Impresionantes imágenes: la magia de las auroras boreales de Islandia en el lente de un fotógrafo colombiano

CAMBIO: ¿Qué es una aurora boreal y cómo se explica su fenómeno?

Mikel Estrada: Las aurora boreales son un fenómeno natural que se produce por la interacción del viento solar con la atmósfera terrestre. El viento solar es una corriente de partículas cargadas eléctricamente –iones– que salen disparadas del sol en todas las direcciones. Cuando esta llega a la tierra, por el choque con la atmósfera terrestre, los iones son desplazados hacia los polos. Esta es la razón por la cual las auroras boreales solo pueden observarse en los lugares más al norte del planeta: Finlandia, Canadá, Noruega, y, por supuesto, Islandia. La magia sucede, pues, cuando como resultado de la interactúan entre los iones y los gases que componen la atmósfera, como el oxígeno y el nitrógeno, el cielo se recubre de colores inéditos y fantásticos. 

Las auroras se pueden observar en las temporadas en las que la noche se alarga en el norte: desde finales de agosto hasta principios de abril.

CAMBIO: ¿Qué colores que no conocías descubriste al verlas?

M.E: Como este fue un año particular debido a que tuvieron lugar las tormentas solares más intensas de los últimos años, pudimos ver auroras de muchas tonalidades que iban desde un verde intenso hasta llegar a tener tonos rojos, azules, magentas. Creo que para muchos que se dedican a registrar auroras, año tras año, este fue un caso único. ¡Para mí fue una locura!

CAMBIO: ¿Las auroras boreales hacen creer en Dios?

M.E: Soy una persona muy creyente en Dios, en el universo, o en la naturaleza que nos rodea. Claramente no necesitaba ver las auroras para creer en Dios. Pero uno sí alcanza a dimensionar su intensidad e impacto. Me hicieron pensar que la creación es divina.  

CAMBIO: ¿Verlas es cuestión de suerte? ¿Cuánta probabilidad hay en cada expedición?

M.E: Como es un fenómeno natural, claro que verlas es una cuestión de suerte. Sin embargo, existen factores que ayudan mucho como escoger la temporada adecuada y el clima. En lo personal, siento que la intención y la energía también hacen la diferencia. El primer día vi una sola estela verde a la distancia, no muy intensa, pero esto se debió a que la zona en donde estaba tenía demasiada luz . Fue prácticamente una salida en falso. Pero al día siguiente, mientras recorríamos parte del sur de Islandia, algo cambió… el cielo se despejó por completo y pudimos ver muchas estrellas. Una danza de estrellas difícil de explicar. En nuestro grupo había una astrónoma que tenía una camiseta pintada con una aurora boreal increíble: pues justo eso fue lo que pasamos a ver. 

Ese día todo el cielo se cubrió de auroras. Las veíamos, arriba nuestro, en todas las direcciones. Fueron casi  dos horas y, aunque el frío era muy intenso, estábamos absortos con el espectáculo. Los siguientes días de la expedición pasó lo mismo: llegábamos y ahí estaban, como esperando por nosotros. Fueron las auroras las que nos cazaron, y no al revés.  

Desde mi punto de vista no basta solo con cuidar todos los detalles a la hora de salir a cazar auroras: la energía y la disposición son claves para un registro exitoso.  

CAMBIO: ¿Por qué escogió Islandia como destino?

M.E: Es un destino que recomiendo porque, además del avistamiento de auroras, es un paraíso para todo aquél que disfrute de la aventura y la naturaleza. 

CAMBIO: Tres razones para convencerse de viajar hasta el otro extremo del mundo para ver una aurora boreal...

M.E: Te daré una sola y es que creo que ver las auroras boreales es una de las experiencias más mágicas que se pueden vivir en nuestro planeta. Es como estar en la estratosfera. No es coincidencia que cada vez sean más populares y cada vez más personas en el mundo recorran el planeta para verlas. 

CAMBIO: ¿Qué sentiste la primera vez que viste una aurora?

M.E: La verdad….quería correr, gritar, llorar. Fue un mar de sensaciones. Como estaba trabajando, armé mi trípode y configuré mi cámara para poder registrar el momento, pues no es nada fácil lograr una buena foto. Después de cumplir con mi trabajo, solté la cámara, me subí al techo de una de las van en las que viajábamos y solo le di gracias a Dios y al universo por lo que estaba viendo. Me quedé, absorto, viendo el fenómeno, casi media hora.  Pero todas las palabras se quedan cortas para describir lo que se siente...