‘El cuerpo de ella’, 64 años del primer libro erótico del último poeta vivo del nadaísmo
27 Abril 2025 06:04 am

‘El cuerpo de ella’, 64 años del primer libro erótico del último poeta vivo del nadaísmo

Crédito: Fotos: Salomé Arbeláez y archivo particular.

A propósito de 'Las palabras del cuerpo', directriz de la FilBo 25, Jotamario Arbeláez habla del premiado "poema orgánico" que escribió a los 20 años, inspirado en Dina Merlini, primera mujer nadaísta.

Por: Ricardo Rondón Chamorro

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

 

Lengua

Le dije: ¡Diga Ahhh!
Sacó su lengua.
Un pez rojo
en el vaso
de su voz.


"Cuando la vi, me dije, viene en mi busca. Debo actuar rápido. A mis ojos le sobra toda esa ropa. Debería contar veinte años, los mismos míos. Era una especie de Brigitte Bardot...", cuenta el poeta, narrador y publicista Jotamario Arbeláez, el último de la hermandad del Nadaísmo, cuando apareció, sin esperarla, Dina Merlini, musa de su libro El cuerpo de ella, ganador en 1999 del Concurso Nacional de Poesía, convocado por el Instituto Distrital de Cultura de Bogotá.

Fue para la Semana Santa de abril de 1961 cuando se produjo el hechizo. "Le dije que tenía el fastuoso proyecto de pintar una modelo que no podía ser otra que ella, pero no con pinceles sino con las teclas erectas de mi máquina de escribir, describiéndola ojo por ojo y diente por diente; que el libro se llamaría El cuerpo de ella, y que tenía noticias paranormales de que algún día sería un éxito de taquilla. Ella aceptó", apunta el bardo.

Dina
Dina Merlini.

El libro, con ilustraciones de Máximo Flórez, tiene por dedicatoria estas palabras: "A Dina Merlini, mujer bella y bellaca". Continúa con un breve fragmento de La crucifixión rosada', como epígrafe, de Henry Miller, seguido de una introducción lírica, y de ahí se extiende, rienda suelta, verso a verso, a lo largo y ancho, en cuerpo y alma, hasta el colofón que reza: "He terminado el libro, Dina. Puedes vestirte".

Eduardo Escobar, otro de los vates nadaístas (fallecido en marzo de 2024) jurado del concurso (con Roberto Burgos y el español Pedro Solera), resume el fallo a favor de Jotamario, como uno de los libros que se distinguía entre todos los que llegaron: "Me recordó algunos de los momentos felices de la poesía en español: economía, unidad y claridad".

Jotamario, hoy de 84 años, no ha bajado la guardia en su oficio de poeta, escritor y columnista de El Tiempo, que ejerce a diario en su refugio campestre de Villa de Leyva, donde reside con su familia. En la FilBo 25 presentará tres nuevos libros que se suman a su prolífica obra: poesía, memorias, ensayo, algunos libros premiados, entre otros títulos: El profeta en su casa, Mi reino por este mundo, La casa de la memoria y Nada es para siempre.

La primera nadaísta

Cintura

Casi abstracta
Línea del ecuador antropográfica.
Hacía arriba y abajo zonas tórridas.
La del norte en cosecha de limones.
La del sur con balnearios de locura.

¿Pero quién era Dina Merlini?

"Fue la primera mujer nadaísta de la historia, luego de conocer a su mentor Gonzalo Arango y el evangelio de la nueva oscuridad. Nacida en Medellín, en 1940, de ascendencia italiana, bella, rubia, de mirada expresiva, con un halo mágico que te envolvía, y por el que la nombraban como la ‘Maga Merlini’”, refiere Manuel Moreno García, profesor de psicología jurídica y ética ciudadana, quien fue su amigo hasta su fallecimiento, de 83 años, en San Andrés, el 6 de marzo de 2023.

"Fue una mujer rebelde -continúa el profesor Moreno-. A los 17 años se vinculó con el teatro, a través de Patricia Ariza y Santiago García, bastiones del colectivo La Candelaria y su línea brechtiana. Dina era muy dada a la lectura, la creación y la tertulia, y superó las talanqueras sociales y el qué dirán de la época, cuando las únicas mujeres permisivas en bares y cafés eran coperas y meseras.
Hizo teatro hasta que a los nadaístas les dio la ventolera de asentarse en el litoral. Algunos en Islanada, como bautizó Elmo Valencia, 'El Monje Loco', a una isla cercana a Tumaco, que le inspiró un libro. Merlini optó por San Andrés, donde se radicó con su marido, y con el pintor Samuel Ceballos. Allí se dedicó a pintar, escribir poesía y dictar talleres de arte para niños.

Escribió varios libros de poemas como Solaz atardecer y maravilla, este último publicado por la Corporación Colombiana de Teatro, con prólogo de Patricia Ariza, Jotamario Arbeláez y Carlos Satizábal. Otro poemario, Cantos de sirena, estuvo inédito hasta cuando yo le propuse que me enviara los poemas por WhatsApp. Su publicación digital fue posible gracias a El Libro Total, proyecto cultural de la familia Navas, de Bucaramanga, a la que pertenece el narrador y cantautor Gonzalo Navas Cadena, conocido por el seudónimo de Pablus Gallinazus.

Jota

Dina Merlini envejeció y murió haciendo arte en el geriátrico San Pedro Claver, de la Isla. Desde que la descubrí en Facebook, cuando consultaba páginas de Nadaísmo, se convirtió en mi maga, amiga y protectora.

En 2018 fundamos el Todoísmo -continúa Moreno -, cuya filosofía tiene como premisa que 'Todo es parte de Nada y Nada es parte de Todo', y, como consciencia política: Para todos Todo y para los demás también". Concluye Moreno que El cuerpo de ella "es un boceto con palabras que pasó a la historia", y que 64 años después de escrito, hoy Jotamario Arbeláez hace remembranza del ardoroso itinerario de su hechura, con el humor de su pluma irreverente.

CAMBIO: ¿Es El cuerpo de ella el primer libro erótico del último vate del nadaísmo?

Jotamario Arbeláez: El último vate, ayayay, puesto que se dice que los últimos serán los primeros, no se sabe cuándo ni dónde. Es el primero, pues tenía 20 años y estrenaba máquina de escribir. Con ese logré mi sexificación iniciática. Después vinieron otros, publicados e inéditos, como Culito de rana, El arte de pedirlo, La rosa entreabierta, Poesía erotomística, Pornografía pura y Tras Eros.

CAMBIO: ¿En qué circunstancias conoció a Dina Merlini, un nombre que suena a apodo de tarotista?

J. A.: Dina fue tal vez la primera mujer nadaísta de mostrar, con Patricia Ariza y Fanny Buitrago. Llegaron a Cali procedentes de Medellín con Helenita Restrepo y su novia Herlinda de Jesús, y otros tres mandriles, a convocarnos a Elmo Valencia y a mí a aislarnos en una isla del Pacífico, enfrente de Tumaco, que había adquirido Helenita a cambio de un diamante que le había reglado María Félix, a quien como azafata atendió en el avión, y la invitó al Tequendama a cenar y pagarle sus atenciones.
Dijo que ese diamante lo había canjeado por una isla y que hacia allá fuéramos. Elmo lo hizo, y yo, después del parto del libro, partí para Bogotá al estreno de la obra de teatro Los nadaistas, de Gonzaloarango. Allá me llegó la noticia de que la isla padecía de “erosión marina”, y pasaba seis meses a flote y seis sumergida. O sea que la encontraron más hundida que ellos. Toda esta historia, bien ficcionada, la cuenta Elmo Valencia en su novela Islanada, agotada.

Jota Dina
Dina Merlini.

CAMBIO: Hubo otras mujeres nadaístas, ungidas por Gonzalo Arango, en Medellín, que no gozaron de la visibilidad, publicación y difusión de los poetas hombres, en una época patriarcal y machista. ¿Nunca protestaron ellas ante tamaña indiferencia?

J. A.: Ellas, en principio, estaban más interesadas en averiguar cómo funcionaba el sistema social y el sistema nervioso. Gozaban escandalizando con su presencia insolente y nada coqueta los bares donde sólo entraban las coperas de faldas y delantales, imponiendo la moda de Juliette Greco y la Piaff en los bistrós y vintages parisinos, con medias negras y asomo de minifaldas, previo a acceder a la pluma. Porque en un principio el nadaísmo, antes que un movimiento literario o artístico, fue una horda social y rocanrolera. Las mujeres nadaístas comenzaron a escribir y publicar luego de las primeras escandaleras.

CAMBIO: Dicen que Merlini era la versión paisa de Brigitte Bardot, pero que era rebelde y difícil de engatusar. ¿Cómo le endulzó el oído para que le posara desnuda, como aparece descrita, "ojo por ojo y diente por diente", en su "poema orgánico"?

J. A.: Por entonces mi obsesión sexual era Brigitte Bardot, pero Dina era como la doble de ella, de bella y de deseable. Le dije que si se dejaba la podía inmortalizar. Me dijo que no aspiraba a un polvo tan largo. Le explique que quería pintarla, pero no con pinceles sino con mis teclas en un libro que se llamaría El cuerpo de ella. Accedió. Nos encerramos en mi apartamento de soltero la semana santa del 61 y de allí resultó este nuevo -aunque no tan santo- sudario.

CAMBIO: De Merlini hay más fotos de su vejez que de su juventud. ¿Ninguna de las revistas glamorosas o de peluquería le dio una portada?

J. A.: Ella era fotogénica, pero de un genio iracundo. Nos protegía a los poetas machos de los enemigos feroces que nos atalayaban en las esquinas. Las portadas de las revistas no estaban entonces para Euménides.

CAMBIO: ¿Hizo usted El cuerpo de ella, pieza por pieza, siguiendo la técnica de sastrería de don Jesús Arbeláez, su padre?

J. A.: A mi padre Jesús terrestre le aprendí viéndole cortar paños y coser vestidos, como tener en cuenta las partes del cuerpo humano así esté desnudo. Con él aprendí a hilar las palabras. Como de mi madre a ahorrarlas.

Dina Rama

CAMBIO: Una vez terminado El cuerpo de ella, en la Semana Santa de 1961, usted guardó el manuscrito hasta 1999, cuando lo presentó al Concurso Nacional de Poesía del Instituto Distrital de Cultura de Bogotá, que resultó ganador. ¿Por qué lo dejó tanto tiempo archivado? ¿Quizás por prevenir el escándalo de la godarria y la ira incendiaria de la curia?

J. A.: En principio, para que no se diera cuenta Marlén, mi mujer de entonces, que estaba de viaje y me había dejado en lo que llamé mi apartamento de soltero, pero era ella la que en realidad pagaba el arriendo. En caso de que hubiera descubierto mi trama, no habría seguido en posesión de ese instrumento que, en palabras de Philip Roth, "era lo único que podía considerar realmente mío”. En el 99 lo mandé al concurso y fue mi tercer premio colombiano de poesía.

CAMBIO: Cuánto tiempo se tomó el poeta para dibujarla con "las teclas erectas" de la Remington. ¿Hubo alguna bebida espirituosa para apaciguar la tensión?

J. A.: Tres días y tres noches de pasión, como quedó dicho, en lo que, parodiando a Miller, califiqué como 'Mi crucifixión rosada'. Sólo para dormir se ponía los pijamas de mi mujer, ¡qué pecado! Con ella celebré allí la primera, aunque no la última cena. Volveríamos a encontrarnos en Bogotá. Y finalmente en el ancianato donde se recluyó en San Andrés, adonde le iba enviando sus retardados derechos de autor,

CAMBIO: En una columna suya de El Tiempo, usted narra que justo el día en que llevaba su poema al concurso, le hicieron el paseo millonario en un taxi, y que después de vaciar sus tarjetas los pillos arrojaron el manuscrito a una cuneta. A El cuerpo de ella se agregó El cuerpo del delito. Como para la portada de tabloide judicial...

J. A.: Así es. Me sacaron un millón de los cajeros y cuando vieron el poema en mi maletín de burócrata, se rieron, me tiraron el sobre a la calle y me perdonaron la vida. Llegué a la oficina, lo mandé al concurso del Distrito y rescaté 40 veces la suma del hurto.

CAMBIO: Usted ganó el premio, pero, ¿perdió al amigo envigadeño?

J. A.: Él votó por el libro sin sospechar que ese seductor podría ser yo, ya que con mi seudónimo sugerí que la model había muerto, lo que ningún nadaísta podría afirmar. Cuando abrieron el sobre, exclamó: “Fue como si me echaran un balde de agua helada. Era el muy puto de Jotamario, mi amigo, el que se acostaba con mi Dina mientras yo me moría por ella. Con mis decepciones escribió su cantar de cantares el traidor”.

CAMBIO: Muchos años después, cuando usted se ganó el premio, ¿le compartió a Merlini algo de la millonaria ganancia?

J. A.: Yo le había prometido inmortalizarla con la descripción de su empelotada. No hacerla rica. Como logré lo primero, me hice el pendejo. Sólo cuando supe que había ingresado al ancianato de San Andrés, me sentí en la obligación de pensionarla. Y lo hice.

CAMBIO: ¿Cuándo fue el último encuentro que tuvo con Dina Merlín?

J. A.: En 2020, en un homenaje que le confirió San Andrés con motivo del lanzamiento de su precioso libro de poemas de madurez Solaz atardecer y maravilla, que prologué con Patricia Ariza. Moriría un poco más tarde.

Dina Dina

CAMBIO: ¿Cuántas ediciones existen de 'El Cuerpo de ella'? ¿Todavía se encuentran en librerías?

J. A.: La primera fue del Distrito, y El Libro Total, con ilustraciones de Máximo Flórez, luego en París Le Veilleur Éditions hizo una publicación bilingüe, que se lanzó en La Unesco y en La Conciergerie. Y de la cual Ícono hizo una edición facsimilar, que aún circula, por lo menos en la Librería Nacional.

CAMBIO: A propósito del tema central de la Feria del Libro de Bogotá, 'Las palabras del cuerpo', una lectura suya, en vivo, de 'El Cuerpo de Ella', hubiera caído de perlas.

J. A.: Ya es suficiente con los tres libros que voy a presentar esta vez: Las otras muertes de Jotamario (en Caza de libros), Y vivo todavía (en Planeta) y Retrato del nadaísta cachorro (en Sial Pigmalión). Ya casi no trato el fornicio con las féminas, ahora ando en sobandijas con la pelona.

CAMBIO: ¿Qué es el cuerpo, poeta, desde su visión nadaísta, más allá del saco de carne, cráneo, huesos y vértebras al que le cantó Julio Flórez en sus fúnebres poemas?

J. A.: El cuerpo físico, con el que tanto gozamos y sufrimos, es el único fruto que le dejamos a la muerte, porque los otros seis, el astral, el vital, el mental, el espiritual, el búdico y el átmico, perduran.

CAMBIO: ¿Cómo lo vio la última vez su médico de cabecera?

J. A.: Más joven que nunca. Y con la próstata en pleno funcionamiento.

CAMBIO: ¿Queda algo del jipi ruanetas del Pasaje de la 60 de Chapinero? ¿Acaso "un cachito de tu pelo"? ¿O solo el cachito?

J. A.: No, hermanolo, ya ni yerba meto. Como dijeron que me había aburguesado, dejé el cacho y me pasé al whiscacho.

CAMBIO: ¿A quién, que se lo merezca, le entregaría la tea del Nadaísmo, para que de sus cenizas el Todoísmo renazca?

J. A.: Hay varios seguidores jóvenes fieles, Andrés Uribe Botero, de Medellín; Manuel Moreno García, fundador del Todoismo, de Bucaramanga; Waider Cardona, de Pereira; Fabian Paz, de Cali; Tatiana Arango Botero y Michael Benítez, de Bogotá, el coordinador Michael Smith, de Nueva York. Y la lista es larga.

CAMBIO: ¿En qué está trabajando ahora mismo?

J. A.: En Los días contados, mis memorias de los libros que no leí, de los tragos que no bebí y de las mujeres que no probé.

CAMBIO: Ha aprovechado al máximo esta vida. ¿Le desvela la otra…?

J. A.: Si no me desveló ésta, donde en principio no tenía ni donde dormir, qué me va a desvelar la que llaman del sueño eterno y la roncadera perpetua. Sé que nadie me va a olvidar, y menos los que lean esta entrevista.

CAMBIO: Por lo menos ya tiene idea de lo que es una "resurrección", después de que el 29 de diciembre de 2022, a primera mañana la W lo diera por muerto

J. A.: Supe lo que era morir sin morir, y gracias a ello resucitar. Todo por obra y gracia de la obra y de la gracia. Y según veo, la muerte no tiene prisa conmigo. La tengo engolosinada.

CAMBIO: Qué vendrá con la señora parca, poeta: ¿El sueño emergente en un sofá mullido de la Funeraria Gaviria de Bogotá, como en los viejos tiempos, para retornar a la Nada con los ojos abiertos?

J. A.: Pasé las noches más amables de mi vida de adolescente cuando no tenía dónde dormir, en los mullidos sofás de la Funeraria Gaviria, después de que me echaban de cada fiesta. Allí, sabiendo que alguien que tenía enfrente andaba peor que yo, restituí mi optimismo y no pocas viudas me levanté. Cuando conté esto por la prensa cortaron el servicio continuo.

CAMBIO: Su epitafio lo dio a conocer en 2002, con el título del libro de sus antimemorias: “Nada es para siempre”. ¿Alguna variación al respecto?

J. A.: Antes había establecido uno mejor: ¡Aquí yace Fue! Pero ahora que ando más rabioso que un perro, prefiero que pongan en mi mausoleo, nicho, panteón o cenotafio: “Cuidado con el muerto”.

CAMBIO: A sus 84 años no cesa de escribir con el mismo rigor como lo ha hecho siempre. ¿Cuál es la fórmula?

J. A.: Que no se me ha fundido el computador.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí