9 de abril, un caldo de cultivo para los mitos
9 Abril 2025 07:04 am

9 de abril, un caldo de cultivo para los mitos

Uno de los eventos más dramáticos que muestran las fotografías del alzamiento popular del 9 de abril son los tranvías en llamas.

Crédito: Colprensa

Desde hace muchas décadas se han generado varios mitos en torno a El Bogotazo. Estos son algunos de los más difundidos.

Por: Redacción Cambio

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Bogotá quedó semidestruida

Este es un mito bastante extendido y que en parte puede deberse a titulares como el del diario El Tiempo, que se ha reproducido centenares de veces y circuló tres días después de los hechos, cuando la ciudad y el país estaban traumatizados: “Bogotá está semidestruida”. No fue el único titular que se expresó en esos términos. En total se incendiaron 136 edificios, entre ellos varias entidades públicas, construcciones religiosas, comercios y viviendas fueros destruidas, pero la mayor parte de Bogotá no sufrió ningún daño. En términos de destrucción, El Bogotazo no se sintió en Teusaquillo, Chapinero o El Nogal, como tampoco en los populosos barrios del sur y del occidente. Es más, en el mismo centro de la ciudad, donde ocurrieron la mayor parte de los desmanes, hubo zonas que fueron afectadas mínimamente o sencillamente no les pasó nada.

Por ejemplo, si se observa una foto aérea de la Plaza de Bolívar que se tomó 20 días después de los hechos, la única manzana con un predio destruido es la que está diagonal a ella, la del Museo del 20 de Julio o Casa del Florero. Su predio vecino era el Hotel Atlántico, que sí fue destruido, donde en la actualidad hay un feo edificio donde ahora funciona un Éxito. De resto, la Catedral Primada, el Capitolio, el Palacio Liévano y las casas de la manzana que hoy ocupa el Palacio de Justicia lucen intactas.

Sí se quemó, en cambio, el Palacio de Justicia, en la esquina de la carrera sexta con calle 11, del cual sobreviven las dos estatuas de su pórtico en Bucaramanga. Otro edificio destruido fue la Nunciatura Apostólica, donde hoy queda el Museo de la Casa de Moneda, frente a la Biblioteca Luis Ángel Arango.

Es cierto, los daños fueron de gran magnitud, pero se focalizaron en sitios muy precisos: cuatro cuadras de la calle 11 desde la catedral hacia el oriente, la carrera Séptima entre las calles 12 y la Avenida Jiménez y el entorno de la plaza de San Victorino. Tan “semidestruida” quedó Bogotá, que la Conferencia Panamericana que se desarrollaba en la ciudad no se canceló.

Un mito dentro de este mito es que el Hotel Granada quedó destruido el 9 de abril. Eso no fue así. El hotel logró salvarse y lo demolieron tres años después para construir allí la sede del Banco de la República.

Bogotá se volvió moderna a partir del 9 de abril

Ese también es un mito bastante extendido. Sin embargo, si se observan fotografías de la ciudad que se tomaron durante los años cuarenta, antes de El Bogotaz, ya se ven altos edificios en concreto armado, ya sean terminados o en construcción.

De hecho, los delegados de la Conferencia Panamericana estaban alojados en el Hotel Continental, un edificio del arquitecto Vicente Nasi que originalmente iba a destinarse a oficinas, y al que se le agregó otro en el predio vecino, diseñado por la firma Cuéllar Serrano y Gómez.

Lo que sí es cierto es que los destrozos contribuyeron a impulsar una renovación arquitectónica del centro, que también coincidió con la migración de familias acomodadas y pudientes a las nuevas urbanizaciones que comenzaron a aparecer en los años treinta y cuarenta, como La Merced, el Bosque Izquierdo, Teusaquillo y La Magdalena, y mucho más al norte, en Chapinero, como Quinta Camacho y El Nogal.

Uno de los eventos más dramáticos que muestran las fotografías del alzamiento popular del 9 de abril son los tranvías en llamas. El 9 de abril de 1948 había más de 120 tranvías eléctricos en operación, de los cuales se quemaron 28 durante la revuelta. Después del 9 de abril, Bogotá todavía tenía tranvías hasta que en junio de 1951 salió de servicio y fue reemplazado por buses de gasolina.

El levantamiento popular fue solo en Bogotá

Durante décadas, muchas personas han pensado que el levantamiento popular del 9 de abril ocurrió solo en Bogotá y a eso ayuda bastante que se le denomine como El Bogotazo. Este mito se refuerza aún más porque cuando se habla del 9 de abril de 1948 se muestran la gran mayoría de las veces fotos de las turbas enardecidas en el centro de Bogotá.

Pero el asesinato de Gaitán también encendió los ánimos, y mucho, en otros lugares de Colombia. En el Valle, Antioquia, Boyacá y los Santanderes también ocurrieron protestas muy violentas que dejaron miles de víctimas. Y no terminaron el 10 abril. Varios de ellos duraron semanas hasta que el Gobierno logró aplacarlos.

'La Violencia' comenzó el 9 de abril

Es probable que el periodo denominado como La Violencia haya tomado un gran impulso a raíz de los sucesos del 9 de abril. Pero ya desde la llegada al poder en 1946 de Mariano Ospina Pérez, del Partido Conservador, y sobre todo tras la victoria de los liberales en las elecciones parlamentarias de 1947, comenzaron a perseguir a los liberales. No sobra recordar que el propio Jorge Eliécer Gaitán lideró la marcha de las Antorchas en 1947 y la Manifestación del Silencio (dos meses antes de caer asesinado) para protestar por la violencia contra los liberales.

De dónde han surgido algunos mitos

Para un apreciable conjunto de la sociedad, muchos de los mitos del 9 de abril se volvieron hechos y realidades por diferentes razones. Una de ellas, los millares de relatos de quienes vivieron en carne propia la jornada del 9 de abril. Estos testimonios, muchos de los cuales obedecían no solo a rememorar episodios sino también a amañarlos de acuerdo con simpatías o animadversiones políticas e incluso religiosas, se reprodujeron en un voz a voz que no solo no verificaba si lo que se decía era cierto, sino que también, cual teléfono roto, se iba distorsionando cada vez más. A esto se suma, y en gran medida, el papel de los medios de comunicación, que en repetidas ocasiones antepusieron y siguen anteponiendo los intereses de agendas políticas al ejercicio profesional y riguroso del periodismo.

También han ayudado a esparcir varios de esos mitos el uso de material audiovisual y fotográfico citado fuera de contexto y en el que el protagonismo casi absoluto lo tienen las imágenes de destrucción y vandalismo en el centro de Bogotá. Por eso resultan de gran importancia hoy los trabajos periodísticos y académicos que han intentado explicar los sucesos del 9 de abril de 1948 y sus consecuencias desde el rigor de las ciencias sociales y de la reportería juiciosa y no del “alguna vez me contaron”, “mi abuelo me dijo” o de relatos tendenciosos y sesgados de acuerdo con ideologías o narrativas políticas.

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