Crédito: Secretaría de Educación de Bogotá
La Secretaría de Educación entrega una renovación educativa en Bogotá
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La actual administración de Bogotá termina el 31 de diciembre de 2023 dejando para la ciudad un paquete de resultados muy importante en materia de educación, y Edna Bonilla, quien se viene desempeñando como secretaria de esta cartera desde el inicio del mandato de Claudia López ha sido artífice de la transformación que han vivido los estudiantes capitalinos.
Por: Contenido especial
Nuevos colegios y mantenimiento de los existentes, transformación pedagógica, cierre de la brecha digital, disminución de la deserción a niveles históricos, una Plan de Alimentación Escolar que da ejemplo a toda Colombia y una nueva cultura escolar a través de las artes y la reconciliación son algunas de las banderas que destacan en el balance de la Secretaría de Educación. En conversación con la revista CAMBIO, Edna Bonilla no solo hizo un recuento de sus éxitos y de los desafíos que le esperan a la nueva administración, sino además explica su visión de la escuela como “territorio de paz y nido de sueños”.
¿Cuáles son los principales hitos de su administración en cuanto a infraestructura escolar?
El primero es la inversión en construcción de colegios. Teníamos una meta de 35 nuevos colegios, y gracias a los impuestos de los bogotanos y al Concejo de la ciudad logramos dejar los 35 entregados, y 35 adicionales –para un total de 70 colegios–, que quedan contratados, en diseño o en obra. Bogotá ya tenía un buen ritmo en construcción de colegios, pero no tanto en mejoramiento de las instalaciones existentes. Entonces, nos pusimos como meta hacer intervenciones en infraestructura en 750 sedes educativas, 100% de las que existen en Bogotá. Por ejemplo, en mejoramiento de cubiertas y baterías sanitarias, en la construcción de comedores escolares –pasamos de 160 a 221 comedores–, en las instalaciones de colegios rurales…
Por otra parte, cuando llegamos a la Secretaría tan solo 8% de los colegios tenían nombre de mujer, siendo que la docencia es una labor muy femenina. La mayoría fueron nombrados como el barrio o en conmemoración de una fecha histórica o un prócer. Entonces dimos inicio a un proyecto muy lindo, que fue hacer un listado, con la ayuda de la Universidad Nacional, de mujeres memorables que aportaron significativamente a la educación o a la construcción de democracia, y cada vez que terminamos un colegio nuevo le llevamos a la comunidad cinco opciones para que entre todos decidan el nombre de su institución. Ha sido una estrategia maravillosa que nos ha permitido un mayor afianzamiento de la relación con la comunidad.
¿Qué avances en el diseño de los nuevos colegios se implementaron?
Los nuevos colegios traen avances significativos, como aulas circulares con mayor apropiación del espacio, mayor ventilación para favorecer el bienestar de los niños, aulas con salida directa a los espacios verdes, colegios abiertos a la comunidad e integrados con el programa de Manzanas de Cuidado. Además, comprometidos con el cuidado del medio ambiente, construimos colegios amigables, con energías solares alternativas, con manejo de residuos y aguas lluvias, huertas escolares –queremos que al finalizar el año todos los colegios de Bogotá tengan huertas escolares–. Son colegios más amigables con la comunidad, abiertos al espacio y que nos llaman a una conciencia del aprendizaje y a una conciencia socioambiental.
Uno de los grandes desafíos está en cerrar la brecha digital. En este sentido, ¿cuál es el balance del programa Ruta 100K?
Es maravilloso porque hemos entregado 134.507 tabletas y computadores con conectividad y que los alumnos han apropiado, sabemos cómo y a qué horas los utilizan, el provecho que les sacan. Y esto es gracias al pago de los impuestos de los bogotanos, lo cual nos hace sentir orgullo: no solo hemos cumplido las metas en educación, sino que las hemos superado.
Nosotros llegamos a la Secretaría el 1 de enero de 2020 y el 16 de marzo tuvimos que cerrar los colegios por causa de la pandemia. Entonces nos enfrentamos al desafío de llevar la educación a los niños, e iniciamos el programa de entrega de equipos para cerrar la brecha digital, con una meta inicial de 100.000 tabletas y computadores. Además, formamos a los maestros y a las maestras, porque no era solamente entregar la tableta, sino sacarle provecho y apropiarlos. Y mejoramos la conectividad, al punto que la administración de la alcaldesa Claudia López va a entregar a Bogotá como la mejor ciudad de Latinoamérica en colegios con acceso a internet. Son más de 116 mil millones de pesos de inversión en el programa Ruta 100K, y gracias a eso estamos avanzando para cerrar la brecha digital en la ciudad. Y gracias a esto, también, logramos la menor tasa de deserción de toda la historia de Bogotá.
En acceso a la educación media y superior, ¿qué resultados arrojan las estrategias de su administración?
Hoy Bogotá tiene 36.000 estudiantes en 51 universidades tanto públicas como privadas. Nosotros les pagamos a las universidades el valor de la matrícula y, adicionalmente, a los estudiantes les damos un auxilio de manutención para que puedan estudiar tranquilos. Además, los acompañamos con estrategias para que la deserción sea la menor en toda la historia en Colombia: en Bogotá es de 2,3% mientras que en otras ciudades llega a 14%. Las universidades nos han ayudado: algunas les dan el almuerzo a los estudiantes, otras los contratan para labores estudiantiles, les ofrecen acceso a cursos en otros países o visitas de campo. Incluso, creamos un programa de ciclo corto, llamado Todos a la U, con universidades como la Nacional, la Distrital, los Andes, La Sabana, y vamos a terminar con 40.000 beneficiados, privilegiando mujeres cabeza de familia, discapacitados, víctimas de la violencia, población afro y raizal… Y deportistas, porque en Bogotá valoramos a nuestros deportistas facilitando su educación.
El Festival de las Artes es una de las iniciativas de mayor resonancia en este cuatrienio. ¿Cuáles cree usted que fueron los factores de éxito en este programa?
Es un proyecto que está en mi corazón y en el de la alcaldesa Claudia López. Nosotros creemos en la formación integral, en la formación del ser. Necesitamos que nuestros chicos y chicas –y desde este año nuestros profes también– se expresen… pero no a través de la violencia. Entonces abrimos el espacio para que se expresen mediante las artes. Con el apoyo de la Secretaría de Cultura y de unos padrinos y madrinas muy generosos (como Héctor Abad Faciolince, Dago García, Vicky Neumann…) logramos hacer un proceso en el que los niños inscriben su propuesta y nosotros durante todo el año los acompañamos hasta que finalmente la presentan en las eliminatorias y en el Festival, que este año será el 20 de octubre. Queremos que Bogotá tenga el Festival de las Artes más grande de Latinoamérica –el año pasado participaron 18.897 niños–, y puedo decir que presenciar todas estas propuestas es absolutamente emocionante.
Bogotá se ufana con razón de tener el mejor PAE del país. ¿Cómo llegó su administración a alcanzar este importante logro?
Es un logro gigantesco y al mismo tiempo un mensaje muy poderoso: quien sea que llegue a la Secretaría de Educación debe comprender que Bogotá ha aprendido a construir sobre lo construido y viene avanzando muy bien en su Plan de Alimentación Escolar. Tengo que reconocer el trabajo de administraciones anteriores, porque esto ha sido un esfuerzo largo. Por ejemplo, en Bogotá el PAE se contrata a través de Colombia Compra Eficiente, así que acá no se presentan esos escándalos de corrupción y de pechugas de pollo a 60.000 pesos. Tenemos supervisión e interventoría muy estrictos, y además le añadimos la guía de expertos en nutrición y preparación de alimentos –y hasta de reconocidos chefs–, y la opinión de los estudiantes sobre sus gustos y necesidades. Muchas veces, lo que comen los niños en el colegio es su única comida del día, e incluso es la razón por la que van al colegio. También, hemos aplicado prácticas que mejoran el programa, como la de comprar a pequeños productores de la región para mover la economía local o la de reducir el plástico de un solo uso. Bogotá financia con sus impuestos 91% del PAE y el restante nos llega por el Sistema General de Participación. Estamos pidiendo al Gobierno Nacional que nos ayude, porque hemos crecido mucho: hoy, el PAE de Bogotá vale alrededor de 800.000 millones de pesos al año para la nutrición diaria de 760.000 niños.
El programa de Justicia Escolar Restaurativa ha llamado la atención por novedoso y por sus resultados. ¿De qué se trata?
Colombia es un país que se ha acostumbrado a la guerra, al trámite de los conflictos de manera violenta. Y nosotros creemos en las escuelas como territorios de paz. Yo, particularmente, creo en las escuelas como un nido de sueños. Entonces dijimos: ese territorio de paz lo tenemos que hacer real. Y los niños y las niñas nos educan a nosotros, y nosotros tenemos que escucharlos más a ellos. Entonces nos inventamos nuestra Justicia Escolar Restaurativa, aprendimos de la JEP y trasladamos esta experiencia de manera pedagógica a cómo resuelven sus conflictos los estudiantes. Hemos tenido una respuesta maravillosa y ya la totalidad de los colegios está dentro de la estrategia; tenemos unos espacios para la resolución de conflictos al interior de los muros educativos, pero también estamos creando espacios para resolver los conflictos de la comunidad, en los que los niños se enfrentan a cómo tramitar sus diferencias. Los resultados han sido realmente maravillosos y conmovedores. Creemos en solucionar los problemas de una manera pacífica y restaurativa, de una manera que realmente los haga crecer. Yo soy feliz con la Justicia Restaurativa, y la presentación del documento de experiencias de este programa, a finales de julio, fue muy importante, con la presencia de la alcaldesa Claudia López y de nuestro socio en el programa, el ministro de Justicia, Néstor Osuna.
Foto: Secretaría de Educación de Bogotá.
¿Qué estrategias en transformación pedagógica podría destacar en su administración?
Uno de los logros más importantes es trabajar en el bachillerato internacional. Mi sueño es que algún día los bogotanos mandemos a nuestros hijos a estudiar al colegio que queda cerca de la casa, como ocurre en los países desarrollados, sin distinción de que sea público o privado. Por eso, una de las grandes apuestas es tener bachillerato internacional en los colegios públicos. Hoy, diez colegios públicos ya tienen este modelo y en 2025 Bogotá tendrá la primera generación de estudiantes que se gradúan de bachillerato internacional.
Otra apuesta está en el multilingüismo, porque ya no es suficiente con saber inglés. Tenemos enseñanza de francés en 10 colegios, con la ayuda del gobierno de Francia; terminaremos este año con chino mandarían en tres o cuatro colegios y vamos a empezar con portugués en dos más. También son muy importantes las acciones para el fortalecimiento de la educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés), de manera que venimos realizando las olimpiadas y cerrando la brecha de género para que las niñas que quieran estudiar carreras STEM lo puedan hacer.
¿Qué desafíos en materia de educación le espera a la ciudad en la siguiente administración?
Las recomendaciones que le entregaremos a la próxima administración van a tener dos elementos. El primero es técnico, y es cómo dejamos la ciudad y hacia dónde debería avanzar, por ejemplo, en jornada única, en construcción de colegios o en transformación pedagógica. Y un gran segundo capítulo, llamémoslo de alguna forma, de los retos, lo estamos construyendo con la comunidad educativa: hace un par de semanas les pedimos a los 1.600 rectores y coordinadores de Bogotá sus recomendaciones para la nueva administración y las estamos construyendo entre todos. La educación se construye a varias voces, tiene que ser una polifonía, no puede ser una única visión de la educación. Entonces eso es lo que nosotros hacemos y esas son las recomendaciones que vamos a dejar: las técnicas, que en su mayoría están recogidas en el informe de la Misión de Educadores y Sabiduría Ciudadana, y las vivenciales, que estamos construyendo con la comunidad educativa.
¿Cuál cree usted que es el mayor legado que dejará su paso por la Secretaría de Educación?
No me gusta mucho la palabra legado. Soy afortunada de haber sido secretaria de Educación en este tiempo y de trabajar con la comunidad educativa. El sello que dejamos es que juntos somos más fuertes, que para lograr los avances en educación, para lograr los 36.000 jóvenes estudiando, para lograr los 40.000 de Todos a la U, para lograr las 134.000 tabletas, la mejor infraestructura, todo lo que estamos haciendo en el Plan de Lectura, Escritura y Oralidad… todo lo hacemos de la mano de la comunidad educativa. Esto no es un esfuerzo individual, sino un liderazgo colectivo.