Universidades sin fronteras: adaptación curricular para el mercado global y el futuro laboral

La población que ingresa a la educación superior es cada vez más diversificada en cuanto a su edad, expectativas, condiciones socioeconómicas y familiares, ubicación geográfica y capacidad de pago. Esta diversidad demanda de las universidades una oferta de formación pertinente para el proyecto de vida de cada estudiante, así como estrategias diferenciadas de atención para asegurar la permanencia, pero también el éxito, de los futuros profesionales en su vida laboral.

Hoy, ese objetivo se ha ampliado más allá de las fronteras del país, y las universidades están trabajando para desarrollar programas académicos que respondan a las necesidades del mercado laboral. En este sentido, la capacitación en tecnologías emergentes como la Inteligencia Artificial, el Blockchain y la ciberseguridad es cada vez más importante para preparar a los alumnos para el mercado del trabajo del futuro.

“La primera estrategia que identificamos fue pensar en el currículo como un elemento articulador entre el territorio situado y el mundo globalizado. Allí identificamos la importancia de programas pertinentes y con impacto a la comunidad, que les permita a los profesionales transformar sus regiones y aplicar sus conocimientos en ellas. Nuestro modelo pedagógico y programas responden a los intereses y expectativas vitales de los estudiantes y a los requerimientos del mercado laboral, que están cambiando permanentemente como resultado de las transformaciones tecnológicas y por la automatización de labores antes desempeñadas por personas, incluso aquellas con alto nivel de calificación”, señala a CAMBIO Juan Fernando Montañez, rector del Politécnico Grancolombiano.

Según este docente, cada vez más se ven universidades que tienen que adaptar sus currículos porque ya los programas no pueden ser tan extensos, teniendo en cuenta que las nuevas generaciones buscan formaciones más rápidas. Esto también implica la creación de programas con formaciones alternativas, como la híbrida. “El gran desafío consiste en ofrecer la formación adecuada para las necesidades de los estudiantes de hoy, pero con una visión de futuro: empleos que todavía no existen, tecnologías que no han sido inventadas y situaciones desconocidas sobre las que no existe ninguna certeza para hacerles frente”, explica. “Por eso, en el Poli creamos currículos en línea con las tendencias educativas, los desafíos y los cambios tecnológicos, en donde el estudiante es responsable de su proceso de aprendizaje. Nuestros programas académicos privilegian el desarrollo de las apuestas curriculares basadas en la integralidad curricular, la flexibilidad, la interdisciplinariedad, la innovación y la internacionalización”, agrega. 

Así, las universidades buscan desarrollar competencias genéricas comunes a todas las disciplinas y competencias específicas pertenecientes a cada programa. “Pero, además, en un mundo donde la tecnología y la automatización redefinen los trabajos, las habilidades blandas, recientemente llamadas habilidades poderosas, son cada vez más indispensables en el mercado laboral actual, en un entorno de trabajo en constante cambio”, dice el rector del Politécnico.

Entre las tendencias que en este sentido se están implementando en la educación superior en Colombia se encuentra la educación en línea y a distancia, que está ganando popularidad al permitir a los estudiantes acceder a programas académicos de alta calidad desde cualquier lugar del mundo. 

La formación en habilidades ‘blandas’, hoy también llamadas ‘poderosas’ y en emprendimiento es cada vez más importante, ya que los empleadores de todo el planeta buscan profesionales con habilidades para adaptarse a un mercado laboral en constante cambio.

“El objetivo es claro: con estudiantes mejores preparados en habilidades poderosas, tendremos seres humanos líderes que trasciendan en los escenarios en los que están inmersos, capaces de influenciar, dirigir y tomar decisiones que ayuden a llevar a cabo proyectos para el beneficio de toda una comunidad”, argumenta el docente. “Lo que queremos es brindar una educación aterrizada en el contexto en el que el estudiante va a trabajar, lo que permitirá que el profesional no tenga que hacer tanto esfuerzo para adaptarse al mundo laboral. Esto exige que nos pensemos en cambios curriculares que permitan que el alumno esté en contacto con el mundo real, con el sector externo, desde que está en el aula de clase.

Aquí toman vital importancia las prácticas y los proyectos educativos que se desarrollan en las empresas, incluso desde los primeros semestres”, concluye.