“Colombia es un país construido a base de traiciones”: Harold Trompetero, codirector de la película ‘La Patasola’
Robinson Díaz y Ramiro Meneses, protagonistas de 'La Patasola'.
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Una leyenda muy arraigada en la tradición popular colombiana llega a las pantallas de cine en una versión contemporánea. Esta película la dirigieron Harold Trompetero y Paul Cataño. Estará en salas de cine a partir del 7 de noviembre.
Por: Eduardo Arias
La Patasola, una de las leyendas más arraigadas de la cultura popular colombiana, llega a las salas de cine el 7 de noviembre. Sus directores son Harold Trompetero y Paul Cataño. En esta versión de la leyenda, una pareja de amantes furtivos se escapan a pasar un fin de semana romántico que se transforma en una pesadilla mientras sus parejas oficiales los esperan en casa.
Los protagonistas de la película son Robinson Díaz y Ramiro Meneses. Junto a ellos están Valentina Contreras, Eileen Moreno y Luis Fernando Bohórquez. Walter Luengas interpreta a la Patasola.
Trompetero, de profesión comunicador, es cineasta, publicista y también ha trabajado en televisión. Ha sido director de series y telenovelas, así como comerciales, videos musicales y producciones de videoarte. Ha dirigido alrededor de 25 largometrajes de ficción, algunos de ellos de gran éxito de taquilla. Por su parte, Paul Cataño es un director, fotógrafo y guionista especializado en el género del terror.
CAMBIO habló con Harold trompetero acerca de La Patasola y de otros temas relacionados con su trabajo.
CAMBIO: ¿Por qué decidió filmar La Patasola, y escogió esa leyenda en particular?
Harold Trompetero: El cine colombiano está en una situación extremadamente crítica, estamos en un 20 por ciento por debajo de la audiencia general del año pasado. El público colombiano no está yendo a ver nuestras películas. Por ejemplo, en la película Pimpinero de Andy Baiz protagonizada por Juanes con un presupuesto de varios millones de dólares, escasamente fueron aproximadamente 15.000 personas a verla. En su primer día de exhibición de la película colombiana titulada Mi Bestia solo fueron 87 personas a verla en salas. Esto es una catástrofe para nuestro cine. El fondo nacional de cine, el FDC, se ha visto en la obligación en recortar los estímulos, dado que depende de un porcentaje del total de los recaudos de las taquillas en general. Los colombianos están casados de las comedias y de las obras de autor. En ese contexto nos pusimos a pensar con mi equipo caminos para cautivar nuevas audiencias y llegamos al terror.
CAMBIO: Usted es muy versátil. Comedia, drama, cine de autor… ¿También le interesa ese género?
H. T.: A mí me habían ofrecido muchas veces hacer películas de terror, pero no encontraba un tema que me conectara y que viera que podía conectar con nuestro público. No me interesaba hablar de temas religiosos o paranormales como tal. Pero cuando me hablaron de La Patasola me llamó la atención que es un mito que habla sobre la traición. Colombia es un país construido a base de traiciones, no solo sentimentales. También políticas, familiares, de amigos, etc. Adicionalmente, me encontré que Colombia es el segundo país más infiel del planeta y Latinoamérica es la región de mayor infidelidad del mundo, ahí dije este tema me interesa porque habla de algo que está en nuestras venas de manera muy profunda, y qué más terrorífico que una historia sobre la traición y la infidelidad.
CAMBIO: ¿Usted considera que se trata de una película de terror o de horror?
H. T.: La Patasola cuenta la historia de una mujer que, al quedar embarazada, su marido le es infiel. Ella, ciega por los celos, al nacer el niño, como venganza, lo mata. Al darse cuenta de esto, él intenta matarla con un machete y en medio de la pelea le corta una pierna. Ella, enloquecida, se dedica a ajusticiar amantes infieles que van por el mundo. Siendo literales en términos de los géneros, La Patasola es un slasher.
CAMBIO: ¿Qué significa ese término?
H. T.: Es un anglicismo que se refiere a un subgénero del terror en el que una persona psicópata asesina brutalmente. La palabra slasher proviene del término inglés slash, que significa "corte" o "cuchillada". Nuestra Patasola no solo utiliza cuchillos, sino taladros, sierras y muchas otras técnicas. Dentro de ese universo creo que La Patasola es terror con mucho suspenso.
CAMBIO: ¿Cuál ha sido su relación con estos mitos y leyendas?
H. T.: Antes de hacer La Patasola era muy distante al tema. Yo soy un tipo de ciudad y estos mitos pertenecen mucho al campo y las áreas rurales, pero cuando empezamos a hacer la investigación para La Patasola me di cuenta de que estos mitos lo que hacen es sublimar temas que son muy propios de nuestra esencia y nuestra cultura en sus más íntimos rincones. Por ejemplo, descubrí que el Mohán habla de la vanidad y la belleza, algo que está muy arraigado en nuestra cultura con los tratamientos estéticos, los reinados de belleza y toda la vanidad que hay en torno al glamour y los universos traquetos. Hace poco me invitaron a Yopal a hacer un corto sobre el Silbón y allá descubrí que el Silbón habla de la mala crianza y petulancia a la que conlleva esa educación en las clases altas del país. El Silbón puede ser relacionado perfectamente con personas como Rafael Noguera, el asesino de Yuliana Samboní, o con la banda de los Billis de Unicentro de los años 80 en Bogotá. La Patasola nos habla de la infidelidad y la traición en un país donde la gente siente que hasta el presidente los traicionó. Los mitos se han convertido en un universo que me encanta en este momento.
CAMBIO: Usted es más conocido por sus comedias (algunas con humor algo negro) y una película de cine de autor. ¿Qué lo llevó a tocar este tema?
H. T.: En el terror encontré la forma de mezclar lo popular comercial con el esteticismo que se busca en las películas de autor. Esta película la codirigí con Paul Castaño, un director que tiene una estética muy exquisita y que conoce el género de terror muy bien, con lo cual logramos hacer un producto que tiene mucho espectáculo y emoción con un alto nivel de producción y muchas vísceras. Abordar el tema de la traición me pareció muy pertinente. El tema del abuso y acoso femenino e infantil que anda tan en boga por estos días me ratificó que este tema es muy relevante para los colombianos. Por otra parte, contar con la actuación y el apoyo creativo de Robinson Díaz y Ramiro Meneses me dio un respaldo para hacer un producto muy serio, de mucha calidad, pero con un arraigo muy popular.
CAMBIO: ¿Cómo ha hecho usted para combinar su trabajo como cineasta y publicista?
H. T.: Para mí el cine y la publicidad son muy complementarios. El cine tiene una base propagandística desde sus inicios. Hollywood es la mayor fábrica de propaganda de Estados Unidos y en todos los sistemas políticos que han existido en los últimos 100 años el cine ha sido utilizado para ello. Hitler lo usó, Fidel Castro, Chávez, Francia y China. Para mí el cine es una forma de generar imaginarios y reconstruirnos como sociedad, y, de una manera similar, la publicidad hace eso con fines a veces poco santos. Yo intento hacerlo desde una perspectiva de confrontación con lo que somos de una manera que sea entretenida y para un público masivo. Utilizo prácticamente los mismos sistemas de creación para hacer cine que los que uso para hacer publicidad. Son muy afines y complementarias. Yo estudié comunicación con énfasis en educación en la Universidad Javeriana y ahí aprendí que lo que hacen los medios masivos es cuestionar y generar imaginarios. Yo trato de aplicar eso en todas mis películas, siempre buscando que nos confrontemos con lo que somos en los niveles más básicos y para los públicos más populares y generales. Con La Patasola hacemos eso con un altísimo nivel estético y de producción.
CAMBIO: En los años que lleva transcurridos como espectador, realizador y productor, ¿cómo ve usted el cine colombiano? ¿Cuáles son sus virtudes y defectos tanto de las películas que se ruedan como de la industria cinematográfica del país?
H. T.: El cine colombiano ha sido un elemento muy importante para construirnos como nación, Colombia es un país que no es nación, es un territorio en el que nos une una estructuración política, pero en el cual somos una multiplicidad de culturas juntas que no nos identificamos plenamente como una sola, que es lo que hace que seamos o no nación. Películas como la Estrategia del Caracol, la Gente de la Universal y la Vendedora de Rosas nos han ayudado que nos reconozcamos como nación. El principal problema que tiene el cine colombiano en estos momentos es que las películas colombianas no están cumpliendo esa función esencial, estamos perdidos en una danza de malgastar recursos públicos en hacer películas y productos audiovisuales que gastan mucho dinero, pero no logran llegar a nuestras audiencias porque no existe el interés en los realizadores en conectar con nuestro público. Nuestros realizadores están más interesados en hacer películas que sean aduladas en los festivales de Europa que en que los vean en los centros comerciales de las Américas o el Tunal o en Soacha, que es donde está nuestra gente y donde podemos ayudar a construirnos como nación.