‘Conocer ese episodio de juventud de Galán me humanizó al personaje político”: Sergio Ocampo
Sergio Ocampo Madrid.
Crédito: Archivo personal
'Las distancias' es una novela basada en hechos reales. Cuenta la historia de Luis Alfonso, un hijo que tuvo Luis Carlos Galán antes de casarse. Sergio Ocampo Madrid, periodista y escritor, narra esta historia en clave de novela.
Por: Eduardo Arias
Al comenzar los años 70 Luis Alfonso era un niño campesino que vivía con sus abuelos en una zona rural de El Rosal (Cundinamarca) y estudiaba en la escuela de la vereda El Chuscal. Su padre era Luis Carlos Galán, el entonces ministro de Educación Nacional.
Esa es la imagen detonante de Las distancias, la novela de Sergio Ocampo Madrid, publicada por el Fondo de Cultura Económica y que se lanza este domingo en la Feria del Libro de Bogotá.
La novela gira en torno al hijo mayor de Luis Carlos Galán, concebido con la empleada doméstica de su casa paterna cuando apenas cumplía la mayoría de edad, hecho que se mantuvo oculto hasta varios años después de la muerte del líder político.
A Sergio Ocampo le tomó cuatro años terminar novela, luego de muchas horas de conversaciones grabadas con el personaje hasta conseguir toda una carta al padre por interpuesta persona. En la obra, el escritor recrea la vida difícil del protagonista y retrata el impresionante abismo entre realidades extremas.
Como señala el autor, el título del libro surge de una expresión muy colombiana: “Hay que mantener las distancias”. Este es el séptimo trabajo narrativo de Ocampo, un destacado periodista de larga trayectoria, y es su primera novela de no ficción. CAMBIO habló con él acerca de Las distancias.
CAMBIO: Al estar tan en el límite entre la novela y el reportaje, ¿cómo calificar su libro?
Sergio Ocampo Madrid: Es una novela de no ficción, pero también es una novela biográfica. Luis Alfonso es real, su historia lo es en todas sus circunstancias de vida y en sus recuerdos, pero desde la literatura se arriesga toda una reconstrucción de la psicología de los protagonistas. Por eso no es un trabajo periodístico, y en cambio sí hay un autor reconstruyendo vivencias, pero también novelando pensamientos, reflexiones, deseos, temores. En el fondo es un gran ejercicio de interpretación de un personaje central y de la dinámica de una familia que nunca lo fue, pues su origen no fue deseado, había algo de culpa y mucho de secreto. La relación entre padre e hijo se desenvolvió desde siempre con un cierto carácter esporádico y en el marco de una gran formalidad, de una certeza de respaldo económico pero una total incertidumbre emocional, de mucha racionalidad y escasos acercamientos sentimentales. Les sobraron libros y temas políticos y les faltaron abrazos.
CAMBIO: El qué dirán pareciera ser uno de los detonantes de su novela…
S. O. M.: Sin duda lo es y además con una ironía superlativa, pues el hombre que enfrentó a la mafia, cuya muerte fue determinante para el fin de los dos grandes carteles de la droga, el que no le temía a Pablo Escobar, la máquina asesina más pavorosa de la historia colombiana, se moría de miedo de revelar que tuvo un “pecado de juventud”, un hijo por fuera del matrimonio, pero además con el elemento adicional de ser concebido rompiendo las, hasta hoy férreas, convicciones de clase. En la psicología de Luis Carlos Galán, un hombre probo, un buen tipo, eso tiene que haber significado un debate interno complejo y doloroso.
CAMBIO: ¿Qué detalles de su investigación lo sorprendieron o llamaron mucho su atención?
S. O. M.: Más que investigación lo que hubo fueron unas conversaciones muy largas y profundas con el protagonista. Y ahí encontré decenas de episodios cargados de metáforas y simbolizaciones. La inicial fue esa de que mi protagonista creciera como niño campesino y estudiara en una desvencijada escuela rural mientras que su padre era el ministro de Educación. Otra, todas las peripecias que tuvo que hacer para poder entrar al Capitolio para despedir a su padre muerto, que estaba en capilla ardiente, y las colas eran kilométricas; igual, para que lo dejaran cargar el féretro unos minutos hacia el cementerio central, algo en lo que le ayudó su tío Augusto Galán. Saber que estaba cargando el cuerpo de su padre asesinado y no poder gritarlo al mundo. Otra más es la paradoja de haber conseguido el apellido de forma sencilla, pues toda la familia paterna, sus hermanos y la viuda de su padre sabían de su existencia, y en cambio haberse estrellado con la enorme dificultad para que el país lo escuchara. Los medios de comunicación casi en su totalidad le cerraron las puertas cuando quiso revelar que ya era un Galán, que tenía el apellido y una parte de la historia para contar. En fin, es un tema muy poderoso por humano, por trágico y por todo lo que consigue simbolizar sobre la sociedad colombiana de antes y de hoy.
CAMBIO: ¿Fue difícil investigar un tema tan delicado, y más tratándose de un mártir de la lucha por la democracia y contra el narcoterrorismo?
S. O. M.: Investigarlo no fue difícil, entre otras porque no estoy develando un secreto, sino recreando los pormenores de una historia excepcional, pero además no lo fue porque desde el primer día percibí que no había ninguna mala intención en mi protagonista acerca de su padre, ni su familia paterna. No había revanchismos, ni algún asomo de ajustes de cuentas, ni pretensiones económicas; no la hubiera escrito si me generara esas suspicacias. Noté un profundo amor, una queja muy honda por haber tenido un ídolo a quien venerar, pero no un papá a quien abrazar. Y una necesidad psicológica de sentirse estirpe. Lo que sí fue más complicado fue la escritura pues a conciencia no quería abollar la imagen de un hombre valioso, de un buen líder político. De los pocos. Los países necesitan arquetipos y figuras a quien emular, y si son intrínsecamente buenas, mucho mejor. Entonces, con un cuidado especial en el lenguaje, en sus semánticas, conté una historia, y que cada quien concluya lo suyo. En lo personal, conocer ese episodio de juventud me humanizó y me acercó a un personaje político al que la historia volvió insípido, por incombustible e irrealmente perfecto.
CAMBIO: ¿Cómo recibió la familia Galán esta obra?
S. O. M.: No sé; yo no he hablado con ellos. Por declaraciones que leí, manifestaron su beneplácito con que su hermano hubiera cumplido la aspiración de contar su historia. También, que saben de lo duro que fue para él vivir el drama de la muerte de su padre y su ausencia sin el apoyo que tuvieron ellos. Y, algo que me llegó mucho, que cuando su madre les reveló la existencia de un hermano extramatrimonial, les pidió apoyarlo en la consecución del apellido y acercarse a él, como hubiera querido su padre.
Feria del Libro de Bogotá
Sergio Ocampo conversa con Vanessa de la Torre.
Domingo 30 de abril
1 p.m.
Gran Salón D