
Claudia Triana y los ecos del Bogota Audiovisual Market
Claudia Triana.
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Finalizó la edición número 15 del Bogotá Audiovisual Market (BAM) con más de 2.000 asistentes acreditados y una gran asistencia del público a eventos gratuitos. Contó con una programación de más de 120 eventos. Además de hacer un balance del evento, Claudia Triana, directora de Proimágenes, cuenta en qué anda la industria audiovisual en Colombia.
Por: Eduardo Arias

El Bogotá Audiovisual Market (BAM) es un programa de la Cámara de Comercio de Bogotá y Proimágenes Colombia que concluyó el pasado 12 de julio su decimoquinta edición. Durante los cuatro días, profesionales y entusiastas del mundo audiovisual se reunieron para promover la creación, distribución y coproducción de contenidos audiovisuales de diversos géneros.
Las principales actividades del BAM se llevaron a cabo en el Gimnasio Moderno, donde se presentaron charlas con expertos académicos, se llevó a cabo una feria comercial, un espacio con actividades dedicadas a la televisión, un escenario dedicado a nuevos medios, inteligencia artificial y videojuegos y otro espacio para conversar sobre proyectos, productos y servicios.
En la sede Chapinero de la Cámara de Comercio de Bogotá se realizaron encuentros uno a uno, sesiones entre profesionales de la industria sobre temas especializados y tendencias del mercado, actividades de formación especializada para seleccionados por convocatoria y espacios en los que los seleccionados presentaron sus proyectos ante potenciales compradores, socios o inversionistas. Se llevaron a cabo más de 560 citas de negocios que permitieron a los proyectos seleccionados por convocatoria establecer vínculos comerciales, explorar oportunidades de coproducción y concretar acuerdos financieros. “También vinieron equipos que prestan servicios como, por ejemplo, seguros para las filmaciones. Tratamos de involucrar a la mayor cantidad de empresas relacionadas con la industria audiovisual”, señala Claudia Triana, directora de Proimágenes, quien también resalta el diálogo con representantes de grandes festivales. “Esto nos permitió ver cómo funcionan, cómo podemos mejorar los festivales internacionales que hacemos aquí”.
Claudia Triana señala que varias de las actividades que se llevaron a cabo en el BAM se relacionaron con las buenas prácticas y se reflexionó sobre la sostenibilidad, que ya es un tema importante en toda la industria y en todas las producciones. “Sostenibilidad en el sentido del impacto de los rodajes. Uno pensaría que sostenibilidad es el buen manejo de los residuos. Pero hemos ido aprendiendo que la sostenibilidad también está relacionada con el manejo de la comida, la ropa que se usa. Sostenibilidad es mirar cuánta gente viaja y de qué manera se hacen compensaciones al impacto que genera un rodaje. Al BAM vinieron expertos que mostraron buenas prácticas, por ejemplo, de intimidad, algo que antes no se tenía en cuenta”: Recuerda que durante la pandemia hubo departamentos de covid en todas las producciones. “Ahora empieza a haber un departamento de intimidad. Yo no puedo tocar a alguien sin pedirle permiso. Hay una serie de de sutilezas que son muy sensibles ahora en los rodajes, en la producción y en la industria”.
Unas de las tareas que ha adoptado el BAM desde 2021 ha sido acercarse a las regiones de Colombia para descentralizar la industria audiovisual. En 13 ciudades del país ha aprendido de la industria local y brindado formación a productores, realizadores, empresas y estudiantes vinculados con el mundo audiovisual. Claudia Triana también destaca el énfasis que le ponen a las historias y narrativas de la población indígena y y afro. “El BAM tiene como un ADN de encuentro, de acercarnos entre nosotros porque había gente de todas partes de Colombia. Pero también de tener una interlocución con internacionales que trajimos. 120 representantes de 21 países. Esto es una especie de Tinder de la industria nacional porque estamos exponiendo toda nuestra oferta con 74 proyectos curados. Les ayudamos a hacer citas con todos los interlocutores internacionales y nacionales pertinentes. De ahí salen muchas cosas. No necesariamente que se vendieron cuatro camiones y 25 pares de zapatos de tacón rojo. Pero sí es un lugar muy importante para iniciar una relación, un espacio donde se crean esas confianzas que se necesitan para casarse en un proyecto audiovisual de largo aliento”.
El BAM, en síntesis, es una plataforma que busca potenciar la industria audiovisual colombiana, que, de acuerdo con Claudia Triana, vive un momento muy interesante. “Desde los 90 la televisión se fortaleció mucho como exportadora de servicios para la región. Creo que en los últimos diez años la exportación por parte del talento colombiano. Durante la pandemia nació uno de los incentivos más importantes y que ha tenido un impacto más contundente en las cifras y en el aporte en el número de empleo, en el entrenamiento de los equipos, que llamamos los crews. Se realizan películas, realities y series competitivas en el mercado internacional”. Ese incentivo se llama el Certificado Tributario CINA y en los últimos tres años ha llevado a cabo 108 proyectos. "Esto significa que entre 1997 y 2019 se ha construido en el país un sistema de estímulos en cuatro leyes diferentes que se complementan, aprobadas en el período comprendido entre 1997 y 2019 que hoy están vigentes".
Para entender mejor las razones por las que ha crecido tanto la producción audiovisual en Colombia es necesario remontarse a 1997, cuando nació el Fondo Mixto de Promoción Cinematográfica - Proimágenes Colombia, que es una corporación civil sin ánimo de lucro creada bajo la ley 397 de 1997, conocida como Ley General de Cultura. “Cuando comenzamos en Proimágenes lo primero que hicimos fue recopilar todas las normas que existían en el país sobre cine”. Ella recuerda que vino el director de internacional del Centro Nacional del Cine y la Imagen Animada (CNC) de Francia, que es la autoridad del audiovisual, y les dijo que Colombia tenía más leyes que películas. “Ustedes lo primero que tiene que hacer es películas”, les recomendó.
Muchos de los mecanismos que aparecieron en la Ley de Cine en 2004 complementaron la ley de cultura que creó Proimágenes. Pero, además, diseñó incentivos. “Con la ley de cine el Gobierno Nacional tenía la responsabilidad de impulsar el audiovisual, las imágenes en movimiento, la preservación y los creadores, lo que nos permitió contar con mecanismos de financiación. Tanto con un fondo no reembolsable como con unos estímulos tributarios para los inversionistas privados que invirtieran en cine o que donaran a películas cinematográficas. ¿Qué pasó? Que el año pasado ya tuvimos en cartelera 72 películas, que el año anterior había 57, que el año inmediatamente anterior más de 40”.
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“En el país se han gastado 2.2 billones de pesos en el área audiovisual por cuenta de estos dos incentivos. Entonces ya nos empiezan a mirar. Yo no digo que el petróleo no sea más impactante, pero yo nunca había visto en el cine y en el audiovisual esas cifras”.
Por tratarse de una entidad público-privada, Proimágenes puede contratar desde el derecho privado. “Esa figura no existe en otros países de la región y las películas no se hacen a 31 de diciembre. En todos los países hay un Instituto Nacional de Cine, que es la autoridad en ese caso. Aquí es el Ministerio de Cultura, concretamente a través de la Dirección de Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos. Una vez se aprueba el proyecto a través del CINA, en un comité donde participa la Presidencia, el Ministerio de Comercio, el Ministerio de Cultura y Pro Colombia, ya no tienen que lidiar sino con nosotros”.
En la ejecución del proyecto y hasta que verdaderamente les dan el incentivo, Proimágenes determina si cumplió los requisitos. De ser así, el Ministerio de Cultura da el título valor a los productores internacionales que vienen a filmar al país. “Igual o un poquito más fácil es la devolución en efectivo que también lo manejamos. Es un dinero del gobierno nacional que viene a través del Ministerio de Comercio y que lo manejamos mediante un convenio”. Proimágenes hace un contrato en el cual, si el productor internacional cumple con ciertos requisitos, es decir, gastar un mínimo de dinero en el país en talento colombiano que provee servicios ya sea de actuación o de logística, puede acceder a este incentivo. La entidad verifica que lo haga. Si lo hace obtiene el incentivo. “Es un contrato privado que hacemos con ellos a través de Proimagenes”, recalca Claudia Triana.
Ella también resalta que en 2019 se abrió una gran puerta porque ya no solamente se apoyan proyectos cinematográficos sino también series, videos musicales, videojuegos, incluso publicidad. “A veces lo visualizo como cuando la ballena abre la boca y entra un montón de agua y pescados, de todo”.
Apenas comienza a tenerse conciencia acerca del impacto tan importante que tiene en la actualidad la industria audiovisual en el producto interno bruto del país (PIB). “En el país se han gastado 2.2 billones de pesos en el área audiovisual por cuenta de estos dos incentivos. Entonces ya nos empiezan a mirar. Yo no digo que el petróleo no sea más impactante, pero nunca había visto en el cine y en el audiovisual esas cifras”.
El BAM forma parte de la estrategia de internacionalización pero también de fomento de los profesionales y de las empresas colombianas que cada vez se fortalecen más y van encontrando sus espacios cuando hay más trabajo y más demanda de sus servicios y de su talento. “Hay mucha inquietud a raíz de estas cifras de los últimos cuatro años. En la secretarías y en las mismas alcaldías de Cali, de Medellín, de Cartagena, de Barranquilla, de Santa Marta están diciendo: ‘nosotros también queremos una parte del pastel. Nosotros también queremos ver cómo ayudamos a atraer esas producciones, a que vengan a nuestras regiones y de impactar la economía, impactar el empleo?. Hay muchas cosas por hacer pero, como diría algún político, las estamos tratando de ir haciendo”.
Otro tema álgido es la gran dificultad que tienen los realizadores para atraer a las personas a las salas de cine cuando presentan sus películas. “Los hábitos de consumo han cambiado. Ya venían cambiando en el audiovisual porque la gente encontró que era maravilloso poder ver películas a la hora que uno quiera, por donde uno quiera, con quien quiera, haciendo las interrupciones que quiera. Y con la pandemia eso se disparó de una manera muy fuerte”. Ella considera, precisamente a raíz del BAM, lo importante que es para la gente verse en persona y no a través de una pantalla. “La gente se está deprimiendo. Necesita conectarse con el otro ser humano. Necesitamos que las salas de cine sean una experiencia. No es simplemente que en una sala echen una película. Necesitamos volver a entender cómo se hacen las películas, encontrarnos con el director, conectar con la emoción y con las motivaciones de todo ese equipo enorme de personas que confluyen en una obra cinematográfica”.
