para su disposición. De allí que actualmente la saturación de los basureros sea un problema generalizado en Colombia, y que con el paso del tiempo tiende a agravarse.
Según el Informe de Disposición Final de Residuos Sólidos 2021 de la Superintendencia de Servicios Públicos, una tercera parte de los rellenos sanitarios que operan en Colombia ya han alcanzado la totalidad de su vida útil, y entre los 10 principales el promedio de tiempo que les resta es de ocho años. El relleno El Carrasco, que sirve a Bucaramanga, ya superó su capacidad, y los de La Glorita (Pereira), Doña Juana, (Bogotá) y Loma de Cocos (Cartagena) están próximos a hacerlo.
En el caso de Doña Juana, un gigantesco relleno de 623 hectáreas que recibió más de tres millones de toneladas de residuos en 2022, tiene licencia ambiental vigente hasta que se complete su capacidad de disposición, lo cual se calcula en septiembre de 2023, según proyecciones de la UAESP. Frente a este panorama, actualmente se estudia un proyecto que podría aumentar su capacidad y ampliar la operación a 37 años más.
La basura ya no es basura
Al igual que ocurre con el tráfico, que no se alivia ampliando las calles, a futuro la crisis de las basuras tampoco se resolverá expandiendo los basureros.
El problema está en que la cultura generalizada dicta que todos los residuos son basura que debe terminar en un basurero. Nada más alejado de la realidad. Por ejemplo, más de la mitad del material que recibe Doña Juana es orgánico, que se puede aprovechar para producir gas metano, que a su vez se usa en la generación de energía: actualmente este relleno entrega a la red 25 megavatios hora, suficientes para suplir 60.000 hogares.
La proporción en el tipo de desechos suele ser similar en el resto de ciudades: 60% orgánicos con potencial energético y 25% materiales que tienen valor de reciclaje, como metales, vidrio, papel y plástico.
De allí que el aprovechamiento sea la clave en la solución de la crisis de basura que enfrentan nuestras ciudades. Sobre esto, la alcaldesa Claudia López, dijo que “es una absoluta vergüenza que Bogotá todavía entierre basuras produciendo gases y lixiviados, cuando la humanidad tienen la ciencia y la tecnología para aprovecharlos y producir energía”
Poco aprovechados
A pesar de su potencial, el aprovechamiento apenas parece estar despegando en Colombia, donde se producen cerca de 12 millones de toneladas de basura al año y solo se recicla 16%, según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. En comparación, países como Alemania o Corea del Sur superan el 60% de aprovechamiento.
Varios factores explican este modesto desempeño. Por ejemplo, la falta de cultura de reciclaje desde la fuente, una reducida red de aprovechamiento y el bajo valor que tienen los materiales en la economía circular. Por ejemplo, en un reciente conversatorio organizado por Cempre, una institución que fomenta la economía circular, se denunció que para la industria nacional es más económico–en términos de logística y disponibilidad– utilizar materiales nuevos frente a los recuperados.
Según la Superservicios, en 2021 el papel y cartón fueron los elementos más reciclados, representando 55% del total. Le siguieron los metales, con cerca de 30% y los plásticos con 8,8%. En cifras de la misma entidad, la talanquera está en que 78% de los hogares colombianos no recicla ni separa sus residuos.
Por tanto, los esfuerzos locales y nacionales se encaminan fundamentalmente en lograr que la ciudadanía participe activamente en las cadenas de economía circular. Así, no solo se estaría extendiendo la vida de los materiales útiles, sino además se aliviaría la creciente presión sobre los rellenos sanitarios y el consecuente problema de salud pública que esto puede traer.
